Resaca electoral, ¿y ahora qué?

Los escenarios previsibles en Aragón para la izquierda rupturista en el reparto de diputados y concejales se han cumplido. IU-Aragón, única fuerza política con representación institucional que se ha opuesto al Lambanato, ha conseguido un escaño por Zaragoza a las Cortes. Se pronostican otros cuatro años de saqueo semi colonial sobre Aragón esta vez al mando de la extrema derecha. Lamentablemente la presencia de CHA y Podemos no han frenado las políticas del neoliberalismo del PSOE en Aragón y parte de los partidos de izquierda carecen de legitimidad entre grandes sectores de la población. Fracaso electoral fruto, más que de …

Los escenarios previsibles en Aragón para la izquierda rupturista en el reparto de diputados y concejales se han cumplido. IU-Aragón, única fuerza política con representación institucional que se ha opuesto al Lambanato, ha conseguido un escaño por Zaragoza a las Cortes. Se pronostican otros cuatro años de saqueo semi colonial sobre Aragón esta vez al mando de la extrema derecha. Lamentablemente la presencia de CHA y Podemos no han frenado las políticas del neoliberalismo del PSOE en Aragón y parte de los partidos de izquierda carecen de legitimidad entre grandes sectores de la población. Fracaso electoral fruto, más que de la “desunión”, de la política gobernista.

Zaragoza en Común, alianza entre la izquierda tradicional IU y PCE y las fuerzas municipalistas emanadas del ciclo del 15M, han sido la primera fuerza y única de la izquierda en el Ayuntamiento de la capital. Fuera CHA y Podemos del Ayuntamiento de la capital, segunda institución en importación de Aragón. Victoria absoluta de la derecha. El fin del fin del ciclo. Podemos, que tuvo uno de sus mejores resultados autonómicos en Aragón, ha tenido una progresión de 14-5-1. Resiste mucho mejor IU y Chunta que están mucho más pegadas al territorio y tienen estructura. No debemos minusvalorar ni sobredimensionar las consecuencias de un gobierno de la ultraderecha. Las políticas estructurales que afectan de verdad al día a día de las personas no son competencias municipales: empleo, sanidad, vivienda, educación… Aun así las posibilidades de generar un modelo de ciudad amable, sostenible y que mire hacia los barrios de clase trabajadora han dejado de existir.

Este texto está escrito, menos el resultado final y preciso de votos y escaños, durante la campaña electoral. Y esto es porque el camino que nos deja el sistema, el Régimen del 78 a las fuerzas de izquierda, a los movimientos sociales, a la sociedad civil, a los sindicatos y a asociaciones varias sigue siendo el mismo que hace dos semanas. Unas elecciones pueden ser, a veces lo han sido, un punto de inflexión en el transcurrir de la lucha de clases. Haciendo un análisis cercano a la realidad un vuelco electoral es condición necesaria, aunque no suficiente, para iniciar un ciclo de cambio político, un Proceso Constituyente o una revolución en nuestro país.

Dicho esto, es necesario no pecar de tacticismo parlamentario, o como dice la gente normal, no empezar a construir la casa por el tejado. Claro que las alianzas, la unidad electoral o los pactos, sean de gobierno o no, se darán, y no tienen por qué legitimar a un sistema parlamentario cada vez más erosionado. La pregunta que hay que hacerse es, ¿para qué? ¿Para qué pactar? ¿Para qué gobernar?

En primer lugar, el cuanto peor, mejor es un error de bulto. Retroceder en derechos civiles y políticos conseguidos con sangre, sudor y lágrimas por la clase obrera durante la transición puede ser un precio muy alto a pagar. Es mejor, objetivamente, para el día a día de la clase trabajadora mantener esos derechos como el aborto, el derecho de manifestación, de sindicación, tener partidos legales, sedes abiertas etc. Y no solo es bueno porque es mejor la vida de las clases populares, es mejor porque genera condiciones estructurales mejores para la movilización y organización política. Esto es algo que está en juego si gobierna la parte más reaccionaria del Régimen.

