¡Salvad al soldado Errejón!

El pobre Íñigo se ha convertido en “target” de una nueva operación. Una operación similar en objetivos a la de Pedro Sánchez en el PSOE, es decir, meter el palo en el avispero y que haya un sector dentro de PODEMOS que aparezca más proclive a la normalización política –dentro del Régimen del 78 –. También que la situación de precariedad que cotidianamente sufrimos la mayoría de las de abajo se convierta en algo razonable, nada extraordinario, que nos sea objeto de indignación, sino de normalidad, con el objetivo de eliminar cualquier resistencia a la nueva ola de recortes en ciernes o que la protesta sea un dato pintoresco del Sur de Europa, que cada cierto tiempo sale a la calle sin más trascendencia política, ya que los líderes sindicales y políticos de la “izquierda” hace tiempo que están cooptados por la Oligarquía. Esta situación de estancamiento popular eterno es la que PODEMOS, Convergencias y los En Común están en situación de romper, ya que son capaces de hacer efectiva la presencia de la agenda política plebeya en la escena política cotidianamente.

El objetivo, tanto de los grupos comunicación nacionales “progresistas” como de los locales de Aragón que pasan por serlo (esa gente de orden que sobrevive, en todos los casos, gracias a la financiación oligárquica), es la de cooptar a un sector de PODEMOS o bien que la línea política ahora decidida por la mayoría aparezca como la de unos locos radicales. ¿Otro golpe palaciego? Está claro que la locura verdadera es la suya, es decir, la de aceptar como normal y como la “mejor de las posibles” una lógica social que cada día que pasa nos coloca, a base de políticas antisociales, un paso más cerca del desastre y de la barbarie. Esperemos que sepan respetar lo decidido en las urnas internas. Que aprendan de una vez que son las dinámicas sociales las que juzgan los patrones organizativos y políticos y no al contrario (Bologna).

El secretario político de PODEMOS esta enjaulado en su propia dinámica y en algunos y arriesgados juegos tácticos. Se ha metido él sólo en una trampa. Los resultados de Madrid le deberían hacer meditar, a dónde le ha llevado un cierto dogmatismo laclausiano, la poca flexibilidad táctica hacia adentro y la excesiva elitización del discurso hacia afuera. Íñigo Errejón es un gran político que debe encontrar su sitio en el lado del pueblo al que sin ninguna duda pertenece y se sacudirá, sin duda, la “tutela odiosa” del grupo PRISA y alrededores.

Que ahora el País o Trasobares lo abracen alabando su acreditada capacidad intelectual y su visión “más razonable”, no forma más que parte del rencor de los dinosaurios al sentirse superados y del fracaso continuado de su campaña para romper o domesticar PODEMOS, especialmente en Aragón, que les pone muy nerviosos. Lo han intentado todo y lo seguirán intentando, también desde dentro. Son los mismos que le atacaron, nada más empezar esta singladura de PODEMOS, por sus trabajos en la universidad de Málaga.

Disparan con todo lo que tienen a su mano y se producen extraños realineamientos. Tan pronto un día somos como Trump por “populistas”, que como Lenin por “radicales”. Desorientados y aislados, antiguos “gauchistas”, se transmutan en aliados de los populistas más cool y de los admiradores de la efectividad organizativa de la STASI. Cualquier cosa antes que el empoderamiento y la autoorganización de las de abajo.

“Ha llegado el momento de ponerse serios” “del orden”… musitan desde sus sofás de cuero y desde sus puestos de décadas en fundaciones, sindicatos o medios de comunicación. ¿A dónde van esa “gente rara”? dicen con displicencia. En fin, de nuevo somos esas “clases peligrosas”. El fantasma de Marx sonríe.

Sin comprender, analizar y dar trascendencia a su responsabilidad en todo este proceso de destrucción de los vínculos de solidaridad social, escudados en el santo advenimiento de la fórmula ya vacía de un estado de bienestar ausente para las de abajo desde siempre (y sin cuestionar el marco de explotación, miseria y guerra en el que se apoya), los “progresistas” han renunciado a ver -cara a cara- la realidad de las decenas de miles de ilotas (de esclavos) que producía la llamada Democracia del Bienestar. Pero los esclavos ya están aquí. Llegan en patera y se producen también en nuestros barrios con trabajos con sueldos de miseria y junto con la crisis más importante del capitalismo en décadas. Esa “fórmula de reparto” del bienestar reducido es recogida por los Trump y Le Pen pero con una acotación a pie de página: la preferencia nacional. ¡Ay cómo hemos cambiado!

La promesa de que todo siempre iría mejor mientras no cuestionáramos lo importante ha actuado como el veneno que inocula la araña en su víctima, ha disuelto por completo el cuerpo social por dentro, ha roto todos los vínculos solidarios de los de abajo, confiadas como estaban las clases populares en que actuaban con un poderoso aliado: La Historia,  que seguro estaría, al final, de su lado.

Hoy el cuerpo social, tras la acción del veneno de la socialdemocracia realmente existente, es una cáscara de consumo por fuera (con la socialdemocracia los de abajo sólo se hacen relevantes socialmente como consumidores) y licuado por dentro, dominado por la mercantilización como modo de mediación social e, inerte ya, ante una globalización que les supera y le da vértigo. A  los que, desde bajo, investigamos la manera de recomponer los vínculos, de salvar la vida, de detener la barbarie, nos llaman de todo. Y eso que hacemos lo que PODEMOS por mejorar las cosas. Tejer vínculos solidarios, defender la vida, los cuidados y, entre ellas, la tarea más importante ahora: rescatar al soldado Errejón de las garras insidiosas de la máquina del fango. Nos hace falta, es un gran compañero.

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