Zaragoza en Común: demostrar que sí se puede

Cuando en 2014 definíamos el proyecto ciudadano que en mayo de 2015 acabaría ganando el Ayuntamiento de Zaragoza escribimos: "Concebimos Zaragoza en Común  como un espacio para dar cabida a nuevas formas de ciudadanía activa, de democracia participativa, de propiciar la directa intervención de la ciudadanía en procesos de decisión en el ámbito municipal. Componer espacios en los que todos aprendamos en la deliberación, en un adecuado tratamiento del disenso y en un repensar caminos para una nueva institucionalidad". En ZeC pusimos (y ponemos) a prueba la deliberación, es decir, nuestra capacidad de abrirnos a la pluralidad, de dejarnos influenciar …

Zaragoza
Pedro Santisteve y Luisa Broto en la carpa de Zaragoza en Común durante las elecciones municipales de 2019. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo).

Cuando en 2014 definíamos el proyecto ciudadano que en mayo de 2015 acabaría ganando el Ayuntamiento de Zaragoza escribimos: "Concebimos Zaragoza en Común  como un espacio para dar cabida a nuevas formas de ciudadanía activa, de democracia participativa, de propiciar la directa intervención de la ciudadanía en procesos de decisión en el ámbito municipal. Componer espacios en los que todos aprendamos en la deliberación, en un adecuado tratamiento del disenso y en un repensar caminos para una nueva institucionalidad".

En ZeC pusimos (y ponemos) a prueba la deliberación, es decir, nuestra capacidad de abrirnos a la pluralidad, de dejarnos influenciar por las demandas o debates que se producen en su seno.

Zaragoza en Común es una plataforma ciudadana que aspira a sumar personas comprometidas con hacer efectivo el derecho a la ciudad para poner ésta al servicio de sus gentes, al cuidado de sus vecinos y vecinas. Sus objetivos pasan por pensar en la salud y, por tanto, en la calidad del aire que respiramos, lo que nos lleva a una movilidad diseñada para el peatón y no para el coche, la agroecología y necesaria recuperación de mercados de proximidad, la energía en manos de los ciudadanos/as, la generación de espacios públicos no mercantilizados, favorecedores del encuentro y de la convivencia en igualdad y respeto, inclusiva.

Concebir la acción social en términos de cuidados, de atención a nuestros mayores, de colaboración con las entidades del tercer sector, cuestionando el clientelismo e introduciendo el debate entre subvenciones y convenios, con todas las entidades implicadas. Hasta en la propia policía local intentamos el cambio a través de la mediación y otros conceptos de seguridad en términos de cercanía y colaboración con otras áreas municipales.

Soñar una ciudad así requería salir de los moldes tradicionales de las organizaciones políticas, ensayar otras formas de debatir, de dar espacio a todo el mundo, de tener claro que todas las opiniones suman. Eso requería del uso de nuevas metodologías para facilitar procesos de adopción de acuerdos y alzanzar consensos en los que todas se sientan representadas o cuando menos cómodas. Partimos de que todas las personas son importantes y todas las opiniones merecen ser tenidas en cuenta, ya que es a través de esos procesos por donde se expresa la inteligencia colectiva.

Asumir un cierto protagonismo para afrontar cambios en nuestra ciudad comportaba también cambiar en lo personal,  dejar que los procesos que íbamos a vivir nos transformaran, cuando menos en mejores personas, capaces de cuidarnos y abrazar la diversidad.

Veníamos del 15M que clamó contra el statu quo imperante con el "no nos representan", o "no hay pan para tanto chorizo". Vivíamos una crisis de la mediación representativa provocada por la integración de los partidos en el Estado, partidos que habían dejado de cumplir su función de recoger las demandas ciudadanas y trasladarlas a las instituciones para la búsqueda de soluciones. Degeneración de los partidos a través de ese bipartidismo hegemónico con nefastas consecuencias: mecanismos electorales de autodesignacion, expansión de una clase política buscadora de  retribuciones y privilegios, llegando a la financiación ilícita, corrupción, etc,.

Decía Margaret Thatcher: "La Economía es el método, pero la finalidad es cambiar el corazón y el alma". Con ello nos advertía de que el neoliberalismo no era un régimen político sino un sistema social que se planteaba reorganizar la vida entera, y en ello han trabajado en las tres últimas décadas las élites económicas con una servil clase política.

Para nosotras, era una cuestión apremiante que el Ayuntamiento, la institución mas próxima a los ciudadanos -máxime viniendo de una brutal crisis económica que había dejado maltrechos a miles de hogares-  procediera a aumentar el gasto social, frenando tanta injusticia, como las de las familias desahuciadas. Al menos durante tres años consecutivos, nuestra ciudad estuvo entre las primeras del país en inversión social por habitante.

Tras cuatro años de estar al frente del Gobierno de la Ciudad comprobamos lo difícil de ese pelear por formas de vida deseables para el común de la gente; sufrimos agresiones constantes por los que no aceptaban que ocupáramos un lugar que consideraban suyo y muchos compañeros/as se dejaron la salud y hasta sus posibilidades de empleo a futuro, en clara venganza del poder a nuestro atrevimiento.

Constatamos que el margen de maniobra del poder político es muy limitado. Nuestra experiencia por lo vivido en la institución nos desvela que siguen estando muy arraigados intereses individualistas, campo de batalla donde prima la realización de ambiciones personales, donde se utiliza el cargo para hacer "carrera política" o de "la política" una profesión para medrar ante el poder, donde el estatus, la vanidad o la soberbia están a la orden del día.

¿Fue una quimera intentar que la Institución acogiera esa dimensión común de nuestra existencia en la que valores como la solidaridad, el cuidado y apoyo mutuo o el vinculo y la empatía tuvieran cabida?

Creo que demostramos que es posible y sembramos la semilla del cambio. Pero quizás hay que salirse de ese escenario y trabajar más el sentimiento comunitario, nuestros vínculos sociales; desplegar un concepto de la política más ambicioso, más allá de los espacios mediáticos e institucionales o  de determinados tiempos (electorales) y de determinados actores (los partidos, los expertos). En suma, el Municipalismo.

Estamos convencidas de que la participación en el Ayuntamiento de nuestra querida Zaragoza no es el final de ningún camino sino, en todo caso, el principio.


Todo sobre el especial #20voces10años15m.

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