¿Porqué pensamos lo que pensamos? ¿Qué es eso de la hegemonía cultural?

El modo de ver y acercarse al mundo no es algo estrictamente individual y peculiar de cada persona, sino que hay formas previamente construidas por medio de la cultura reinante, estas formas establecidas son premeditadas y funcionales al orden político-social y llenas como no, de ideología capitalista. Estas tienen profundas raices en el liberalismo e idealismo y están en evolución constante. Hay una de estas visiones socialmente establecidas que vamos a intentar exponer brevemente: pensar que la realidad social está mediada por una suma de individuos que se desarrollan de manera libre y que por lo tanto parten y viven …

El modo de ver y acercarse al mundo no es algo estrictamente individual y peculiar de cada persona, sino que hay formas previamente construidas por medio de la cultura reinante, estas formas establecidas son premeditadas y funcionales al orden político-social y llenas como no, de ideología capitalista. Estas tienen profundas raices en el liberalismo e idealismo y están en evolución constante.

Hay una de estas visiones socialmente establecidas que vamos a intentar exponer brevemente: pensar que la realidad social está mediada por una suma de individuos que se desarrollan de manera libre y que por lo tanto parten y viven de una manera igualitaria. Por lo tanto significaría que los individuos se deben a sí mismos, y se construyen de una manera casi independiente de los condicionantes políticos, económicos, valores, culturales y procesos históricos que viven. Que cada persona tiene algo innato que le hace desarrollarse de una manera y no de otra. Ahí es donde residiría el concepto de idealismo que es una de las bases del sistema capitalista para negar la conflictividad y el desarrollo histórico.

No hay mayor trampa que responsabilizar y propiamente individualizar las conflictividades y la realidad en el conjunto social, abstracto y amorfo de “la gente” o de los ciudadanos. No hay mayor trampa que ocultar el origen sistémico de todo lo que acontece. Nada es casual, ni ajeno a los condicionantes materiales, culturales y políticos. Y por supuesto nada de lo que ocurre es natural; así la pobreza y desigualdad no es ni una casualidad, ni un mal menor, no se deben a la naturaleza de las personas que hace que algunas se sacrifiquen o trabajen duro para alcanzar una mejor posición o tampoco son una lacra eterna que siempre existirá y a la cual habrá que poner parches. Sino que es consecuencia de determinado sistema productivo que se basa en el reparto desigual de la riqueza social generada, en la acumulación en solo unas manos de capital y medios de producción y en otras dependientes y desposeidas de todo lo que tienen, quedándoles exclusivamente su capacidad de trabajar para las propietarias.

Por otro lado, esto tiene una vuelta bastante implantada en parte de los voceros del liberalismo y de la socialdemocracia y es pensar, que los problemas y la realidad se transformaría desde voluntades o grados de consciencia concretos, desligándose del sistema en el que se desarrollan los individuos y que todo el mundo tendríamos una parte de responsabilidad. Un ejemplo es lo que vemos a diario en la propaganda empresarial, institucional o información en los medios para evitar la catástrofe medioambiental en la que nos encontramos y caminar hacia una supuesta transición ecológica. Según ese esquema solo bastaría con la toma de consciencia y responsabilidad individual del problema, una serie de pequeños retoques como reciclar, bajar el consumo de algunos productos y una serie de pequeñas medidas técnicas y reajustes en los medios de producción por parte de empresas e instituciones.

Si nos adentramos en el problema podremos llegar a entender que es justo las bases del sistema capitalista y su desarrollo histórico el que produce semejante crisis y no una serie de malos hábitos, prácticas concretas o la idea exagerada, algo misántropa diciendo de que “el ser humano somos así” y que no hay remedio posible. Es la propia estructura y el funcionamiento del capitalismo y el modelo social que necesita para su incansable expansión y ganancia la que produce la crítica situación en la que nos encontramos, ya que el capital bebe de dos fuentes de riqueza: la humana y la natural. Y no pondrá freno porque su única garantía de supervivencia es la explotación constante sin una perspectiva de sostenibilidad y visión a medio plazo. Es un caballo debocado hacia el precipicio.

Así se expande esa idea como una plaga de que los problemas de este mundo se resolverían por medio exclusivamente de la educación, sin entender que justo la educación es una estructura dominada por los valores y cosmovisión capitalista, aquella que perpetúa el ideario afín de la estructura originaria.

