La primera vez que “Política sexual” llegó a mis manos yo buscaba desesperadamente una respuesta sobre qué era lo que me estaba pasando. Cuarenta y cuatro años después de su publicación sus incendiarias frases en torno a las relaciones entre los hombres y las mujeres seguían siendo un soplo de aire fresco para aquellas que no nos podíamos conformar con lo “normal”.
Esta tesis doctoral convertida en libro se convirtió rápidamente en uno de los textos de referencia de la Segunda Ola del Feminismo y tristemente su enfoque sobre la asimetría en las relaciones personales como raíz y origen del patriarcado sigue de plena actualidad. Para ella el amor romántico fue y es la herramienta más eficaz en el control y la subordinación de la mujer.
Pero ella no fue la primera que denunció el amor romántico, antes que ella, llegaron los textos de Aleksandra Kollontai, de Emma Goldman, de las Mujeres Libres y de tantas otras que advertían que la revolución no llegaría hasta que las relaciones personales no fueran realmente libres. Y después de al menos dos siglos de lucha feminista, algunas seguimos despertando del colocón del amor romántico.
Millett ya lo dijo en una entrevista con Lidia Falcón “El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban”. Todavía seguimos desenganchándonos, pero como ella misma describía, no resulta nada fácil escapar cuando incluso una misma cree que los intereses del poderoso son los suyos propios.
“Política sexual” supuso para mí entender que existía un nosotras, y así de alguna manera Kate Millett me hizo feminista cuando yo solo quería que me respondieran porque odiaba a mi novio si él se portaba tan bien conmigo. Quizás Kate Millett solo quisiera denunciar la literatura misógina de D. H. Lawrence, de Henry Miller o de Norman Mailer pero acabó escribiendo uno de los libros de cabecera del feminismo radical y retomando las teorías del amor libre de Goldman o del amor compañero de Kollontai.
Después de este texto intentó llevar a la práctica su propuesta estratégica de creación de un espacio libre de machismo comprando y restaurando edificios de Poughkeepsie en Nueva York para construir la Women’s Art Colony Farm, una comunidad de mujeres artistas y escritoras. Un espacio seguro donde vivir y crear juntas, en definitiva, un sueño para cualquier colectivo feminista. Esta experiencia acabaría en el año 2000 cuando el edificio fue demolido y sus ocupantes desalojadas. Una experiencia más de muchas que no habrían sido posibles dentro de la lógica del amor romántico y heteronormativo.
Yo hoy os he traído mi historia de amor con Kate Millett, porque quizás no sea solo mía, quizás sea una experiencia compartida y quizás también tenga algo de político entender que nuestros despertares, nuestras motivaciones sean personales o colectivas, son fundamentales para entender la estrategia política a seguir. Lo que sí es cierto es que a sus 83 años Kate Millett ha vuelto a demostrar que “lo personal es político” y hoy hemos vuelto a hablar del amor.