Que nadie juegue con nuestra esquizofrenia

DIAGONAL | Francescomaria Evangelisti (Grupo de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social - Compolíticas) | Según muchos autores, para comprender el espíritu de un tiempo se debe observar e interpretar cómo los hombres que lo vivieron lo representaron. Los futuros historiadores de este bizarro inicio de milenio occidental, intentando encontrar una vía para comprender los miles de acontecimientos, individuos y opciones sociales que dejaremos como herencia, deberán enfrentarse, espero que de manera retribuida, al análisis de las publicidades televisivas. Este texto pretende ayudarlos en el momento de enfrentarse al anuncio de Campofrío de las navidades 2012 firmado, cómo el …

anuncios tvDIAGONAL | Francescomaria Evangelisti (Grupo de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social - Compolíticas) | Según muchos autores, para comprender el espíritu de un tiempo se debe observar e interpretar cómo los hombres que lo vivieron lo representaron. Los futuros historiadores de este bizarro inicio de milenio occidental, intentando encontrar una vía para comprender los miles de acontecimientos, individuos y opciones sociales que dejaremos como herencia, deberán enfrentarse, espero que de manera retribuida, al análisis de las publicidades televisivas. Este texto pretende ayudarlos en el momento de enfrentarse al anuncio de Campofrío de las navidades 2012 firmado, cómo el de Coca Cola de la pasada Eurocopa, por McCann Erickson.

Ahora estamos viviendo una época en la que la construcción de los imaginarios colectivos es una costumbre del lenguaje publicitario y no una prerrogativa de la política propedéutica a un cambio o a la conservación o a la renovación. El anuncio analizado no es el Mein Kampf, no son las series televisivas producidas con dinero público, ni La Razón. Es de embutidos, pero vista su audiencia es potencialmente más peligroso. El spot del refresco ensalzaba la idea de “país maravilloso” que se sabía levantar como Xabi Alonso en aquella célebre final, lo de la empresa de Ballvè, heredero de un nombre cuya biografía sería mucho más persuasiva que cualquier anuncio,  protagonizado por Fofito y con muchas celebridades involucradas, tiene una función y un lenguaje muy distinto.

Han pasado unos meses de cuando nos metiste cuatro, se ha desahuciado a más personas, el paro no parece invertir su tendencia y en las redacciones de los telediarios han tenido que cambiar las imágenes de archivo que se utilizan cuando se habla de pobreza. Ya no es la hora de prometer, es el momento de hacer cuentas y volver a empezar.

Los directivos de la empresa habrán pensado que este era el mensaje que debía acompañar el lomo embuchado en paquete de 125 gramos en la mente y en la mesa de la audiencia y, probablemente tras un complicado y agotador brain storming, han decidido de pagar un espacio publicitario para emitir semejante anuncio.

¿Cómo están ustedes? Hundidos

El payaso vuelve a casa pensativo, ha leído en un periódico que la venta de antidepresivos ha subido por las nubes y  culpa de esto a los medios de información, que, hacen creer a los españoles que no sirven para nada, desanimándolos. ¿Qué hay mejor, cuando se está triste y se necesita mejorar la situación de un payaso que escribir un currículum con una máquina de escribir? Esto es lo que debe haber pensado la directora, Icíar Bollaín, como queda plasmado en sus declaraciones en la presentación del anuncio: "una palmadita en el hombro, porque hay que animarse. Aunque las cosas están fatal, debemos acordarnos de que también tenemos muchas cosas positivas".

Con la sonrisa típica de las máscaras inadecuadas a la tragedia que deben representar, Fofito decide escribir un currículum de la nación española ignorando que si fuese de verdad lo tirarían a la basura cerca de los nuestros y que cuando se debe resumir la propia vida laboral y estudiantil para conseguir un cualquier empleo se necesita algo más que una Olivetti sin la @. Pero esto se puede considerar parte de la poética de Bollaín. Los problemas de hecho se manifiestan cuando empieza a teclear, escuchando consejos de famosos que han entrado sin problemas en su casa. A lo mejor le han embargado el piso en una buena zona urbana y todos ellos son posibles compradores, gente de dinero y de ahorros, principalmente actores cómicos, también de los que no hacen reír.

El objetivo de los dos minutos es recordar todo lo que España ha hecho hasta la fecha: la artillería empieza citando discretamente los donantes de órganos, los siete premios Nobel (omitiendo que son la mitad de los húngaros galardonados). El piso interesa a Segura que le aconseja que anote los siete Oscar; el deporte después de un debate se deja para una inútil sección de aficiones y, como en el anuncio de Coca Cola, vuelve la referencia a los trenes de alta velocidad.

Se anota el invento de la fregona y del Chupa Chups  y una mansalva de tópicos, hasta que los autores, los bribones, nos cuelan una referencia al disenso, a los yayoflautas, que caen mejor que los de Neptuno a los que todavía compran embutidos de marca. El mismo sentimiento bribón de la agencia se puede encontrar en la referencia a las infraestructuras inútiles. Los “críticos” no le interesamos si no como clientes marginales, el objetivo es persuadir a quien hace la compra para toda la familia y ve su acto de comprar como un gesto en un ritual social más amplio. (La ecuación sería: compro este embutido, soy enrollado con los problemas de quien no puede).

Mientras divagábamos, el Payaso ha dejado su casa, no se sabe con o sin intervención de las fuerzas de seguridad y marcha a enviar el documento. En el camino se encuentra con jóvenes que se van y que prometen volver después que todo esto se acabe. Después hay una fractura porque comparece Iñaki Gabilondo, respetable profesional ciudadano de este peculiar Reino. Al principio no comprendo el porqué, pero todo se aclara cuando habla de solidaridad, mientras detrás de él hay ciudadanos organizados que defienden el derecho de Fofito a la vivienda.

Es un fenómeno de mímesis del mensaje antagonista a través de la hierofanía del sistema que confirmado por el periodista, demuestra que es posible usar las paradojas que rigen la industria cultural hegemónica. Según mi opinión, Gabilondo, verdadero bribón, se ha prestado a promover jamón york, supongo que por dinero, y por colar aquellos dos segundos de sonidos y sobre todo palabras en una publicidad destinada a ser emitida entre las revelaciones de un toy boy y el petulante ruido de las tertulias.

Fofito tiene este rayo de esperanza en un bar mientras otros se embrutecen, con sus jamones de pequeñas dehesas extremeñas resistentes al monopolio y es increpado otra vez por el pesado de los deportes, ¡que ya no es el momento! ¡Que la anciana debe mantener los hijos y los nietos! Lo que sirve es enviar bandejas surtidas de chacina a los Todopoderosos. Los briboncetes juegan con las ciencias de los signos al referirse a quienes descalifican el sistema español y a la institución que nos viola casi a diario, hacen una referencia al físico de la canciller Merkel demasiado burda como para pensar que sea aposta y dejan al payaso con la certidumbre de su gracia en el momento de elegir regalos.

Fondo negro, el eslogan “que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida”, logo corporativo. Que los camellos del lomo tengan razón y que ningún publicitario más siga jugando con las esquizofrenias de la audiencia.

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