Los circos con animales, un espectáculo del pasado

Más de 20 compañías circenses que usan animales viajan todavía por el Estado durante todo el año, pero son cada vez más los municipios y territorios que los prohíben y se declaran libres de espectáculos con animales

Foto: Diagonal

Sábado por la tarde. Apenas una decena de familias y un par de parejas jóvenes esperan con frío su turno para entrar en la siguiente sesión. Luces y color combaten cierta precariedad que se masca en el ambiente, ya desde la entrada. A unos metros de la puerta, comienza a congregarse un grupo de personas cada vez más grande con una pancarta cuyo mensaje resulta claro: "Hagamos del circo con animales algo del pasado".

Una vez dentro, las pocas personas que han acudido presenciarán un espectáculo más bien tristón; un desfile de animales cansados, mustios por la vida en el remolque y por los latigazos y demás rutinas que consiguen que animales que nunca debieron pisar la ciudad efectúen piruetas y otros trucos una y otra vez.

Según la organización internacional AnimaNaturalis, más de 20 compañías circenses que usan animales viajan por el Estado durante todo el año. Un informe de Infocircos estima que sólo en el Estado español viven cautivas 25 elefantas, 70 tigres, 40 leones y 15 primates, entre otras especies como jirafas, leones marinos, pingüinos, tiburones y pirañas, cocodrilos y caimanes, llamas y guanacos, pumas, guepardos, hipopótamos, osos pardos, camellos y dromedarios, canguros, avestruces, serpientes y tarántulas, cebras, búfalos, watusis, jabalíes, rinocerontes y bisontes americanos.

Venta de entradas

Estas cifras no se reflejan en la venta de entradas. No hay datos oficiales, pero la impresión general es que cada vez más sobran butacas y faltan aplausos. En palabras de uno de los trabajadores de una compañía circense a su paso por Madrid, "en un día bueno se pueden hacer cajas entre 5.000 y 10.000 euros. Pero tal y como están las cosas últimamente sacamos lo justo como para seguir sobreviviendo y llegar al siguiente sitio".

Desde hace tiempo, se viene poniendo en tela de juicio este tipo de atracción. Mientras espectáculos como el del Circo del Sol o el Circo Imperial Chino completan aforos a precios elevados sin necesidad de animales, los circos que sí los usan se enfrentan a una dura crítica social.

De hecho, cada vez más localidades del Estado se declaran libres de espectáculos con animales, en un contexto internacional donde gobiernos de todo el mundo se plantean prohibir espectáculos con animales salvajes en sus países: ya se ha hecho efectiva esta prohibición en una larga lista de países que incluye a Canadá, Finlandia, Suecia, Suiza, Dinamarca, Alemania y Reino Unido, entre otros, siendo Bolivia el primer país del mundo en prohibir el uso de cualquier tipo de animal, no sólo los clasificados como 'salvajes', en 2009, y Grecia el primero en Europa en 2012.

En algunas cámaras territoriales, como el caso de Catalunya, también se ha debatido ya si permitir o no su utilización, resultando en leyes que prohíben la actuación en todo el territorio catalán de circos con animales salvajes. En lo que toca a la comunidad de Madrid, ya son cinco los municipios que han prohibido los circos con animales, y la capital comienza también a dar pasos: el 13 de enero el pleno de la Junta de Distrito de Arganzuela aprobó, con los votos a favor de Ahora Madrid y PSOE, solicitar al Ayuntamiento de Madrid la prohibición de espectáculos con animales. El mismo sentir reflejaba la presidenta de la Junta Municipal del distrito de Hortaleza, Yolanda Rodríguez Martínez, que recientemente afirmó que pretende hacer de dicho barrio del norte de Madrid "un distrito libre de circos con animales".

