Velilla de Jiloca rinde homenaje a dos asesinados en la Guerra Civil

Velilla del Jiloca acogió este sábado un emotivo homenaje a dos vecinos asesinados por los franquistas en la Guerra Civil. Durante el acto, los restos de Bernabé Serrano Ruiz fueron entregados a su familia y se procedió a la inhumación del otro asesinado, que podría tratarse de Juan Marco Romea. Una labor de recuperación de la memoria posible gracias a la implicación de la familia y las asociaciones ARICO y Charata

Leonor frente a las cajas que guardan los restos de su padre, Bernabé, y los de Juan Marco. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

El pasado sábado 2 de abril, a las 12.00 horas, tuvo lugar en el pabellón municipal de Velilla del Jiloca un homenaje a dos vecinos asesinados por los franquistas en la Guerra Civil. En este acto se procedió a la entrega de los restos de Bernabé Serrano Ruiz a su familia, en especial a su hija Leonor la única que todavía vive y que no guarda recuerdo de su padre. La jornada finalizó con la inhumación en el cementerio de la localidad del otro asesinado quien, pese a no haber sido identificado con total seguridad, podría tratarse de Juan Marco Romea. Todo ello ha sido posible gracias a la implicación de la familia y las asociaciones por la recuperación de la memoria ARICO y Charata.

Bernabé Serrano Ruiz era un jornalero como tantos otros vecinos, humilde y analfabeto. Su sustento y el de su familia dependían, en gran medida, no sólo de su esfuerzo, sino también de la voluble voluntad de los terratenientes. En el momento de la sublevación fascista, julio de 1936, Bernabé tenía 49 años y vivía en Fuentes de Jiloca con su mujer y sus siete hijas e hijos. Controlada desde el primer momento por los franquistas, no fue una zona en la que hubiese frente de batalla ni dos bandos contendientes en igualdad de condiciones. Lo que hubo fue una confabulación de quienes contaban no solo con poder sino con armas, que como una apisonadora de vidas humanas y derechos salieron de sus cuarteles y tomaron los centros neurálgicos de las ciudades y pueblos más importantes, detuvieron, encarcelaron y asesinaron a todos aquellas y aquellos que, según su criterio, podían suponer cualquier obstáculo para la maquinaria que ansiaban establecer. No hubo contra quién luchar sino a quién eliminar. La noche del 1 de noviembre, Bernabé Serrano fue, como miles de personas, secuestrado en su casa ante la presencia de su esposa Gregoria e hijos y empujado hasta el camión en el que lo verían por última vez. Allí se encontraría con Juan Marco Romea.

Enterramiento de los posibles restos de Juan Marco. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Enterramiento de los posibles restos de Juan Marco. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Ambos fueron víctimas de un plan sistemático de eliminación aplicado desde el comienzo de la guerra: secuestro, posible paso por prisiones improvisadas, “saca” en camiones y asesinato en el trayecto hacia una localidad cercana -tras lo cual los cuerpos eran abandonados en las cunetas-, o traslado al cementerio del pueblo más próximo, en cuya tapia eran fusilados y enterrados en una fosa común. Esto último es lo que les ocurrió a Bernabé y Juan inmediatamente después de ser subidos al camión. Esa noche fueron traslados hasta las puertas del cementerio de Velilla de Jiloca, donde han permanecido, en una fosa, los últimos ochenta años.

Una intensa búsqueda

Fue en el año 2012 cuando los descendientes de Bernabé y Gregoria se pusieron en contacto con ARICO y Charata, que comenzaron a gestionar los permisos, la labor de documentación y, más tarde, los trabajos de exhumación.

La localización no fue sencilla: la fosa común se encontraba en un terreno de más de 1.800 m2, por lo que se requirió el empleo de un georradar que detectara anomalías en el terreno.

Labores de exhumación. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Labores de exhumación. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Como es habitual en estos proyectos, la financiación no tiene soporte institucional, dependiendo de la labor y apoyo económico de asociaciones y particulares: este caso no ha sido la excepción. La implicación de la familia de Bernabé, Miguel Ángel Capapé, presidente de ARICO, los arqueólogos Javier Ruiz, Nacho Piedrafita y Javier Ortiz, Mari Luz Pérez Omeñaca, además de multitud de voluntarios y voluntarias, ha sido total. Sin embargo su trabajo desinteresado no fue suficiente para cubrir el total de las labores de exhumación y análisis de ADN. En mayo del 2015 estas asociaciones se vieron obligadas a lanzar una campaña crowdfunding en el que gracias a más de 140 aportaciones, la mayoría de particulares, lograron recaudar algo más de 8.000 euros.

