Más humanidad y más animalismo

No es que no me gusten los animales… Pero me dan asco los ratones, las mariquitas, las palomas, las cucarachas, los gatos son odiosos, me aterran las gallinas y los gallos…, aunque eso sí, lloré desconsolada cuando murió mi perro y me encantan las hormigas”. Esto declarabala señora Isabel Menéndez Benavente, psicóloga y colaboradora en algunos medios de comunicación en un artículo titulado “Más humanismo y menos animalismo” en un periódico que tuve la mala suerte de encontrarme hace unos días.

Me cuesta creer que se gane la vida ejerciendo su profesión con tantos traumas que padece la pobre mujer. Que la gente dedique tiempo al animalismo me satisface plenamente aunque sea para contar las simplezas de esta señora. Incluso hay quienes se organizan con el objetivo de combatir el animalismo y reivindicar el humanismo, huelga decir quienes, pero por si hay duda voy a nombrar a los iluminados; ganaderos, veterinarios, cetreros, representantes de los circos, la caza y como no representantes de la tauromaquia. Han creado una plataforma con la que pretenden ponernos a todos en nuestro sitio, es decir, los toros en las plazas, los animales salvajes en zoos y circos, las aves rapaces atadas con caperuzas y el ganado en granjas y mataderos bien escondidos para que no sepamos de su triste vida, todo ello para mantener las tradiciones ancestrales que nos define como españoles. Solo les falta decir que el sitio de la mujer está en la cocina y que mejor no salgamos que no tenemos bien el sentido de la orientación y nos podemos perder.

Yo les quiero preguntar a estas personas, que entienden por humanismo, a día de hoy creo que hemos reducido al absurdo su significado. Humanismo significa valorar al ser humano y la condición humana, con todo lo que ello implica, es decir generosidad, compasión, empatía… La filosofía de estos señores no se puede definir como humanismo si no como antropocentrismo, el propio que se creó en el siglo XV, y se han quedado allí por lo visto, es decir el hombre ocupa el centro del mundo y se erige como la medida de todas las cosas. El humanismo es otra cosa, va unido al animalismo, al repudio de toda violenciay por supuesto, lo voy a soltar a la brava, al veganismo.

Al igual que a una persona no se le puede llamar animalista si come animales (por mucho que ame a los perros y a los gatos), a un cazador o a un torero no se le puede definir como amante de los animales si se dedica a matarlos, ni a los zoos, ganaderos, cetreros y circos si se dedican a explotarlos y esclavizarlos, y a ninguno de ellos tampoco se les puede llamar humanos si se creen el centro del mundo.

Volviendo al artículo nombrado al principio donde la señora Menéndez nos contaba su relación amor-odio con los animales, ella asegura que su perro con el que convivió más de catorce años, era más que un perro, era su amigo, por eso mismo cuando falleció se juró a si misma que nunca volvería a pasar por eso, es una decisión muy respetable, aunque por mi parte no aceptable. Habla de humanismo, pero nuevamente diré que eso es antropocentrismo, y por desgracia está muy generalizado en nuestra sociedad.

Pensemos que a ese perro le dio una vida feliz, lo amó y lo cuidó, y los que hemos perdido a un compañero peludo sabemos el sufrimiento que conlleva despedirnos de ellos, pero no deberíamos ser tan egoístas, deberíamos ser más humanos y volver a adoptar (no comprar) a un amigo peludo, porque nosotros seguimos vivos, y muchos peludos sin embargo están muertos en vida en perreras y protectoras esperando que alguien les dé un hogar.

Que decir sobre los gatos, seres adorables y muy inteligentes, no me extraña que le bufara a esta señora y se pusiera a correr buscando la salida más cercana para perderla de vista, igual que las gallinas y los gallos con los que se quedó encerrada gracias a sus adorables primos. También anuncia su deseo de exterminar a las palomas, seres inocentes que tienen la desgracia de tener que compartir hábitat con nosotros porque le parecen repugnantes, por desgracia la inteligencia emocional se pierde con los años o igual es que no todos nacemos con ella, no lo tengo claro. Lo tengo que decir, esta clase de personas sí que me parecen repugnantes, no las palomas, ni las mariquitas, ni las ratas, ni los gatos… y meto a esta señora en el mismo saco que a los ganaderos, los taurinos, los cetreros, pescadores, cazadores, los del zoo, los circos y a todo aquel que no respete la vida de todos como a la de uno mismo.

Somos humanos pero falta humanidad, somos animales, descendemos del homo sapiens, somos iguales al resto con los que compartimos el planeta, con la diferencia de que nosotros nos creemos superiores a los demás, mejor dicho, se creen mejores los que van reivindicando más protagonismo para los humanos, seguro que todos apadrinan a niños en África y donan comida a Organizaciones solidarias de su ciudad. Personalmente seguiré siendo animalista, porque ser animalista lleva implícito tener humanidad. Pero ser humanista no lleva implícito ser humano.

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