Sobre medios y mentiras; sobre médicos y mitología

Y hablando de cabalgar y ladrar... Como nosotr@s leemos libros y artículos científicos pero no panfletos, nos enteramos tarde, gracias a una compañera, de que El Periódico de Aragón había vuelto a la carga cuando ya pensábamos que nos dejaban trabajar tranquil@s. Lo hacía el domingo día 20 de mayo en un artículo de nuevo firmado por la inefable Carlota Gomar (Urdaci se puede jubilar tranquilo; hay relevo...): qué estilo, que objetividad y equilibrio; una delicia sólo comparable a aquellas que nos brindó el pasado mes de febrero.[1]

Como conocemos ya la costumbre de esta profesional de entrecomillar lo que uno no ha dicho, buscamos la información directamente en la página del Colegio de Médicos pero no nos fue posible localizarla, de modo que nos fiaremos (ay…) de lo que pone en el artículo.[2]

Y claro, nosotr@s no tenemos más remedio que reafirmarnos en la defensa de la Reducción de Riesgos, línea de trabajo en funcionamiento en el Estado hace más de veinte años y reafirmada por la propia Estrategia Nacional de Adicciones en fechas recientes. De nuevo vuelven a sorprendernos sobremanera al tratar de descalificar información que está tomada de materiales que sella el propio Ministerio de Sanidad y Consumo y el Plan Nacional Sobre Drogas, incluidas las partes en las que se dan pautas de reducción de riesgos y de daños en el consumo de ciertas sustancias.

No nos sorprende tanto, lamentablemente, que se sigan repitiendo cantinelas, no por habituales menos falsas, acerca de la distinción entre “drogas” y medicamentos” y sobre lo indigno que supone, supuestamente, mezclarlas. Miren, se pongan como se pongan, tan droga es el diazepam como la MDMA o, si quieren una comparación más cercana, como el opio. El hecho de que unas sean legales y otras no, no cambia su naturaleza farmacológica, y pretender hacer creer a la gente que las sustancias legales lo son por ser menos peligrosas o potencialmente dañinas y las ilegales ostentan esa condición exactamente por lo contrario (y no por motivos económico-políticos y culturales) es insultar la inteligencia. Esto es evidentemente falso, y tal falacia ha sido desmentida con contundencia por cuanto estudio histórico se ha acercado al tema sin un interesado sesgo.

Por otro lado, lo repetiremos una vez más, decir que una serie sustancias son drogas no equivale a equipararlas ni a decir que todas tienen los mismos caracteres o riesgos, al igual que decir que una bicicleta y un barco pesquero son ambos medios de transporte no implica decir que sean idénticos.

De nuevo nos disculpamos por la obviedad que nos obligan a decir, aunque aprovechamos, por cierto, para insistir en que las benzodiacepinas no son precisamente más seguras que su predecesor en el tiempo (de uso milenario, recordemos), ni ofrece más riesgo el cannabis que tant@s jóvenes consumen que los antipsicóticos (risperidona, haloperidol…) que, violando cualquier principio ético y educativo, se recetan con suma alegría a chiquill@s que antes eran calificad@s como delincuentes y hoy como delincuentes y enfermos del llamado Trastorno Negativista Desafiante. Sí, esto existe; consulten los DSMs correspondientes y asústense, o vayan a las cárceles de niñ@s, mal llamadas reformatorios, y asústense aún más. Si no quieren ir tan lejos, vean los datos de prevalencia de consumo en menores (14-18 años) según la encuesta Estudes[3] y observen como si bien un 26,3 % han consumido cannabis en los últimos 12 meses, un 17% lo ha hecho de hipnosedantes de farmacia; dato no menos alarmante, sin duda. Como además much@s de ustedes sabrán, está hoy de moda entre l@s jóvenes (much@s de ell@s menores) consumir para sedarse jarabes con codeína mezclados con refrescos. ¿Será “droga” la codeína para el ilustre Colegio? ¿Querrán ilegalizarla por ello? Lo es, sin duda, y su uso no cambia su naturaleza química. En fin, sobre drogas legales e ilegales estaremos encantados de mantener los debates que sean necesarios, con médic@s colegiad@s, sean psiquiatras o no…

Decían l@s creadores del proyecto IGIA que “Las campañas supuestamente preventivas son la expresión hecha discurso de los criterios políticos penalizadores con los que se está afrontando el tema”.[4] No sólo la “prevención”, en realidad, sino las propias definiciones de lo que es “droga” y lo que no están sujetas a malabarismos institucionales para separar en grupos diferentes en función de la farmacología lo que está separado en función de economía-política. La multidefinición de la OMS al respecto (con cuatro significados paralelos, de los que a nosotr@s nos interesa el farmacológco, claro) es un buen ejemplo de esto.[5]

