Ya está firmado. Con la ausencia de Azcón, confirmando que el Gobierno de Aragón se ha decidido entre Bambú y Génova, sin el más mínimo espacio para la política real, la que se hace por el país desde el país; y con el interés de utilizar nuestras instituciones propias, las que deberían promocionar el bienestar de las aragonesas y de los aragoneses, para otros intereses.
Y es que, el contenido del pacto PP-Vox, que durante las últimas jornadas nos ha ido saltando de móvil en móvil, con comentarios de amigos, compañeras de lucha y de vida, llenos de miedo y de preocupación, no puede ser más ajeno a la realidad. Quizá me toca poner un poco de optimismo entre esa "literatura masturbatoria para propios" que es el documento, lleno de propuestas estrella que no pueden ponerse en práctica porque chocan abiertamente contra la legislación estatal, la europea o incluso los tratados internacionales de Derechos Humanos.
Y voy a poner como ejemplo la derogación de la Ley Trans aragonesa, la 4/2018, aprobada por unanimidad hace dos legislaturas, y que Vox no pudo derogar la pasada en una proposición de Ley en las Cortes porque no obtuvo el apoyo ni del Partido Popular ni del PAR, que votaron a favor en el dictamen de la comisión correspondiente. El dóberman ahora se ha convertido en un caniche y, en el acuerdo de Gobierno, ya no se proponen su derogación, sino sólo su "reforma". Quizá porque son conscientes de que será un esfuerzo vacío, pues la Ley estatal 4/2023 seguiría en vigor, con el mismo contenido, y sin mayoría suficiente para derogarla en las Cortes Generales. Y, como con esto, con todo lo demás.
Sí, es cierto que a Vox le regalan una vicepresidencia y dos consejerías; pero conforme se va desgranando la estructura de Gobierno, vamos descubriendo que serán carteras vacías, como la de "Desarrollo Territorial", sin posibilidad de manejar herramientas como los PIGA (Proyectos de Interés General Autonómico) o el Fondo de Inversiones para Teruel (FITE), o incluso el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA), que quedarán en manos del Partido Popular.
Mi interés tras todo lo que estoy diciendo no es querer blanquear el pacto PP-Vox, nada más lejos de la realidad; pero sí animarnos a perder el miedo, a mirarlos cara a cara y confrontar, a hacer oposición desde ya. Porque si continuamos con el discurso del miedo y del "qué será de nosotras", nos tendrán donde nos quieren: en la llorería. Y nuestro país nos necesita en el mismo lugar que estuvimos durante el Gobierno de Rudi: en las barricadas.
Ya tuvimos una política lingüística indecente durante el Gobierno de Rudi. Ya sufrimos la privatización de la Sanidad y una gestión nefasta de la Educación durante el Gobierno de Rudi. Ya vivimos el desmontaje del Bienestar con Rudi (con los votos de Biel, recuérdese), y sobrevivimos. Y lo hicimos porque luchamos.
El vaciamiento de competencias de los departamentos que el PP ha cedido a Vox, incluida la vicepresidencia de Aragón, al igual que la presidencia de las Cortes, son la muestra de que a Vox no le interesa gobernar. Le interesa tener púlpitos pagados con dinero público (o sea, en su propio argot, "chiringuitos") desde los que continuar tejiendo su discurso, que es lo que le hace crecer electoralmente. Y el hecho de que quiera dirigirse especialmente al mundo rural, nos hace entrever que quiere enrocar su caída electoral en este sector, aunque no tenga competencias de gestión para ello: puro relato y cero gestión. Por eso Aragón nos necesita tejiendo un discurso alternativo y contundente.
Así que mi análisis final es que no tenemos que preocuparnos de una involución más allá de la que supuso el gobierno de Rudi (que no es poca, ciertamente) y sonreírles a la cara con toda nuestra somardería haciéndoles pensar que nos vamos a la llorería. E irnos en realidad a preparar las barricadas, a preparar la resistencia, la presión en las calles. Y a construir desde ya una alternativa de Gobierno para 2027.
Este es el mensaje optimista que quiero lanzar hoy desde estas líneas, porque no debemos encerrarnos en casa a esperar que pase la tormenta, sino que, como en Twister (no puedo escribir un artículo sin referencias cinematográficas frikis, lo siento), construir nuestra Dorothy que encare el gran tornado que desmontará el Bienestar en los próximos cuatro años. Y después, reconstruirlo. Por eso necesitamos estar alegres y en las calles. La llorería será nuestro Vietnam.