¿Marx científico?

A la pregunta del titular ¿Era Marx un científico? No, claro que no, en el sentido de Popper, Bertrand Russell, o el círculo de Viena. Pero, hay que entender, Marx no respondía a esos criterios cientificistas, dogmáticos y anticientíficos. La ciencia a la que Marx suscribía era dialéctica, antropológica y ética. El fin último de la ciencia como la entendió Marx consiste en desvelar o develar el ser que se esconde en sus apariencias. La ciencia moderna se pierde, no en vano ciertamente, pues las contribuciones que ha hecho, sobre todo en el terreno práctico, son, sin duda, innegables y …

A la pregunta del titular ¿Era Marx un científico? No, claro que no, en el sentido de Popper, Bertrand Russell, o el círculo de Viena. Pero, hay que entender, Marx no respondía a esos criterios cientificistas, dogmáticos y anticientíficos. La ciencia a la que Marx suscribía era dialéctica, antropológica y ética. El fin último de la ciencia como la entendió Marx consiste en desvelar o develar el ser que se esconde en sus apariencias. La ciencia moderna se pierde, no en vano ciertamente, pues las contribuciones que ha hecho, sobre todo en el terreno práctico, son, sin duda, innegables y beneficiosas hasta cierto punto, en las apariencias, en lo óntico, y olvida, el fundamento, el ser.

El ser de algo, debido a la limitación de nuestra capacidad cognitiva, no es captable en su totalidad. Es por eso que si no se presta atención, fácilmente se puede caer en el simplismo, como lo hace la mayoría de científicos y epistemólogos modernos, de tomar una de las manifestaciones positivas de aquel como el ser mismo, a pesar de que sea sólo un aspecto parcial de aquel. Dado que éste no se manifiesta, porque sólo se le puede aprehender teóricamente, esa es la tarea fundamental del científico, mostrar el ser, que se enmascara en las apariencias. El análisis de Marx abarca el concepto, el momento dialéctico, y la categoría, que es el momento analítico; es pues claro, que esta forma de tratar el objeto de estudio es mucho más profunda que la de la ciencia empírica que se limita al análisis de lo óntico, del dato, de lo abstracto.

De una lectura extremadamente defectuosa sobre Marx por parte de Louis Althusser, se proliferó la idea, infundada e irresponsable, de que el Marx joven era un simple idealista y sin ningún atributo científico digno de valorar, pero el adulto, el del capital, era el científico. Esto, como se sabe, no es verdad. Marx fue en su totalidad una persona, compuesta, como cualquier otra, de múltiples momentos, pero en cada uno de ellos, él mantuvo ciertas ideas, mojones, fundamentales de su sistema.

De hecho, la ontología del capital ya estaba presente en un examen que presentó en su clase de religión, (composición sobre religión, agosto de 1835) realizada cuando apenas aquel era un jovenzuelo. En ella dice que "tenemos que estar unidos a Cristo en la más viva comunidad (Lebendige Gemeinschaft)" (Dussel, 2008). Algo que Marx siempre mantuvo, en cada faceta de su vida, fue la idea de "comunidad viva". Por lo tanto, la idea de partir a Marx en dos: uno idealista y científico el otro; a mi juicio, es algo deshonesto intelectualmente; lo menos que se puede decir sobre la interpretación superficial de Althusser, es que es ridícula y completamente arbitraria; no debería ni de ser refutada.

El ser, como sabemos, no se puede captar de manera inmediata, pero se le puede alcanzar teóricamente como una totalidad, como un concepto. Por ejemplo, el edificio de una escuela, las sillas, el pizarrón y todas las otras cosas que en dicho recinto se vean son justificados dentro de la totalidad concreta pedagógica. Todo lo demás que allí se vea es abstracto, sino se conoce el ser o la totalidad que subsume y da sentido y unidad a todos esos fenómenos que son un momento en el proceso de aquella; en la totalidad todos esos fenómenos son subsumidos, unificados y por lo tanto tienen sentido y no son puramente abstractos. El ser de algo es la esencia, es lo que le da razón de ser a las diferentes determinaciones que se manifiestan en el nivel positivo. La escuela ( lo dialéctico), por ejemplo, como escuela no la podemos tocar, podemos ver sus distintas determinaciones objetivas( lo analítico) (edificio, sillas, pizarrón y muchas otras determinaciones); se llega al concepto de escuela si se abstraen todas las determinaciones que se manifiestan de lo contrario, no.