Sin embargo, más allá de la separación legal, y de su defensa por motivos corporativos, nos ha dejado atónit@s que se afirme (insistimos, según el artículo y concediendo el beneficio de la duda al Colegio Oficial) que “llama la atención la desinformada e interesada equiparación de determinadas sustancias legales” como pueden ser el alcohol o el tabaco, con “drogas de alta incidencia de mortalidad e incluso letalidad”. Vaya, esto sí no lo esperábamos. Resulta que, por ejemplo, el tabaquismo es un problema no sólo para las personas fumadoras sino también para las pasivas. Hay más de 7 millones de muertes directamente relacionadas con el tabaco cada año, de las cuáles, más de 6 millones son el resultado de su consumo directo, mientras que alrededor de 890.000 son el resultado de la exposición de los no fumadores al humo de tabaco, según datos de la propia OMS.[6] En contraste, las estimaciones mundiales de dicha organización indican que 245.000 muertes son atribuibles a las drogas ilícitas cada año.[7] Es decir: el humo de l@s fumador@s genera mucho más daño entre l@s no fumador@s que el consumo de todas las drogas ilegales juntas, aunque es cierto que el número de consumidor@s es diferente y que estos datos habría que ajustarlos en función de eso. Por dar más datos, también como ejemplo, los estudios más precisos (Newcombe, R., Woods, S.)[8] estiman la mortalidad asociada al consumo de éxtasis en 1,75 por cada 100.000 consumidor@s y, si se tienen en cuenta las dosis, el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías calcula una defunción por cada 6.800.000 pastillas ingeridas.[9] De nuevo habría que ajustar datos para la comparación, pero siempre es bueno utilizar estadísticas reales y no figuraciones sensacionalistas mediáticas.

Acabamos ya, no sin lamentar que de nuevo la precampaña electoral sirva para impulsar artículos que hacen un flaco favor a las políticas preventivas. Afortunadamente, la mayoría de las personas son más inteligentes de lo que nuestros ínclitos medios nos quieren hacer creer, y así se nos confirma en cada taller o curso que impartimos. Como el que acabamos de terminar, por cierto, dirigido a profesionales de la educación formal e informal y de los servicios sociales (con 27 personas inscritas) y que agradecen, saquemos pecho ante la calumnia, por qué no, las herramientas de trabajo que les aportamos.[10] Malas noticias para quienes quieren desprestigiar e incluso interrumpir nuestro trabajo: resistiremos.

...

[Notas]

[1] Por ejemplo, la que escribió sobre las más de dos horas de debate en el Ayuntamiento de Zaragoza y las valoraciones por parte del Gobierno Municipal sobre la estrategia de la reducción de riesgos (con 21 años de trayectoria en el Estado, recordemos, y recogida en los planes estatales y autonómicos sobre drogas) y sobre las condiciones de los presupuestos participativos, que para ella merecieron el titular: “ZeC no supervisó el contenido del folleto que explica cómo drogarse”. Lo peor es que ni el contenido del artículo ni el de todos los anteriores firmados por la misma persona relativos al ya famoso folleto mejoraban el titular. Ver: http://consumoconciencia.org/2018/02/24/mensaje-ls-pseudopoliticos/

[2] Ver aquí el citado cuaderno: http://consumoconciencia.org/2017/09/18/presentacion-drogas-barrio-drogas-mundo-csc-bunuel/

[3] http://www.pnsd.msssi.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/pdf/ESTUDES_2016_Presentacion.pdf

[4] González Zorrilla, C. et. al., Repensar las drogas, Grupo IGIA, Barcelona, 1989

[5] Ver aquí sus definiciones de “droga”: http://www.who.int/substance_abuse/terminology/lexicon_alcohol_drugs_spanish.pdf?ua=1

[6] www.who.int/mediacentre/factsheets/fs339/en/

[7] www.who.int/healthinfo/global_burden_disease/GlobalHealthRisks_report_part2.pdf

[8] www.drugtext.org/library/articles/newcombe.htm

[9] www.emcdda.europa.eu/html.cfm/index37336EN.html

[10] Dadas también las descalificaciones al respecto del Señor Azcón, que dijo que” cómo iban a dejar a sus hijos en manos de esta gentuza”, vean aquí las valoraciones de madres y padres sobre nuestros talleres: http://consumoconciencia.org/2018/04/15/valoraciones-madres-padres-talleres/

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