No es casualidad que muchos de los nombres asociados al activismo contra la ganadería industrial sean de mujer

Con cuatro años de andadura ya a las espaldas, las personas que promovimos el nacimiento de la Plataforma Loporzano SIN Ganadería Intensiva, el movimiento vecinal más antiguo (con la excepción de Catalunya) de los que se oponen a la proliferación desmesurada y descontrolada de la ganadería industrial en nuestro país, echamos la mirada hacia atrás y vemos mucho trabajo, pero también grandes logros. A pesar de los esfuerzos de las megacárnicas y de las Administraciones que les han tendido una alfombra roja para que nos colonicen y expropien nuestros recursos; a pesar de carecer de sus medios (en todos los …

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Rosa Diez Tagarro.

Con cuatro años de andadura ya a las espaldas, las personas que promovimos el nacimiento de la Plataforma Loporzano SIN Ganadería Intensiva, el movimiento vecinal más antiguo (con la excepción de Catalunya) de los que se oponen a la proliferación desmesurada y descontrolada de la ganadería industrial en nuestro país, echamos la mirada hacia atrás y vemos mucho trabajo, pero también grandes logros.

A pesar de los esfuerzos de las megacárnicas y de las Administraciones que les han tendido una alfombra roja para que nos colonicen y expropien nuestros recursos; a pesar de carecer de sus medios (en todos los sentidos), hemos conseguido que cada vez más gente comprenda que no se puede hablar de ganadería sin ponerle un “apellido”; que hay una ganadería que sí fija población, moldea paisajes, crea empleo, protege la biodiversidad… pero que no es por esa ganadería, desafortunadamente, por la que se está apostando actualmente en Aragón y en otros lugares de España; sino por una industria que contribuye a la emergencia climática que vivimos, que es un riesgo para la salud pública y sinónimo de deforestación, contaminación, precariedad laboral, hacinamiento de animales y resistencia a los antibióticos.

La difusión de la realidad de la industrialización de la ganadería es sin duda nuestra mayor victoria, junto con nuestra labor de impulso y apoyo a otras plataformas vecinales, que nos llevó a crear, con el respaldo de prestigiosas organizaciones nacionales e internacionales, la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial, que nacía en 2017 en Loporzano.

Echamos la mirada atrás y recordamos como en nuestros comienzos una persona con responsabilidades en el sector del porcino industrial comentó que, sorprendido por la protesta surgida en un lugar cuya existencia desconocía (mucha gente en la provincia de Huesca no había oído hablar jamás de Loporzano hasta finales de 2015), se había desplazado para visitarlo. Al preguntarle si le había parecido hermoso el territorio, dado que parte del municipio se encuentra dentro del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara y es muy rico en avifauna, por ejemplo, respondió que había visto mucho sitio y poca gente.

Quien mira el campo como contenedor, no por sí mismo, no con sus características propias, es lógico, después de todo, que vea la tierra como base no de la alimentación, sino de la especulación. Cuatro años después, esa “poca gente” de Loporzano está muy bien acompañada por mucha gente de muy diversos puntos del país y ha demostrado sobradamente su apuesta no solo por su “sitio”, que sigue defendiendo sin reblar, sino por esa España que estaba menos vaciada de lo que algunos hubieran deseado.

En estos cuatro años, si algo hemos aprendido es que no basta con ponerse en pie, que necesitamos formar redes para poder resistir. Muchos pueblos como Loporzano carecen de una larga historia de activismo. Y sin embargo fue en Loporzano donde nació un movimiento estatal que, con la unión de muchos lugares pequeños, ha logrado algo tan grande como que actualmente cualquier pueblo de España pueda oponerse a la instalación de una explotación industrial en su territorio.

Siempre habrá alguien, a mayor o menor distancia (pero nunca demasiado lejos), para informar y echar una mano con la legislación y los aspectos técnicos, traspasando todos los conocimientos adquiridos. Y si este movimiento se distingue por lo micro frente a lo macro; por la ciudadanía frente a las empresas y las Administraciones; por el horizonte ante las naves y las balsas de purines; por la tierra frente a los despachos… también ha revelado la fuerza de las mujeres que habitan en nuestros pueblos y su capacidad para tejer redes con otras mujeres en otros lugares, dentro y fuera de Aragón.

El camino de un movimiento vecinal altoaragonés, y de sus homólogos en el resto de España, nunca hubiera podido recorrerse sin ellas; sin las vecinas, las madres, las hijas y las hermanas; sin las agricultoras, las ganaderas y las veterinarias; sin las periodistas, las ecologistas, las ingenieras y las abogadas… sin tantas amigas y compañeras.

No es casualidad que muchos de los nombres asociados al activismo contra la ganadería industrial sean de mujer, ni que sean femeninos tantos rostros en las concentraciones de protesta… Son las mujeres quienes están liderando este movimiento, enredándose con otras mujeres para conseguir logros sociales, ambientales, sanitarios. Porque juntas somos más y más fuertes. Porque el mundo rural se mueve en femenino y no se detendrá.

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