Llego un poco pronto a nuestra cita en La Ciclería y, mientras espero, escucho con curiosidad el barullo de un grupo de adolescentes a punto de emprender un paseo en bici. Sale el sol pero al momento caen unas gotas de lluvia que hacen brillar los adoquines de la calle. Huele un poco a humedad. Al fondo suena el rumor constante de las cámaras frigoríficas. Paso los dedos por las hojas ligeramente rugosas de la libreta que acabo de abrir.
Lo primero que te quería preguntar era sobre el concepto de persona racializada.
Una persona racializada es toda aquella que durante muchos siglos, durante la colonización, ha sido tratada como no blanca. Son todos los no blancos en realidad, toda la gente que sufre y ha sufrido las consecuencias del racismo estructural y de la colonización.
Muchas personas, y desde hace no mucho, os autodefinís como racializadas. ¿Cuál es vuestro objetivo al hacerlo?
Es que lo queramos o no, los blancos nos han racializado. Han dividido siempre entre blancos, indígenas, gitanos, negros... Para deshumanizarnos de alguna manera.
Entonces ¿habría que sacar a la luz esa violencia simbólica?
Es una violencia muy real y directa, desgraciadamente no es solo simbólica.
Tienes razón. En lo real, en lo material, ¿de qué manera te afecta esta violencia?
Yo voy a hablar por mí como persona racializada migrante. A mí me afecta de muchas maneras. Yo no soy racializada solo aquí en España, yo nací negra y en mi país yo ya sabía la diferencia entre un negro, un blanco y un indígena. Los negros en Brasil morimos y no pasa nada. Hace poco, el ejército brasileño fusiló una familia con ochenta balazos en medio de una calle de Río de Janeiro. Y estas muertes solo nos interesan a nosotras, a los negros, porque salimos de casa pero no sabemos si vamos a volver o cómo vamos a volver.
En mi infancia mi madre siempre me ha dicho “no puedes olvidar nunca que tú eres una mujer negra”. Y una mujer negra debe evitar hacer cierto tipo de cosas. Por ejemplo, a raíz de la violencia de los seguratas de Renfe hacia las personas migrantes, Locas del Coño preguntó una vez en Twitter cuántas veces una persona blanca se ha colado para entrar en un sitio y no ha sufrido consecuencias. Y yo dije que yo, nunca. Eso para mí es impensable. Es una de las enseñanzas de mi madre: lo primero que tienes que saber es defenderte.
Porque las mujeres negras desde pequeñas somos muy sexualizadas, muy fetichizadas y una niña negra cuando está creciendo tiene que saber defenderse, no hablar con extraños, no ir con ningún extraño, un montón de cosas más. En la adolescencia, por ejemplo, mis amigas eran todas blancas, yo era la única negra. Íbamos a una tienda que hay allí, como si fuera un Alcampo que tiene de todo, y mis amigas antes de ir al cine entraban para robar chocolatinas. Yo me quedaba fuera porque sabía que me podía pasar de todo ahí. Y siempre hubo esa diferencia de cosas que mis amigas han podido hacer y que yo no puedo porque soy una persona negra.
Otro término que se oye bastante es el de afrodescendiente.
Los afrodescendientes somos los descendientes de negros. Yo por ejemplo soy afrobrasileña. Una negra que naciera aquí sería afroespañola. Y se oye bastante porque hace poco que tenemos voz. Es como la Historia de España, que no se cuenta nada de los negros y no creo que hace poco que los negros han empezado a venir a España porque son catorce kilómetros de distancia.
En Brasil ahora conocemos su historia porque ha habido negros que han luchado para que pudiéramos conocerla, porque hasta hace poco había leyes por las que un negro brasileño no podía entrar en una piscina o casarse con un blanco. Cuando se terminó la esclavitud, Brasil tenía más negros que blancos y hubo un intento de blanquear a la población trayendo a europeos y estos descendientes de europeos compraban tierras y tenían un montón de privilegios. Este intento de blanqueamiento resultó en lo que ahora es la clase media-alta brasileña que es toda blanca, esta gente es la que hoy en día manda en el país.

Contabas en uno de tus tweets que te habías emocionado bastante leyendo el libro de Desirée Bela-Lobedde titulado “Ser mujer negra en España”. ¿Qué fue lo que te emocionó?