Dicho esto, ¿tiene que marcar el juego parlamentario la acción cotidiana de las fuerzas políticas de izquierda? La respuesta es clara: no. Esos pactos, alianzas, listas conjuntas, o incluso co-gobiernos tienen que estar supeditados a una estrategia general, marco, global. La democracia parlamentaria pluripartidista, o sea liberal, es cada vez más débil. Cada vez hay más descontento, más desconfianza. Cada vez existe un mayor descontento y una mayor desconfianza, como podemos analizar tras los resultados de procesos electorales anteriores sigue habiendo una mayor abstención entre las clases populares. A pesar de esto, las instituciones siguen siendo uno de los principales lugares donde los y las trabajadoras buscan respuestas y soluciones a sus problemas cotidianos. Pero como he dicho antes esto está en un claro retroceso. Además, no es, ni de lejos, ni por potencialidad el único lugar donde se buscan.

En un mundo cada vez más mediatizado, más uniforme, más monocolor donde las personas estamos más alienadas de lo cotidiano, lo local y lo regional urge poner pie en pared. Construir desde el centro de trabajo, desde el barrio, desde el pueblo o la comarca, desde la asociación o plataforma de turno. Es donde florecen con mayor crudeza las contradicciones del capitalismo y donde su explotación se vive de una forma más clara. Por eso la militancia concreta y cotidiana es un tesoro que no se puede perder. El cómo las redes sociales marcan la actualidad es algo que ya está inserto en nuestras vidas, y es algo que ha venido para quedarse; aun así la huelga, la manifestación, el desahucio y hasta las fiestas populares y lugares de encuentro se siguen dando en el espacio público, en la calle. Cada día que pasa se acentúa más la diferencia entre el mundo mediático (empresas de comunicación, vida parlamentaria, el tuit viral de día) y la vida cotidiana de la clase trabajadora. Esquizofrenia colectiva. Desahucian a tu prima, pero crees que si bajas a por el pan te van a ocupar la casa. No te suben el salario y el aceite y los huevos han subido el 50% pero te preocupa que “Bildu es ETA” viviendo en Cariñena. Hay compañeros y compañeras que piensan que ese es el terreno de combate. Los intelectuales que alaban la guerra de posiciones de Gramsci, planteando una batalla, a la madrileña, a campo abierto contra las empresas de comunicación controladas por el IBEX. Un David contra Goliat difícil de ganar. La izquierda materialista no leemos la Biblia.

¿Qué queremos decir con todo esto? Pues que la participación política tiene que ser diaria, no delegada cada cuatro años. Que el tensionamiento de los espacios electorales es necesario pero esa fuerza militante tiene que estar presente en construir algo más que grupos parlamentarios. Estamos en una etapa de retroceso de las luchas sociales, ojo, no han desaparecido, pero el régimen político está más fuerte y esas contestaciones son parciales. Es momento de resistir, de acumulación de fuerzas; por eso es en esta etapa necesario poner en valor la militancia, el mantenimiento de espacios y organizaciones, de actos, de espacios populares.

Esa es la tarea primordial. Hay otras tareas pendientes como fijar una estrategia conjunta, un Pacto de San Sebastián del siglo XXI, y un programa de mínimos para esa estrategia. No puede cundir el desaliento porque no partimos de cero: República, federalidad, nacionalización de las eléctricas, cambio de modelo productivo, soberanía, defensa de los servicios públicos… Esas son las herramientas y propuestas que llevamos en nuestra mochila elaboradas y desarrolladas a lo largo de las últimas décadas por compañeros y compañeras que son tanto o más listos que nosotros y nosotras.

Sin ladrillos no hay casa que construir. Si el espacio de unidad que se está construyendo se hace con el único objetivo de jugar al parlamentarismo cometeremos un error difícil de remediar en décadas. Queremos una casa con cimientos y tejado que nos cubra, no nubes de humo.

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