Las cuentas claras: gestión eficaz para la gente

Cuando Zaragoza en Común llegó, en junio de 2015, al Gobierno de la ciudad, decidimos realizar una auditoría interna antes de ponernos a trabajar. En esa auditoría nos encontramos con: por un lado, una deuda financiera de 834 millones de euros, por otro, sentencias firmes condenatorias por más de 40 millones de euros que dormían en cajones (algunas desde el 2009)...

Ana Sanromán, Directora General de Economía del Ayuntamiento de Zaragoza.

Y, finalmente, con una infradotación presupuestaria de más de 50 millones que impedía pagar en plazo a las empresas contratistas. Esta triple disfunción tuvo consecuencias bastante perniciosas.

Hubo que pedir dinero prestado para pagar todas estas sentencias (de más de 40 millones) que venían derivadas de obras ejecutadas en la Expo que se dejaron sin pagar: 9 millones del Parque del agua, 8 millones del Balcón de San Lázaro, 8 millones de la expropiación del Tiro Pichón, multitud de facturas impagadas de limpieza, servicio de ayuda a domicilio, parques, autobús barrios rurales y urbano…

Y, lo que es peor, estas sentencias obligaban a pagar los intereses de demora generados (en algunos casos desde el 2009) a unos tipos de interés del 11 y 10% - a mayor gloria de las empresas contratistas que recibían así una rentabilidad pagada con el dinero público, rentabilidad que es impensable conseguir... ¡ni en fondos buitre!

De esta manera, a lo largo de la legislatura, hemos tenido que asumir más de 38 millones (sólo) en intereses de deuda comercial, toda ella generada en las legislaturas anteriores.

Durante los años siguientes, siguieron llegando sentencias millonarias de impagos de facturas del periodo 2009-2013 hasta llegar a los más de 110 millones de euros.

Hoy, la ratio de morosidad ha pasado de los 127 días (en 2015) a 26 días, siempre por debajo de los 30 días, lo que es plazo legal.

A pesar de todas esas sentencias guardadas en los cajones, (multiplicándose al 10% hasta ser pagadas) hemos conseguido rebajar la deuda de 834 millones a 674 millones, lo que ha redundado en bajar los intereses de 23 millones anuales a 11 millones.

De estos 674 millones que quedan de deuda bancaria, más de la mitad corresponde a una refinanciación hecha en 2005-2008 (con gobiernos del PSOE), que alarga los préstamos hasta los años 2035 a 2038.

Esta refinanciación se lleva a cabo mediante la suscripción de los llamados "préstamos estructurados" -que pactan un suelo de interés que debe mantenerse a lo largo de los treinta años, aunque los intereses en el mercado caigan por debajo.

Como ejemplo, baste decir que arrastraremos un préstamo de 20 millones hasta el año 2036 a un tipo fijo de 4,975% cuando los préstamos actuales los tenemos al 0,4%.

Y aún hay más...

Cuando desde el gobierno se intentó cancelar estos préstamos, nos llevamos la sorpresa de que la letra pequeña establecía unas penalizaciones para el Ayuntamiento que suponían pagar, además del préstamo, 9 millones de cancelación por los beneficios que la entidad dejaba de percibir hasta el 2036.

El esfuerzo ha sido enorme. Es completamente falso que Zaragoza sea la ciudad más endeudada de España o que se haya endeudado más en esta legislatura. Otra cosa es que se aproveche que el Ministerio de Hacienda nos impute, sorpresivamente en el 2018, la totalidad de la deuda del tranvía, 189 millones. Esa deuda no es una deuda financiera, es una anotación contable que registra el riesgo que asume el Ayuntamiento hasta 2044 en el caso de que nadie cogiera el tranvía.

Esta imputación que ha esperado 9 años a producirse llega ahora y se refiere a una obra y a un contrato anterior a este gobierno y estamos convencidos que se trata de una operación política que ni Montoro se atrevió a hacer.

Menos deuda sin recortes

La verdad es que debemos 160 millones menos a los bancos, que hemos reducido la deuda y que no hemos realizado ningún recorte.

Todo lo contrario: se han incrementado los gastos en vivienda, en movilidad, en derechos sociales, en fomento del empleo, la inversión en los barrios...

Se nos achaca que hemos rebajado la deuda porque no ejecutamos el presupuesto municipal, pero nada más lejos de la realidad: hemos ejecutado nuestros cuatro presupuestos por encima de un 92%. Si lo comparamos con otros Ayuntamientos de signo distinto podemos ver a qué nos referimos: Málaga (PP) ejecución del 76,38%; Sevilla (PSOE) ejecución del 68,60%; Jaén (PP) del 54,01%. Y si nos centramos solo en las ejecuciones de inversiones: Málaga 25,05%; Sevilla 9,99%; Zaragoza 44,68%.

En lo que se refiere a los ingresos -nuestra política fiscal- podemos decir que no hemos subido los impuestos, muy al contrario, los hemos bajado. Tenemos el tipo impositivo de IBI residencial más bajo de todas las capitales de provincias. El tipo ha tenido una rebaja del 35%. Pero para compensar la disminución de ingresos y mantener el nivel recaudatorio, hemos subido de tipos al 0,17% de los inmuebles que -estando afectados a una actividad económica, es decir, no fuesen vivienda- tuvieran un valor superior a un millón de euros.

De esta manera hemos protegido a las viviendas, pero también a los pequeños y medianos locales comerciales, oficinas, talleres que habrán visto reducir el recibo de su contribución.

Todo lo dicho está documentado en las páginas del Ministerio de Hacienda a las que se puede acceder. Hoy mismo publica la plataforma elsectorpúblico.es un estudio del IBI, el impuesto más importante de un Ayuntamiento, sobre grandes Ayuntamientos y en el que literalmente dice en su página 4: “Con diferencia, el municipio que más ha visto reducido el tipo medio del IBI Urbano ha sido Zaragoza”.

También hemos hecho un esfuerzo enorme para bonificar a más del 95% de las plusvalías cuando se hereda la vivienda habitual.

Pero, al mismo tiempo, hemos suprimido bonificaciones millonarias a grandes empresas por creación de empleo, salvo que ese empleo fuera indefinido, como mínimo a tiempo parcial y generara aumento neto en las plantillas. Esto ha acabado con bonificaciones de dos millones de euros de empresas que contabilizaban el empleo por días o por horas.

Porque los números no mienten. Las cuentas, claras y la gestión, transparente.

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