Al contrario que Desirée, que es española, yo soy inmigrante, yo no pasé una infancia aquí, pero me conectó con muchas experiencias que había vivido. Un ejemplo es el del pelo. Es muy común que te digan que tienes que alisarte el pelo o cortártelo porque tu pelo es malo... Este tipo de violencia es muy común.
La gente cree que no pero es racismo puro y duro. Incluso viviendo aquí hace tanto tiempo la gente aún tiende a infantilizarme, como si yo no supiera cosas. Yo vivo aquí ya hace quince años, he estudiado aquí, tengo mi vida aquí, y hay gente que me explica por ejemplo costumbres españolas. O me dicen que tengo un acento muy raro, que debería ir al foniatra. Pero yo no tengo vergüenza de mis orígenes, de mi acento ni de nada. O gente que te desacredita como cuando me dicen que estoy exagerando cuando cuento cosas sobre la Ley de Extranjería.
A ver, yo he estudiado eso, no me lo estoy inventando. Quitarme credibilidad cuando digo algo, eso es muy común. La violencia policial. O la violencia médica hacia las mujeres migrantes racializadas, que es algo de lo que tampoco se habla.
Háblanos un poco más sobre ella.
Por ejemplo, cuando un migrante va a un centro de salud. Hace poco tuve una discusión en Twitter porque puse que yo pago la sanidad privada y la seguiré pagando con orgullo porque en la sanidad privada a mí me tratan bien. Tú vas a la sanidad pública y te tratan mal con eso de que los inmigrantes utilizan la sanidad pública gratis y tal.
Una vez yo estaba con un ataque de asma y fui al Servet. Y mientras estaba con la mascarilla y con suero, me puse la mano detrás de la cabeza, para apoyarme en la camilla. Entonces vino una médica y me dijo: “oye, que tú no estás aquí en la playa con tus cocoteros”. Yo por ejemplo no he tenido ningún hijo aquí pero sé la experiencia de mujeres negras racializadas migrantes que durante el parto han recibido violencia a cascoporro del médico y de todo su equipo.
La gente suele tratarnos como si fuéramos tontos, como si fuéramos críos, como si no supiéramos de nada. Y lo que noto es que cuando tú eres una inmigrante irregular que acabas de llegar, que aún necesitas entre comillas un apoyo, la gente suele sacar este lado paternalista de “pobrecito, vamos a ayudarle”. Pero cuando eres un inmigrante empoderado con voz y dices: eh, que aquí hay cosas que no cuadran, que eso es racismo... Entonces ya se levantan contra ti. Cuanto más subes, más notas el racismo, la xenofobia y los prejuicios de la gente.
Algo que también nombra Desirée es el tema del activismo estético. Desde tu propia experiencia, ¿puede ser el cuerpo una herramienta de transformación política?
Puede serlo aceptándote, aceptando tus orígenes, tus rasgos físicos. Es muy importante. En Brasil siempre nos han inculcado la obligación de alisarnos el pelo. Desde los seis años de edad yo me alisaba el pelo. Pero aquí, cuando llegué, ya estaban creciendo las raíces de no alisarme y era bastante caro y tampoco era fácil encontrar un sitio para alisar el pelo.
Yo cortaba a medida que iba creciendo para dejar el rizo y veía que a algunas personas sí que les gustaba, por ejemplo gente con quien trabajaba, aunque había gente que no, que decía: “alísatelo, es feo”. Pero después, cuando me tocó buscar trabajo de verdad, tuve que alisarme el pelo otra vez, porque cuando tú buscas trabajo hay una diferencia si lo haces con el pelo afro o con el pelo liso. Es la estética eurocentrista del pelo liso y de que cuanto más clara es la piel de la persona negra más es aceptada. Eso en activismo lo llamamos colorismo. Entonces volví a alisarme, pero luego empecé a conocer gente negra como Desirée, que también tenía el pelo natural y fui empoderándome.
Empiezas a moverte por tu círculo de racializados y entiendes que tener orgullo de tus rasgos físicos, de tu aspecto, es una manera de empoderarte. A mi abuela, si tú le dices que soy negra, te mata. Para ella soy café con leche. Mi familia está más o menos dividida, la mayoría son relaciones interraciales, y la misma pareja puede tener hijos tanto blancos como negros. Entonces, tú no le digas a mi abuela que alguna de nosotras somos negras que te pega. Es más, alguna foto que me ha visto por Internet con el pelo natural ha dicho: “Pero esta niña no tiene vergüenza”.
