Por un Frente Amplio desde abajo

Es evidente que la izquierda electoral de este país necesita un cambio. Unidas Podemos se encuentra en caída libre. Del proyecto ilusionante de 2014 solo quedan cenizas. En cuatro años (2015-2019) ha perdido la mitad de su representación y las últimas encuestas del CIS de noviembre reducen su número de diputados a 25, una representación que reduciría más si cabe su capacidad para influir en la esfera estatal. Al mismo tiempo, la extrema derecha sigue en ascenso. La misma encuesta le da mayoría parlamentaria con un ascenso de VOX hasta los 64 diputados, alcanzando los resultados que obtuvo Podemos en …

Es evidente que la izquierda electoral de este país necesita un cambio. Unidas Podemos se encuentra en caída libre. Del proyecto ilusionante de 2014 solo quedan cenizas. En cuatro años (2015-2019) ha perdido la mitad de su representación y las últimas encuestas del CIS de noviembre reducen su número de diputados a 25, una representación que reduciría más si cabe su capacidad para influir en la esfera estatal. Al mismo tiempo, la extrema derecha sigue en ascenso. La misma encuesta le da mayoría parlamentaria con un ascenso de VOX hasta los 64 diputados, alcanzando los resultados que obtuvo Podemos en 2016.

Para confrontar esta deriva, en los últimos meses ha comenzado a gestarse la idea de un Frente Amplio a la izquierda del PSOE. Un nuevo espacio de confluencia que busca reagrupar a partidos y movimientos tras varios años de disputas intestinas y rupturas irresueltas. Este nuevo proyecto no solo pretende sumar fuerzas en la disputa electoral sino, lo que es más importante, recuperar la ilusión. En este camino, parece existir un amplio consenso de que quien debe liderarlo es Yolanda Díaz, un perfil más conciliador que su antecesor Pablo Iglesias. De la mano de Ada Colau, Díaz ha mostrada en varios actos públicos su interés de construir una nueva candidatura que priorice a los movimientos y organizaciones sociales frente a los partidos. Una manera de recoger el mejor legado del 15-M y la nueva política. Eventos recientes como la candidatura de Melenchon, quien ha logrado articular las diferentes fuerzas electorales de izquierda, incluida la socialista, parecen confirmar esta tendencia.

Sin embargo, existe un problema de fondo que es necesario abordar. Un aspecto clave que caracterizó a la nueva política fue su construcción desde abajo, involucrando y haciendo partícipe a personas con pensamientos y trayectorias muy diferentes. En cambio, este nuevo proyecto ha surgido desde arriba, con los inconvenientes que ello atañe. Si bien, la buena valoración de Yolanda Díaz puede atraer a más votantes, el hecho de que se haya construido desde las cúpulas organizativas, puede reproducir problemas del pasado como el control de los espacios de decisión por partidos y camarillas, lo que impide constituir procesos abiertos, transparentes y participativos. Esto, con el tiempo, puede volver a generar desconfianza y escepticismo. Un ejemplo es lo vivido en estos días en las elecciones andaluzas.

Con esto no quiero decir que Yolanda Díaz no sea la figura más proclive a encabezar este nuevo proyecto de Frente Amplio, sino que es necesario no descuidar las formas en que se lleva a cabo. Aunque estoy seguro que no es su intención, podríamos caer en cierto mesianismo que no hace más que reforzar las lógicas jerárquicas y delegativas. Además, la historia nos ha enseñado que los proyectos construidos en torno a una solo figura muestran una gran fragilidad. Es por ello que en este nuevo proyecto de Frente Amplio, se deben promover espacios colectivos que arrinconen los intereses individuales y corporativos, priorizando la discusión en torno a propuestas concretas que permitan recuperar la ilusión perdida.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies