Kathrine Switzer: la primera mujer que corrió un maratón

El 19 de abril de 1967, Katherine Switzer provocó un escándalo mediático al participar en el maratón de Boston. Que una mujer compitiera oficialmente, con un dorsal en el pecho, rompió los esquemas de la época y de los organizadores que incluso llegaron a agredirla durante su transcurso

Kathrine Switzer agredida durante la Maratón de Boston de 1967.

Nunca una mujer había conseguido participar en una competición de Estados Unidos, oficialmente y con un dorsal en el pecho. Kathrine Switze tenía tan sólo 20 años cuando se reveló contra los roles del patriarcado y contra el sentido común de una época que imponía contundentemente los estereotipos de masculinidad y feminidad para mantener a las mujeres oprimidas.

Kathrine Switzer, una mujer producto de un periodo convulso

Por aquel tiempo estaba instalada la idea de que las mujeres no eran capaces de correr más de 2 o 3 kilómetros seguidos. No sólo se planteaba que no eran hábiles en el deporte, sino que también, se les inculcó multitud de temores. Leyendas como que se agrandaban las piernas enormemente, algo impropio para una mujer, que les saldría bigote, que el trote provocaba el desprendimiento del útero y un sin fin de argumentos seudocientíficos que el patriarcado y la iglesia sembraban en las conciencias para mantener a las mujeres dentro de casa.

Pero también fue un periodo de radicalización social y política, que hizo temblar el mundo de Oriente a occidente. Una época en la que las universidades de EEUU estaban repletas de debates sobre igualdad, sexualidad, liberación etc. Periodo en el que surge el movimiento contra la guerra de Vietnam, en el que el colectivo afroamericano lucha por la igualdad de derechos civiles. Un periodo convulso en el que nacen y se desarrollan estos movimientos de liberación.

De sus primeros pasos a sus primeras zancadas

Desde muy jovencita, con 12 años, tenía la inquietud del deporte y corría para entrenarse y llegar a ser parte el equipo de hockey sobre hierba en su ciudad. Aunque nunca llegó a formar parte del mismo, ella cuenta que estos entrenamientos y su propia superación le dieron mucha confianza desde que era una niña.

Fue en la universidad cuando tomó la decisión de prepararse para correr el maratón de Boston. Ella le planteó a Arnie Briggs, entrenador del equipo de cross-country masculino de la universidad de Syracusa, en Nueva York, que quería competir. Ante esta revelación el entrenador le contestó que: "las mujeres no pueden correr en el maratón". Y por ello le puso una traba, probablemente pensando que no la superaría, le dijo: "Si puedes mostrarme en la práctica que puedes correr la distancia del maratón -26 millas y 385 yardas (algo más de 42 kilómetros)-, seré la primera persona en llevarte. Esto en lugar de suponer un obstáculo, fue para Kathrine un reto, el cual superó con creces llegando a correr hasta 31 millas (49 kilómetros).

Lo consiguió en poco tiempo. Todo estaba en marcha, había superado los impedimentos que Arnie le había impuesto para que desistiera de su empeño. Pero sobre todo se había demostrado a sí misma, que ella y cualquier mujer que se lo propusiera podían correr a ese nivel. Ahora tocaba demostrárselo al mundo y abrir paso al resto de mujeres que desearan comenzar una vida dedicada al atletismo. Aunque ella aún no era consciente de la repercusión mediática y de las consecuencias que iba a tener tal hazaña.

Una de las claves para registrarse legalmente en el maratón fue que no había normativa sobre sexos a la hora de participar. Posiblemente porque no pensaban que una mujer tuviera la osadía de presentarse a tal evento. Pero como no tenía confianza de que le permitieran participar, en cuanto se percataran de que era una mujer, se registró con sus iniciales K.V. Switzer y fue aceptada.

