En 1992 no todo fueron olimpiadas, aves y expos, para nada. En una pequeña aldea del altoaragón unas familias luchaban por el derecho a la vida y a la vivienda. Esa aldea era un lugar por entonces muy desconocida ya que había estado casi aislada, puesto que a ella se accedía a través de una larga pista en mal estado, que a su vez, partía de una carretera muy estrecha y llena de curvas llamada ‘el alto del pino’.