A finales de julio del 2015 comenzaron al fin los trabajos de excavación. Tras tres días de intenso trabajo por parte del equipo técnico, en los que la búsqueda se realizaba de 7 de la mañana a 9 de la noche, se encontró la fosa común con dos cuerpos. Ambos presentaban orificios en la bala en el cráneo, signo inequívoco de que habían recibido un tiro de gracia. El análisis antropológico concluyó que se trataba de dos varones. Uno de ellos tenía una estatura de 1,62 m. y una edad que rondaba los cincuenta años. Tras el análisis de ADN pudo concluirse que los restos correspondían a Bernabé Serrano Ruíz. El segundo cuerpo era el de una persona de 1,58 m. y algo más de treinta años. Presentaba una anomalía en las extremidades inferiores que le habría causado dificultades al caminar. La investigación concluyó que estos datos se ajustaban a las características del que fuera vecino de Fuentes de Jiloca pero natural de Villafeliche, Juan Marco Romea. Jornalero y vocal de UGT en 1934, era soltero y sin descendencia, lo que encajaría con que nadie haya reclamado su cuerpo.

Calavera de Bernabé donde se puede ver el tiro de gracia. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Calavera de Bernabé donde se puede ver el tiro de gracia. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Un emotivo homenaje

Los restos de Bernabé fueron entregados en un homenaje el sábado 2 de abril, a su hija Leonor, que tenía sólo ocho meses cuando fue asesinado, y a sus nietos y nietas. Al acto, realizado en el pabellón municipal de Velilla de Jiloca a las 12 horas, acudieron más de un centenar de personas. El canto a la libertad acompañó la entrada de las cajas con los restos mortales de ambos asesinados, portadas por los familiares de Bernabé. Fueron situadas en un lugar central, bajo dos grandes rosas rojas y custodiadas por la bandera republicana.

El primero en intervenir fue Javier Ruiz, codirector de la exhumación, que aportó los datos más relevantes del proceso. Elvira Cortés, vecina de Fuentes de Jiloca, nombró a una veintena de vecinos de esta localidad asesinados por los fascistas. De cada uno de ellos se dijeron algunos datos personales como su edad, el día que acabaron con su vida, mote, domicilio, profesión y filiación política. Prácticamente todos tenían en común haber sido jornaleros y estar organizados políticamente. José Miguel Pérez Hernández, sobrino de dos fusilados en Velilla, hizo lo propio con otros diecisiete nombres, todos asesinados en este pueblo salvo uno, que murió en el campo de concentración de Mauthausen en mayo de 1942. La siguiente en intervenir fue la emocionada hija de Pepita Pardo Sebastián, a quien le raparon el cabello con tan sólo quince años. Por último, tomó la palabra uno de los nietos de Bernabé, quien en una conmovedora carta, quiso recordar desde el comienzo al hombre que acompañó a su abuelo en sus últimos momentos. No se olvidó de las palabras de Rafael Hernando, en aquel momento portavoz del grupo parlamentario del Partido Popular, quien afirmó que “algunos se han acordado de su padre cuando ha habido subvenciones para encontrarlo”, en alusión a la Ley de Memoria Histórica. Incidió, asimismo, en que las violencias que sufrieron los y las republicanas no se debieron a rencillas personales, sino a un plan político que aportó legalidad y legitimidad a los asesinos que acudieron a donde señalaban los dedos índices que después sujetaron los palios de los líderes franquistas. Señaló por último las continuidades entre la dictadura y la “democracia demasiado coja” cocinada en la Transición. Fue la alcaldesa de Velilla, María Ángeles Ruiz, la encargada de clausurar el acto, en el que las intervenciones se intercalaron con canciones reivindicativas cuidadosamente seleccionadas.

Al homenaje acudieron representantes de varias asociaciones de Memoria Histórica, como la de Los Pozos de Caudé o el Foro por la Memoria y también, partidos políticos, lo que contrasta con el escaso interés de las administraciones públicas por estos proyectos.

La jornada finalizó con el traslado de los restos óseos de Juan Marco Romea al cementerio de Velilla de Jiloca, donde se le dio digna sepultura y en cuyo enterramiento colaboraron varios de los asistentes. “Voy a echar tierra yo también; ha estado mucho tiempo con el abuelo”, dijo con voz quebrada una de las nietas de Bernabé.

Los restos de Bernabé descansarán en el cementerio de Zaragoza, junto a su esposa.

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