Las cosas son más fáciles

Samuel Barrena es miembro de Oshito, entidad de la economía solidaria dedicada a la comunicación, desarrollo web, fotografía, video y formación.

Pasó en su día con el ecologismo, eran cuatro chalados que no pasaban mucho por la peluquería y que vestían con colores chillones hasta que lo obvio se hizo tan presente que nadie pudo mirar hacia otro lado. ¿Quién puede negar el serio problema de contaminación que hemos creado? ¿Quién puede en su sano juicio no abogar por desarrollar una alternativa a los combustibles fósiles si hasta las propias petroleras han puesto fecha de caducidad a los pozos?.

Hoy en día está pasando con el feminismo. No nos damos cuenta de que los movimientos han avanzado mucho más rápido que la sociedad y que muchas veces el discurso queda muy lejos para la gente, es difícil de comprender. Hablar de heteropatriarcado cuando a los asesinatos machistas se les sigue llamando “casos de violencia de género” es ciertamente complicado. Si a todo esto le añadimos que hay gente que dedica más esfuerzos en desarrollar la teoría del “feminazismo” antes que ver la realidad, mal vamos. No negaré que, como en toda casa, hay gente que roza el fanatismo y que extrema tanto el discurso (en muchas ocasiones rozando el infantilismo) que no hace ningún favor, pero eso no puede enmascarar la realidad. Se puede afirmar que este país es machista y no hace falta irnos muy lejos, sólo nos tenemos que fijar en la diferencia salarial entre hombres y mujeres en los mismos puestos de trabajo. El poso de nacionalcatolicismo que arrastramos hace que la política del silencio siga vigente y que ciertas cosas no se hablen.

El cine es un reflejo de la sociedad, y muestras como la de Zinentiendo nos recuerdan cada año que el cine es en su mayor parte no refleja algo tan obvio como que esta sociedad está formada por hombres y mujeres. Ante tal afirmación, habrá quien se lleve las manos a la cabeza y piense que estoy exagerando. La realidad, desgraciadamente es otra, basta con un sencillo mecanismo para poder ver la incidencia de los personajes femeninos en los argumentos. El tristemente no famoso test de Bechdel es tan obvio como irrefutable. Tres sencillos puntos:

  1. En la película salen al menos dos personajes femeninos.
  2. Dichos personajes se hablan la una a la otra en algún momento.
  3. Dicha conversación tiene que tratar de algo más que no sea un hombre (no limitado a relaciones románticas, por ejemplo dos hermanas hablando de su padre no pasa el test)

Pues bien, la mayoría de las películas no lo pasan, os invito a hacer la prueba y a descubrir con asombro cómo nuestro poso educativo no nos ha dejado ver una realidad tan aplastante.

El machismo está ahí, nos están robando los derechos laborales, la justicia no funciona, y así una larga lista. El modelo está agotado, y aunque muestra síntomas de cansancio y haya una brecha que podemos aprovechar,tenemos que trabajar más y con más gente para convertirla en fractura.

Muchas veces nos acusan de estar fuera del mundo, de vivir una realidad paralela, y lo cierto es que hay una parte importante de razón en dichas afirmaciones. Nos apasionamos tanto por los temas que tratamos, nos metemos tanto en ellos, que nos apartamos de la gente en su conjunto. Indagamos, leemos, compartimos, desgranamos tanto que, efectivamente, creamos nuestro micro mundo y nos atrapa. No nos damos cuenta de que pasamos tanto tiempo desarrollando un discurso que nos olvidamos de quien lo tiene que oír. A veces, una cuestión sintáctica provoca una discusión más acalorada que una discrepancia política. Las cosas son más fáciles y no nos damos cuenta.

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