No son monstruos bajo la cama

Por mucho que sea fácil dejarse llevar por los memes que ridiculizan a Ayuso, o la presentan a modo de diablesa con cuernos, no es el camino correcto. La Presidenta de la Comunidad de Madrid, no es un dibujo animado en una película de terror, como tampoco una incoherente, aunque muchas de sus declaraciones se alejen de la lógica más simple del lenguaje y ninguna de ellas soporte con dignidad una confrontación con sus palabras de ayer o antes de ayer. Isabel Díaz Ayuso es una sana hija del Partido Popular, ese partido que ha tenido a sus más destacados …

Foto de Pilar Vaquero que ha escrito artículos sobre lo común, Cuba, el mercado, los escena y Zaragoza vientos flores reglas memoria

Por mucho que sea fácil dejarse llevar por los memes que ridiculizan a Ayuso, o la presentan a modo de diablesa con cuernos, no es el camino correcto. La Presidenta de la Comunidad de Madrid, no es un dibujo animado en una película de terror, como tampoco una incoherente, aunque muchas de sus declaraciones se alejen de la lógica más simple del lenguaje y ninguna de ellas soporte con dignidad una confrontación con sus palabras de ayer o antes de ayer.

Isabel Díaz Ayuso es una sana hija del Partido Popular, ese partido que ha tenido a sus más destacados responsables paseando en virtual por las salas de Justicia, esta vez por los “papeles de Bárcenas” para negar una y otra vez que se financiaban en B, con mordidas, contratos, favores o regalos y que además de presentarse a las elecciones “dopados hasta las cachas” se repartían sobres de dinero para compensar el escaso salario público que recibían por su servicio a la ciudadanía que les sigue votando.

Recuerdo los primeros memes de Trump, las risas, los chistes, el descrédito absoluto en los medios mayoritarios hasta que sin cambiar nada de su apariencia, sin negar su machismo, su racismo y su desprecio por todo aquello que no encaja en su mundo de rápidos beneficios y más rápidas amenazas se convirtió en Presidente de los EE.UU. No, reírse no soluciona nada, como tampoco lo hace asustarse de fantasmas o convertir en diabólica a una candidata.

Cuando despersonalizamos a Ayuso, cuando retuiteamos sus memes, cuando la equiparamos a “lo peor” caemos en el mismo error que muchos siguen cometiendo frente a la violencia machista, al convertir al agresor en alguien extraño, ajeno, diferente, irregular, alguien a quien no se aplican las normas de la normalidad, olvidando que la violencia machista nace y se alimenta de un patriarcado empeñando en seguir marcando el ritmo de la vida cotidiana de las mujeres, a las que no considera como iguales.

Cuando Ayuso habla por su boca no salen locuras, sino el discurso adornado de la derecha sórdida y vieja de este país nuestro que no ha asumido todavía que quizás, solo quizás, las calles ya no son siempre suyas, la administración no es su cortijo para alimentar amigos, negocios y egos, o que no todas las opiniones son respetables, al menos no las que atentan contra los derechos humanos, contra la igualdad y sí contra la libertad, esa palabra apropiada en su discurso con el que pretende volver a una batalla de extremos alejada de las realidades cotidianas de una ciudadanía bastante angustiada con su vida, su trabajo o falta del mismo, el precio de la vivienda, los salarios menguantes y una pandemia que se ha subido al madroño y no parece dispuesta a bajarse pronto.

Isabel Díaz Ayuso no es una risa, ni un enemigo imaginario, es tan solo la cara que el mercado ha elegido para asegurar su poder en Madrid, el poder para seguir beneficiando a los que más tienen frente a quienes precisan servicios públicos que no llegan, el poder para seguir perdonando impuestos progresivos o con intención redistributiva, el poder de desviar incluso a riesgo de causar más muertes el dinero a los siempre satisfechos bolsillos de los de siempre, el poder de seguir menguando la ya escuálida #escuelapública a favor de las sotanas ansiosas de completar sus ingresos menguantes por otras vías, el poder para negar un futuro a quienes no son ni parecen dignos de nada.

Las pizzas y los refrescos de cola para los niños durante el confinamiento, no fueron una ocurrencia, simplemente una muestra de su desprecio por quienes necesitan lo público para subsistir y un buen modo de “echar una mano a unos amigos”, como no lo fue disfrazar unas naves de “hospital” e ingresar allí quienes no necesitaban atención grave (que necesitaron ser trasladados a un centro médico real), fue un modo más de dañar a la #sanidadpública y “hacer algún encargo a algunos buenos amigos”, ni negar el traslado a hospitales a los mayores que enfermaron en las residencias, todo por no aparecer incapaz de evitar el colapso del sistema…

Isabel es el ariete contra el primer Gobierno de coalición, es la defensa del mantra que asegura que la economía es la medida de todas las cosas, y no, no va por libre, no es un verso suelto ni un sujeto extraordinario, es la nueva cara del liberalismo salvaje, y eso, sin necesidad de pintarle cuernos, eso que da miedo.

Nos enseñaron a encender a luz y mirar debajo de la cama o dentro del armario para entender que no hay monstruos, a Ayuso como a sus socios hay que mirarlos a la cara, hay que plantarles cara.

Autor/Autora

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies