Hable usted señor González

Recuerdo de mi juventud a José María Aznar diciendo aquello de váyase, señor González, dirigido al entonces presidente del gobierno, Felipe González. Ahora me interesaría que se subiera a un estrado y hablara.

En la Universidad Autónoma de Madrid un grupo de estudiantes movilizados no querían dejarle hablar, pero yo estaría encantado de escucharle. Pero escucharle hablar de verdad, de cosas de enjundia, no dar ninguna lección magistral absurda de la mano de un vendedor de opiniones como Juan Luis Cebrián.

Me gustaría escucharle cantar la Internacional como en aquel congreso del partido en que tomó las riendas para abandonar el marxismo y, por supuesto, cualquier atisbo revolucionario antes de fagocitar un buen puñado de partidos de la izquierda y empezar a convertir la socialdemocracia en el ser deforme que es ahora.

También que hablara de los sótanos de su partido donde se cuecen las intrigas que quitan y ponen dirigentes más interesados en el poder en sí que en ejercer cualquier tipo de trabajo político. De cómo se mueven los hilos y manipulan voluntades con tal de no soltar la poltrona. De como ha hecho labor de zapa en su propio partido siendo un adalid del capitalismo internacional más crudo.

Me gustaría que me hablara del terrorismo de estado, de las cloacas de la democracia y de los casos de corrupción del PSOE sobre los que se echó tierra cuando usted gobernaba.

También estaría bien que hablara de sus relaciones con algunos de los elementos más turbios de la escena internacional. De cómo defendió a personajes como el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, huido al extranjero tras protagonizar un desfalco histórico de las cuentas públicas y pisotear los derechos humanos y como ahora se atreve a pontificar sobre Venezuela.

Me gustaría que dijera en público cuánto gana y por qué lo gana. Pero no su indecente asignación de ex-presidente que sé que son unos 75.000 euros anuales, sino por sus inconfesables relaciones económicas.

En concreto que desgranara usted su relación con el lobby de la energía haciendo y deshaciendo políticas sin necesidad de estar sentado en ningún escaño y recibiendo por ello más de 125.000 euros al año. O ya de paso de su relación como asesor del segundo hombre más rico del mundo, el magnate mexicano Carlos Slim. Que nos explicara su labor para este hombre que se mueve en la corrupción como pez en el agua, que hizo su fortuna al otorgarle el corrupto gobierno mexicano contratos en exclusiva, y que se está haciendo con una de las mayores contratistas con el Estado español: FCC.

No estaría de más que diera usted una lista de los fondos de inversión y sociedades en las que participa y de camino se ahorra impuestos. Mucho dinero da mucha impunidad, aunque de eso me temo que usted sabe de sobra.

Ya de paso que relate las cacerías con empresarios de la construcción como el que le ha vendido su lujosa finca extremeña en la sierra de Guadalupe, Joaquín Vázquez Alonso. Sus amistades con magnates de la comunicación o con miembros de la judicatura. Qué no daría yo por escuchar conversaciones de corrillos en las que se deciden tantas cosas que nos afectan a todos.

Pero no, señor González, el Isidoro de la clandestinidad que aún tiene el valor de hablar de progresismo y hasta de socialismo. Usted se dedica a hablar del futuro, de la sociedad civil como si fuera parte de ella cuando no es otra cosa que élite económica y valedor de la misma. Me parece usted un producto de lo peor que puede generar este sistema económico en que nos encontramos, pretende ir de lobo con piel de cordero pero el papel no le cuadra porque la careta se le cayó hace tiempo y en la UAM se lo recordaron.

Así que, mientras no sea sincero y de cuenta de todo lo que no dice, no sé qué sentido tiene que de lecciones de nada. Pruebe a ser franco, aunque sea por una vez en la vida, y soltar las verdades de tantas cosas que oculta intencionadamente. De lo contrario su cháchara no me sirve para nada. Mejor se queda usted callado.

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