En concreto, según AnimaNatu­ra­lis, 221 municipios han prohibido ya el uso de animales en espectáculos circenses. Córdoba es la incorporación más reciente tras declararse ciudad libre de circos con animales. Es sólo uno más de los lugares donde ya están vetados los espectáculos que impliquen explotación y maltrato animal. Según declaraciones del Colectivo Andaluz contra el Maltrato Animal (CACMA), "se está invitando cada vez en más lugares del mundo a que los empresarios circenses adecuen su modelo de negocio a los tiempos que corren, y además se fomenta que más artistas puedan encontrar trabajo y cabida en los circos, por lo que se favorece tanto a personas como a animales". De hecho, eso es precisamente lo que sucede en la práctica: en respuesta a la decisión del Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) de prescindir de las fieras en todos los eventos de ocio en la capital aragonesa, la compañía circense que lleva participando en las fiestas del Pilar desde hace décadas explicaba: "Vamos a hacer el mismo tipo de animación circense pero prescindiremos de los números con fieras: reforzaremos la plantilla de artistas para poder ofrecer unas actuaciones de alta calidad: con malabares, trapecios, equilibrismo, diábolos y nuevas representaciones que todavía tenemos que concretar".

Detrás de la magia del circo

No es extraño ver, cada vez más, a grupos de activistas protestando pacíficamente a las puertas de las instalaciones circenses. Al acabar la función, algunas madres comentan con los activistas el desengaño sufrido por los niños. "La verdad es que a nosotros no nos gusta; venimos por ellos, y los pobres se han llevado un disgusto".

Los propios niños se dan cuenta de que hay algo que no marcha y así lo explicaba un niño en sus propias palabras: "A mí tampoco me gusta que maltraten a los animales, sólo he venido a ver a Peter Pan". Y es que, tal y como explican desde Ecologistas en Acción, "la situación de estos animales, especialmente en la 'trastienda', suele ser bastante lamentable. Su comportamiento en cautividad está lleno de características anormales como idas y venidas, automutilaciones, golpearse la cabeza, balanceos o morder los barrotes de las jaulas".

Según solicitan desde la misma organización, "pedimos a las familias que no acudan a estos espectáculos por su extrema crueldad, maltrato y explotación animal. Si bien el niño se siente atraído por poder observar en vivo a estos animales, el adulto ha de ser consciente del sufrimiento que estos espectáculos implican. La educación ambiental que debemos trasmitir a nuestros niños debe estar basada en el conocimiento, disfrute y observación de las diferentes especies en plena libertad, considerando que es este medio donde adquieren su verdadero valor, muy lejos de ser explotadas y obligadas a desarrollar comportamientos antinaturales. En definitiva una educación en consonancia con una sociedad que avanza hacia el respeto y la convivencia".

Cautividad, malos tratos y vulneración de derechos

Un estudio de la Real Sociedad Protectora de Animales (RSPCA) revelaba que en más de un 40% de los casos analizados los grandes felinos se resistían a salir a la pista, por lo que, para que la actuación pueda llegar a término se les obliga mediante latigazos y golpes.

Más allá de los casos concretos de maltrato, el uso de animales en los circos se opone a los valores más básicos de respeto hacia la vida y la libertad de los demás, sea cual sea su especie. Hayan nacido en el propio circo o en la naturaleza, y ya sean considerados domésticos o salvajes, los animales en los circos son seres privados de libertad que pasan su vida atrapados en espacios mucho menores de lo que sus necesidades dictan.

Su movilidad es reducida y sus comportamientos naturales son frustrados, lo cual les genera serios problemas por estrés, enfermedades y muertes prematuras. Son sometidos a programas de reproducción que en ningún caso ayudan a la conservación de su especie y menos a la dignidad de los individuos. Los cruces entre leones y tigresas, por ejemplo, ponen en juego la vida de la madre y obligan a vivir a enormes híbridos condenados a dolores óseos.

Los circos que utilizan animales en sus funciones contravienen dos artículos de la Declaración Universal de los Derechos del Animal (1978), que fue firmada por la UNESCO y posteriormente por la ONU, concretamente el artículo 4, que expresa: "(a) Todo animal perteneciente a una especie salvaje tiene derecho a vivir libre en su propio ambiente natural, terrestre, aéreo o acuático y a reproducirse. b) Toda privación de libertad, incluso aquella que tenga fines educativos, es contraria a este derecho". También contravienen el artículo 10: “a) Ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del hombre. b) Las exhibiciones de animales y los espectáculos que se sirvan de animales son incompatibles con la dignidad del animal.”

