200 gitanos y gitanas necesitaron para soltar a Jairo. Del otro lado tan solo la voz de 2 payos borrachos y un racismo de siglos. Esto pasa cada día, cada tarde, cada noche en todos los guetos, en todos los barrios donde vivimos las familias gitanas. Esta violencia es sistémica y acaba convirtiendo la cárcel en una continuación del gueto.