Desarrolla un poco más, por favor, ese concepto de colorismo.
Es que cuanto más clara es la piel de una persona negra, más aceptada será. Por ejemplo, hay gente que tiene la soltura de soltar delante de mí el discurso de Vox que pretende prohibir entrar a los inmigrantes negros, que siempre habla de los que vienen en patera. Y nombra negros, negros, negros... Entonces yo me cabreo muchísimo. Y me dice: “Pero tú no eres negra, tú eres brasileña, tú eres mulata, negros son los de África”.
Date cuenta que en los países colonizados está la estética eurocentrista como norma. Tú eres guapo si eres rubio, de ojos azules, alto, delgado, labios finos... Y hay gente que dice: “bueno, si yo para ser aceptado tengo que ser así...” Imagina el nivel de violencia que puedes recibir para llegar al punto de hacerte un tratamiento absurdo para cambiar tu color de piel.

Otra cosa que te leí en el Twitter fue una dura crítica hacia las batucadas...
Las que hacen las personas blancas, sí, me estresan. Me parecen un insulto a los míos y a mis antepasados. La batucada era una forma de luchar contra los blancos y su opresión. ¿Cómo ahora los blancos van a utilizar la batucada para sus luchas? Es como si ahora los franquistas cogieran la bandera republicana y la hicieran suya. Pero no solo ocurre con las batucadas, pasa con las rastas, con las trenzas, con los turbantes.... Son símbolos nuestros, de nuestra lucha. Es lo que llamamos la apropiación cultural.
Y un tema que se conoce muy poco es el del blackface. ¿En qué consiste?
Es ridiculizar a los negros cuando los blancos se pintan la cara con betún. Va como todo, en función de la estética eurocentrista. Los negros tenemos algunas facciones particulares de la cara como los labios, la nariz, el pelo... Y esto siempre se ha utilizado para ridiculizarnos. En Brasil, el humorista de turno, cuando quiere hacerse el gracioso, siempre hace esto. Pero es que no es gracioso. Mi identidad no es una broma.
Intentando traer toda esta problemática a nuestra realidad más cercana, ¿cómo ves la situación en Zaragoza ahora mismo del racismo y del antirracismo?
Yo noto que el racismo en Zaragoza ha crecido muchísimo, es increíble la diferencia. También ha crecido el número de negros, de gente racializada. Y el antirracismo en Zaragoza es un antirracismo blanco y muy flojo. Me van a matar si lo digo porque formo parte del movimiento pero hay que decirlo. Es un antirracismo que no sale del bucle de “todos somos humanos” y “migrar es un derecho”. No explica el porqué del racismo estructural, no explica que el racismo mata, que nos deshumanizan para criminalizarnos y el próximo paso será matarnos. Ahora mismo, en tiempos de Vox, SOS Racismo Madrid por ejemplo hace mogollón de cosas pero aquí es siempre lo mismo. Lo de aquí es más asistencialismo porque, en realidad, quien lo hace es gente blanca que trabajan en oenegés, no son gente que vive con eso 24 horas. Además que alguno ya se ha cabreado mucho porque yo he enviado artículos que les llama blancos. Pero a ver ¿qué son? Blancos en general.
¿Te refieres a algún tema en concreto?
Sí. Es como la foto del día 21 de marzo de la manifestación antirracista que hubo en Zaragoza. Es una foto que dices: ¿en serio que esto es antirracismo? Es una foto en la que están toda la gente blanca delante y los negros detrás. Es una foto bastante violenta, es como si en el 8M pusieran un montón de tíos delante y las mujeres detrás. Es totalmente incoherente.
Entonces ¿hacen falta también unas gafas antirracistas como las gafas violetas del feminismo?
¡Sí! Las gafas negras, las gafas racializadas. Es que, de verdad, no hacen ningún tipo de autocrítica.
Aprovecho esta referencia que haces para preguntarte cómo ves esa relación entre antirracismo y feminismo.