Sin embargo, en palabras del abogado Daniel Amelang López, perteneciente a la sección de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Madrid, esta Declaración es a lo sumo "un acto político, pero su aplicación no es efectiva, y en consecuencia, se queda en papel mojado". Según Amelang, en el caso de los circos con animales en España, "nos encontramos ante una desregulación. Y en derecho existe una regla de oro: todo lo que no está prohibido, está permitido. Por tanto, allí donde los circos con animales o las prácticas que se llevan a cabo en ellos no estén expresamente prohibidas, serán legales".

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

Ecologistas en Acción manifiesta que "la procedencia de los animales guarda un nexo de unión con las actividades de redes criminales de tráfico internacional de especies amenazadas y en peligro. No es descartable, en consecuencia, que en nombre del “mayor espectáculo del mundo” se esté violando el convenio internacional que regula la compra-venta de especies vulnerables (CITES), del que el español, junto con 174 estados, es miembro. En otros casos, su origen está en programas de cría en cautividad de zoológicos, quienes una vez más participan en la mercantilización de la vida salvaje".

Según los organizadores de las últimas acciones contra los circos en Madrid, algunos de los animales utilizados por los circos que recorren nuestras carreteras, "como las elefantas Susi, Jenny y Bully, fueron secuestradas y separadas de sus familias al poco de nacer. Otros, como los leones blancos King Tonga, Princess y Baluga y los grandes felinos han nacido en cautividad con el único objetivo de ser convertidos en objetos de entretenimiento".

Según el abogado Daniel Amelang, "el tráfico de animales existe, pero es muy opaco y poco se hace al respecto. Salvo que se pueda acreditar que haya existido un maltrato 'grave' a un animal, se suele perseguir más por cuestiones económicas y de protección de la fauna nacional, como bien jurídico estatal, que por interés en el bienestar del animal".

Está documentado, a pesar de lo que suelen declarar los empresarios circenses, que la mayoría de elefantas que se exhiben en circos españoles fueron capturadas en la naturaleza y separadas de sus familias. Unos 40 años de secuestro y explotación llevan a sus espaldas, pasando de circo en circo, de país en país, como si fueran objetos en lugar de seres que sienten y sufren física y emocionalmente.

Las "transacciones" internacionales, aun con irregularidades, quedan al menos registradas. Pero dentro del territorio español, al tener la competencia en la materia cada comunidad autónoma, parece fácil comerciar con la vida de un animal sin que nadie llegue a enterarse.

Los circos, ¿un espectáculo del pasado?

Hubo un tiempo en el que, en el circo, los seres humanos eran exhibidos también. Los espectadores se divertían a costa de cualidades físicas poco comunes o incluso de las enfermedades de otras personas. Así, los curiosos pagaban por ver a Joseph Carey Merrick, más conocido por "el hombre elefante", a Grace McDaniels, "la mujer con cara de mula", a Sarah Bartman, "la venus Hottentot", a grupos de indios Sioux, a personas traídas del Congo y de otros lugares.

Durante el siglo XIX, personas de origen no europeo fueron exhibidas no solo en circos sino también en zoológicos, ferias coloniales y exposiciones universales. Se consideraba a la persona europea blanca como criterio de medida, relegando a cualquier otro humano a la inferioridad.

En todo caso, una visita a los alrededores de cualquiera de los circos que, en estos días, están presentes en algunas ciudades españolas, muestra que los circos convencionales necesitan una renovación urgente si pretenden sobrevivir en el siglo XXI. Mientras tanto, convocatorias como la madrileña concentración del próximo día 30 de enero dejan ya intuir que los circos con animales comienzan a ser un espectáculo del pasado.

[alaya_toggle status="open" title=""]Artículo de María Ruiz Carreras publicado en Diagonal.[/alaya_toggle]

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