Viéndolo con otro ejemplo simple y cercano; el último anuncio del gobierno de España para luchar contra la adicción al juego. Ya que está subiendo enormemente entre los jovenes y la población migrante. En el anuncio se llevan acabo una serie de acusaciones de que la culpa es del que se engancha, como del que bebe y coge el coche, que tiene que concienciarse de cuales son las nefastas consecuencias que tiene el juego, de saber decir que no. Lo curioso es que el anuncio o ninguna campaña de este tipo se adentra en ningún momento o pone encima de la mesa que procedencia de clase tienen los jovenes adictos/as al juego, que motivos les llevan a la población migrante a apostar, bajo que condiciones económicas o educativas se desarrollan, que alternativas de ocio tienen a su alrededor, o cuales son los orígenes y beneficiarios de tal lacra para la clase trabajadora.

Lo que se suele hacer es una abstracción demagógica, decir que cada joven puede o no engancharse, que cada joven tiene la capacidad de elección, que los orígenes de clase no importan, ni la precariedad existencial que sufren, ni esa falta de alternativas de ocio, ni el nihilismo reinante, ni que el bombardeo de propaganda aspiracional mediante youtubers y redes sociales en internet influye en el desenlace y desarrollo de la juventud. Ni siquiera se pone el foco, (a veces tan solo tímidamente) en aplicar medidas drásticas que paralicen todos las aperturas de salas de juego, publicidad o de portales de internet de este tipo. Es evidente porque las reformas son tenues e inoperantes, estas empresas forman parte de todo un entramado de capitales con grandes intereses e influencias para poder hacer valer su poder y los poderes políticos institucionales o no quieren o son incapaces de hacerles frente de manera real.

Es sobre estos valores de individualización del escenario social sobre los que se asienta uno de los pilares de la sociedad burguesa. Y es que el capitalismo no solo es una relación económica o sistema productivo, sino que se expande por todos los aspectos y esferas de la realidad, incluida la cultural. El nuevo poder que se implantó con el capital y su desarrollo en el siglo XX basado en el consumo, la uniformidad-individualización de los individuos y la coerción sigue expandiéndose para legitimar todos los cambios culturales necesarios para su desarrollo, y ello lo hace por medios económicos como por ejemplo; el control directo o indirecto de casi todo tipo de producción cultural, con el control por medio de subvenciones del arte revolucionario y transformador, del lenguaje con la apropiación de palabras e ideas liberadoras como libertad o solidaridad, con la mercantilización de la producción audiovisual y la difusión de valores capitalistas y reaccionarios, de potentes inversiones para el control y privatización de la educación con las actuales materias y herramientas de enseñanza implantadas en todo el sistema educativo y también con el dominio del campo del conocimiento e investigación.

Así la filosofía marxista, para explicar esta producción de valores en masa, habla de hegemonía cultural; como la dominación de la sociedad culturalmente diversa por la clase dominante, cuya cosmovisión, creencias, moral, percepciones, instituciones, valores o costumbres se convierten en la norma culturalmente aceptada, con prestigio y propiamente en la ideología dominante, valida y universal.

Esta hegemonía cultural es la que justifica y legitima el orden político, social y económico como algo inevitable y natural. Y esto pasa igual en el capitalismo actual en Europa, en el mundo arabe, como en el siglo XV con la hegemonía cultural de la iglesia y la nobleza. Es decir en cada fase histórica la hegemonía cultural existe y se expande o no en base a la conflictividad entre clases sociales. Por ello en la actualidad con la derrota de los movimientos revolucionarios del siglo XX y en un momento de reconfiguración como el actual, el capitalismo gana y domina implacablemente. Se cuela en nuestros valores, pensamientos, juicios de valor y un largoetcétera. Se encuentra tanto en la esfera de la vida pública como en la privada y utiliza toda una serie de medios y herramientas sin precedentes, una vertebración perfecta que no permite la ajenidad (el estar afuera de la misma). Podríamos decir que no es que formemos parte, sino que nosotras mismas somos el capitalismo.

Somos cultura capitalista. De esta manera interpretarlo, analizarlo y estudiarlo no es una tarea cualquiera, sino la base para toda transformación social. La base para comprender su funcionamiento, poder disputar el campo social y poder iniciar profundos cambios que logren derribarlo.

Comenzar ya mismo, ahondando en las raíces de instituciones socialistas como los concejos abiertos y su sistema comunal, de cultura revolucionaria con sus ateneos, prensa, literatura y arte socialista para formar hoy una nueva cultura revolucionaria adaptada a la realidad, adentrarnos en las brechas que deja el capital para aumentar la visión de que el análisis del mundo está sesgado y responde sus intereses y trabajar en los espacios sociales oportunos para la construcción de una cultura socialista; colectiva, internacionalista, basada en la solidaridad, y comunal de todos los aspectos de la vida para alcanzar el desarrollo libre de cada individuo. Una cultura que derribe el viejo mundo, un nuevo paradigma y cosmovisión en el que sostener la necesaria idea de que el mundo hay que transformarlo.

Autor/Autora

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies