Una pátina de blancura y limpieza para el Papa

El máximo representante de la Iglesia Católica visitará el, remozado para la ocasión, campo de refugiados de Moria en Lesbos, que desde hace semanas se ha convertido en una auténtica cárcel

Pintadas en Moria. Foto: @Hibai_

En la Audiencia General de este miércoles en la Plaza de San Pedro de Roma, Francisco explicó los motivos de su visita a Grecia: “el próximo sábado iré a la isla de Lesbos, donde en los meses pasados han transitado numerosísimos prófugos”.

En esos “meses pasados”, el campo registraba a las personas refugiadas de cara a su acceso al continente, vía ferri, en su búsqueda de un lugar seguro donde poder rehacer sus vidas, lejos de bombardeos y atentados.

El acuerdo firmado por la Unión Europea (UE) con Turquía finiquitó este flujo. En la actualidad Moria es una cárcel en la que los “prófugos” se han convertido en reos, como lo fuera antes del inicio de la crisis migratoria provocada por los conflictos bélicos en Siria, Iraq y Afganistán. Tras sus verjas, más de 3.000 personas aguardan un futuro incierto, en un campo preparado para albergar a 1.500.

Sin embargo, como ocurre con cada visita papal a lo largo del planeta, todo se pule para que pueda ser contemplado por los más altos ojos de la iglesia. De la cárcel de Moria eran trasladados 700 refugiados, el jueves, al campo de Kara Tepe, cerca de Moria, gestionado por el ayuntamiento local y alimentado por la solidaridad griega. Algo que evitará que Francisco pueda ver un campo hacinado en el que la gente ha estado durmiendo al raso durante semanas.

Tampoco tendrá que contemplar las escasas raciones de comida administradas por el ejército heleno, debido al desalojo de muchas oenegés y voluntarios del campo, y al abandono del mismo por otras en protesta por la firma del mencionado acuerdo. De hecho, incluso la comida ha mejorado en los últimos días, según advertían internos de Moria a través de las redes sociales.

No podrá ver a decenas de refugiados, llegados antes del 20 de marzo y por tanto no sujetos a deportación, vagar por los alrededores del puerto de Mitelene, pues la policía griega, se esmera en mantener a las personas refugiadas fuera de la vista pontifical mientras dure la visita de Francisco.

Las cada vez más altas vallas de la cárcel de Moria esperan la visita con un pulcro aspecto. Sus muros ya no dicen “ningún ser humano es ilegal”, “ni fronteras ni naciones” o “parad las deportaciones”, lemas que ha sido ocultados tras una fina capa de cal, que ha dejado las paredes de Moria a juego con el atuendo papal.

El Papa podrá acceder a un campo en el que ni los medios de comunicación, ni la mayoría de las oenegés tienen acceso. “En Moria, el hacinamiento es tal que, sencillamente, no hay espacio suficiente para albergar a las 3. 150 personas que hay, alrededor de 1.000 más que las que puede acoger el campo”, denunció un equipo de Amnistía Internacional que pudo entrar el pasado 6 de abril. “Las condiciones de vida son terroríficas. Para que te hagas una idea: los baños están rebosando de agua con excrementos. No hay camas suficientes para todos, así que algunos duermen fuera, en el suelo. Por el día hay más de 35 grados al sol y no tienen ningún lugar en el que resguardarse”, denunciaban.

En cambio, los organizadores de la visita se afanan en hacer de la visita papal una yincana de imágenes de pulcra y fingida bondad. “Una vez llegados al campo, los líderes religiosos, serán saludados por 150 menores de edad residentes en Moria y atravesarán el patio dedicado al registro de los prófugos para llegar a una tienda de campaña donde saludarán individualmente a 250 personas allí acogidas. Hacia las 12.25 (hora local) el Arzobispo Jerónimo, el Patriarca Bartolomé y el Papa Francisco pronunciarán sendos discursos desde el podio instalado en el patio y firmarán una declaración conjunta. Los tres almorzarán con algunos refugiados en un prefabricado detrás del podio”, así lo contaba Radio Vaticano en la mañana del viernes.

Una programación y un acicalamiento que contrastan con las palabras del alcalde de Lesbos, que prometía que no maquillaría la isla para la visita. “No haremos nada especial. Queremos que Su Santidad vea la situación tal y como es” advertía Spyros Galinos, algo muy lejos de la realidad de una isla en la que se han pintado casas, podado árboles, y sobre todo, se ha intentado meter a cientos de personas debajo de la alfombra.

La visita discurrirá por los cauces marcados sin duda, pues todo ocurrirá ante la atenta vigilancia de cientos de policías que tomaban posición este viernes en la cárcel de Moria después de ser enviados a la isla desde Grecia continental para la visita. Entre ellos hay agentes antiterroristas, antidisturbios y oficiales de paisano. Una cantidad de policías que contrasta con las nueve autorizaciones a la prensa para acceder a Moria, un equipo de televisión y ocho fotógrafos.

Señor Francisco, disfrute usted de su realidad maquillada.

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