Desirée tiene un artículo que dice que ser feminista no te quita de ser racista. Es que el feminismo tiene que ser antirracista porque, si no, ¿qué feminismo es éste, si excluye a mujeres? Lo que pasa es que en la historia del feminismo se ha excluido siempre a las mujeres negras. En realidad es que tenemos historias bastante distintas. A las mujeres negras no nos han visto nunca como a las mujeres delicadas, las damas que necesitan el caballero que les salve. Nosotras venimos de una esclavitud. Las mujeres negras siempre han tenido que ser fuertes, han tenido que trabajar, cuidar a sus hijos, sacarse las castañas del fuego.
Hay un componente de clase ahí también ¿no?
Sí, pero cuando empezó el feminismo las mujeres negras aún éramos esclavas y ellas no luchaban por nosotras. Si no has visto la película “Señoras y criadas” la tienes que ver.
La buscaré.
Es un resumen de cómo en esa época las feministas trataban a las mujeres negras, que eran sus criadas en su mayoría. En esa época la esclavitud ya había terminado, pero la película muestra muy bien la violencia que las mujeres blancas ejercían hacia las mujeres negras, y también que no luchaban por nuestros derechos. Algo que ocurre todavía a día de hoy pero ahora de manera más disimulada. Hoy en día muchas mujeres siguen tratando así a sus empleadas del hogar migrantes racializadas. Incluso he llegado a escuchar alguna perlita de una feminista blanca sobre la lucha de las trabajadoras del hogar, que en España está mayoritariamente formada por mujeres migrantes racializadas.

Una cuestión diferente. Aterrizando más cerca la idea de que no se reconoce la presencia negra en la Historia de España. ¿Tú crees que existe también la idea de un Aragón exclusivamente blanco?
Lo de la España blanca es bien contradictorio porque yo cuando estaba en Brasil creía que los españoles eran todos como Joaquín Cortés el bailaor. Yo creía que eran todos altos, bailaores y sexys y que las mujeres eran como las gitanas. Y cuando llegué aquí, y vi que no... ¡Me llevé un chasco! Nunca entendí además cómo tratan aquí a los gitanos, porque son españoles por más que les joda. Y eso de que España sea blanca es la imagen que quieren dar pero es porque la fuerza mayor es la blanca, es la que ejerce la violencia sobre las demás. Pero que sea blanca... ¿Habéis estado colonizados por los marroquís, no, por los moros entre comillas durante siete siglos? Tan blanca no será España.
Yo español más bien no me siento, por decirlo suavemente.
Morenos, altos... Son los estereotipos de las nacionalidades.
Y sobre la presencia de lo negro en la cultura o en el imaginario de aquí, seguro que conocerás los cabezudos de Zaragoza. ¿Cómo te quedaste cuando viste por primera vez al Morico?
No sé. Dije: pues vale. Para mí era algo que representaba varias culturas. Porque hay un chino también ¿no
Un gigante, creo.
Yo lo veo como una representación. No tengo ninguna opinión formada sobre este cabezudo, que lo he llevado además en las fiestas de la Madalena. Pero solo unos minutos porque pesa muchísimo.
Te quería preguntar un poco más sobre el estereotipo de las personas negras. ¿Te ha ocurrido alguna vez que te hayan dicho “tú no eres como las negras por no sé qué”?
Sí. Tú eres muy guapa para ser negra, tú eres muy lista para ser negra. O algo que le escuché a un profesor: que para ser brasileña qué raro que estaba estudiando Derecho.
¿Y al revés? ¿Te has escuchado alguna vez lo de “no todos los blancos somos no sé cómo”?
Ah, esto todos los días. Es empezar a hablar sobre los blancos y que empiecen “no, nosotros no”. Que señalemos las violencias racistas es que os sabe mal a todos. Pero cuando dices “los blancos” no estás atacando a un blanco, a una persona en particular, estás hablando de lo estructural, del sistema, de todo, no de ti.
¿Qué le dirías a una persona blanca que se define como antirracista?
Que no puede ser antirracista solo cuando le conviene. Si es una persona realmente antirracista debería no aceptar racistadas, por mínimas que sean, denunciarlas sobre todo. Y recordar siempre que la voz antirracista la tenemos que llevar nosotras. Hay gente estupenda que trabaja y ha trabajado durante muchos años desde el antirracismo blanco pero es que ahora hay mucha gente que tenemos voz, y ya es el momento de que den el paso atrás y nos dejen hablar por nosotras mismas.