El día del evento la incertidumbre y los nervios recorrían su pensamiento, no sabía si le permitirían participar cuando la vieran en persona, en el momento de recoger el dorsal con el número asignado. Entonces sería cuando se convertiría oficialmente en una corredora, algo que nunca una mujer había hecho en la historia del maratón de Boston. Aunque tenía miedo de ser expulsada por ser mujer, consiguió pasar sin sospecha: "Extendí mi jersey para que pusiera el dorsal sin mirar al juez. Noté cómo ponía su mano sobre mi hombro, me daba paso hacia delante, y gritaba 'vamos atletas, muévanse, continúen pasando'. Y pasé. Ya lo había conseguido".

Llegó el momento y le asignaron el tan deseado dorsal con el 261, número que se convertiría en todo un hito del atletismo femenino. Cabría recordar que tanto el año anterior como el mismo, en el que compitió por primera vez Kathrine, se "infiltró" en la competición otra mujer Bobbi Gibb, pero esta lo hizo sin registrarse. Aunque su participación no fue tan mediática como la de Switzer, su gesto sin embargo fue igualmente valiente e importante.

Una imagen para la historia del atletismo y de las mujeres

Comenzó la competición al lado de su pareja quien también corría en el evento. Durante los primeros kilómetros se sentía cómoda, puesto que el resto de corredores en lugar de increparla por ser mujer le deseaban suerte. "Se alegraban de tener a una mujer a su lado a la hora de correr", afirmara posteriormente.

La participación de una mujer con un dorsal en el pecho provocó gran revuelo entre los medios de comunicación que se acercaban a ella para fotografiarla durante la carrera. Todo marchaba con tranquilidad hasta que, de repente Jock Semple irrumpió violentamente y agarró por los hombros a Kathrine al grito de: "Sal de mi maldita carrera y entrégame esos números", se trataba del codirector de la misma. En ese momento todos los medios rodeaban a Switzer, lo que permitió que la imagen fuera inmortalizada para la historia. Kathrine consiguió soltarse y su pareja que corría junto a ella, le propinó un enorme empujón a Semple que le hizo caer al suelo, mientras gritaba: "corre como nunca".

Durante el resto del maratón continúo rodeada, en primer lugar por los medios de comunicación y por varios corredores, entre ellos su novio, que le "custodiaban" para que nada pudiera impedir que terminara la carrera. Este momento fue un punto de inflexión para ella, que aunque estuvo a punto de abandonar recordará: "Pero tenía que terminar. Sabía que si abandonaba, la gente volvería a pensar que una mujer no podía correr un maratón. Que sería un paso atrás para el deporte femenino, en lugar de un paso adelante. Que Jock Semple y todos los que son como él habrían ganado. Porque al principio pensé que era sólo un hombre fuera de sí, pero era también un hombre de su época".

4 horas y 20 minutos después llegó a la meta, una meta que iba más allá del tiempo que le había costado realizarla, una meta que se convirtió en un símbolo de superación de las barreras del machismo y del patriarcado. La imagen de Kathrine siendo increpada violentamente por Jock Semple recorrió el mundo y aun hoy en día es un símbolo. Cientos de fotos cayeron sobre ella durante todo el recorrido, en lo que de forma espontánea sería posiblemente, el primer reportaje fotográfico de una mujer atleta en EEUU.

Cinco años después se consiguió que las mujeres pudieran participar en los maratones de EEUU. En 1974 Switzer ganó el maratón de Nueva York y en 1975 quedó segunda en el de Boston.

Por tanto, Kathrine Switzer, como decíamos fue una mujer producto de un periodo convulso. La década de los ´60 es una época de ruptura, de rebeldía, de procesos revolucionarios. Es en estos momentos cuando surgen grandes personajes que con pequeños grandes pasos o "zancadas" hacen historia. Kathrine Switzer fue en ese sentido una mujer producto de una época. Una mujer que se enfrentó a los roles establecidos y que abrió paso a las mujeres atletas. Su valentía y aplomo permitieron que realizara una enorme aportación en las arenas de la competición deportiva y del avance de la lucha de las mujeres por la igualdad en todos los terrenos.

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