El ser del capital, y esto suena desconocido y extraño a muchos marxistas, pero es porque no han leído seriamente a Marx, es el valor que se valoriza. Cada determinación es portadora de valor, y se puede entrar a la totalidad del capital por cualquiera de ellas. El método que Marx puso en práctica fue el de ir de lo abstracto a lo concreto. La determinación dinero, tiene valor y puede ser negada, como de hecho es requerido para que se dé un ciclo productivo, y aparecer como medio de producción y capital variable. En los medios de producción y las materias primas hay también valor. Puede ser negada la madera, por ejemplo, y aparecer como un producto determinado —y en ese sentido negado— mesa y tiene valor. En el mercado, el mundo de las mercancías donde los fenómenos del capital se manifiestan, como mercancía tiene valor. Si se compra la mercancía, la mesa, es negada como mercancía mesa y aparece como dinero dos y más la ganancia; en todo ese proceso dialéctico del capital, mantuvo algo que nunca desapareció: el valor; valor en sus tres determinaciones como algo útil, producto del ser humano y cómo intercambiable; valor que va creciendo en cada ciclo del capital.

El ser que Marx quería desvelar o develar era el ser del capital, y, considerando su obra, lo hizo. Es evidente que esta comprensión de ciencia, es mucho más profunda que la ciencia vigente. No es que se desprecie los grandes adelantos alcanzados por la ciencia actual, simplemente lo que se le reprocha es su fetichismo descarnado; su desprecio por el conocimiento dialéctico. Los economistas modernos, como no conocen el ser del capital, han absolutizado el mercado, una de las muchas determinaciones del capital y décimo piso de la economía, y han olvidado el momento productivo, la fábrica, lugar donde el obrero objetiva su vida, donde su mercancía, su fuerza de trabajo, genera productos que una vez puestos en el mercado serán mercancías. Si se hace eso, no parece que exista ningún tipo de violencia por parte del capitalista en desfavor del pobre; es más, hasta puede ser considerado como un ser benevolente. Sin embargo, hoy son pocos los que hablan de fuerza de trabajo y trabajo vivo, esas categorías son esenciales para entender el movimiento ontológico y óntico del capital.

Si no se parte del trabajo vivo como fuente creadora del capital desde la nada del capital, entonces es una economía necrófila, amante de la muerte y de todo lo nocivo, como de hecho es toda la economía vigente. En palabras simples: toda la economía capitalista contemporánea es fetichista. El trabajo vivo debe de ser el punto de partida y el punto de llega del capital, pero los economistas modernos, que son fetichistas, no ven esas categorías. El fetichismo consiste en elevar un término y olvidar la relación, el cuarto predicamento de Aristóteles. La relación está compuesta por cuatro términos, elevar uno y olvidar los otros es un evidente fetichismo. Negar el trabajo vivo como la fuente creadora desde la nada del capital, desde la nada porque el capital sólo paga la capacidad o fuerza de trabajo ( aunque su pretensión es que paga el trabajo vivo, pero no lo hace), que le posibilita al trabajador adquirir los supuestos objetivos para seguir objetivando más vida en el ciclo del capital, pero no el trabajo vivo, que crea en el plus tiempo más valor, vida objetivada, de lo que el capital le paga, implica necesariamente que el valor del capital se origina de sí mismo. Esto, como sabemos, es ridículo.

Marx descubrió el ser del capital gracias a su esfuerzo colosal de abstracción. Descubrió las categorías más importantes de toda la economía: el trabajo vivo y el plus valor; sin embargo, sin desmeritar el gran descubrimiento de Marx, aquellas ya se hallaban implícitas en la política de Aristóteles, a quien Marx admiraba mucho. Sin pecar de imprudente, se puede decir que Marx, hasta cierto punto, era aristotélico. Dichas categorías, como se sabe, son completamente ignoradas por la economía vigente. Pero Marx es vigente, pues su descubrimiento trastocó todo el sistema categorial del sistema capitalista. Para Bertrand Russell es demasiado materialista, sin embargo no piensa lo mismo de los utilitaristas: qué doble moral. Para Popper Marx no es científico, pues es muy obvia su teoría. Para Popper las teorías más científicas son las más improbables. Ambas posturas están erradas, la razón es simple: la ciencia de Marx es antropológica y ética. El libro mismo del capital es una ética; su finalidad es práctica y política.

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