Lugansk.- Figura mítica y clave, con Strelkov y Gubarev forman el frente más mediatico de la milicia, coinciden en que la tregua es inoportuna y son el reflejo romántico de las divergencias en Donbass.
Los fríos arrecian, el dinero se ha acabado y la ayuda humanitaria no llega a todas partes. Pero Mozgovoy es un estado, 4000 militares le siguen, tienen sus propios centros de suministro y un sistema de distribución que permite abastecer a civiles y militares de forma eficaz. Mozgovoy también es un hombre consecuente.
- Pregunto: ¿y ahora qué?
- ¿Solo?
- ¿Le hacen el vacío?
- Sí, y qué. ¿A quién se le ocurre celebrar elecciones en tiempo de guerra? ¿Quién necesitaba la tregua? ¿para qué necesitamos “media” República Popular de Lugansk?
Y es que el frente se ha quedado lejos de las fronteras. Un cosaco que nos escolta coincide con él: “dominamos la altura de Stanitsa-luganskaya, veo mi casa, quiero ir a trabajar mi huerto y cuidar los animales, pero los ukros están allí, se han atrincherado. De no ser por la tregua, hace días que estarían en Kiev”.
Muchos comparten esta opinión y han empezado a luchar por su cuenta, como Kozitsyn o Dremov, otros se unen a Mozgovoy. De todas maneras, los ucranianos no han dejado de disparar en todo el frente.
- Pero no se han emprendido operaciones militares ¿no?
- Eso no quiere decir que no haya guerra, ayer atacaron mi coche con obuses.
La situación es confusa: desde la República Popular de Lugansk se exigen elecciones para legitimar el nuevo gobierno y solicitar ayuda humanitaria, pero “¿son una prioridad? ¡mira alrededor! Hay que restablecer las infraestructuras, arreglar las casas, relanzar la economía y seguir con la guerra”, resalta Mozgovoy “¿quién va a ir a votar? ¿A quién le interesa todo ese montón de partidos que no sirven para nada? Detrás de ellos está la oligarquía, aquí y en occidente”
La República Popular sigue adelante con las elecciones, con el intercambio de prisioneros y la unificación del ejército. Hay problemas de corrupción con el reparto de ayuda humanitaria en torno a algunos batallones, y eso desacredita a la milicia en general.
También hay diferencias entre los funcionarios que no abandonaron la ciudad o asumieron cargos durante el asedio y los que acaban de llegar, más “profesionales”. Lo mismo ocurre entre la población: unos se fueron y otros se quedaron, unos se conforma y otros se indignan. Para algunos la guerra ya ha acabado y otros piensan “para los que os fuisteis ni siquiera ha empezado”, que todo vuelva a ser como antes o que cambie para siempre. Y con el frente a 10 km.
Como si nos acercáramos al fondo de la cuestión “producción, publicidad, consumo... como un rebaño. Queremos volver a ser un pueblo” Asegura Mozgovoy, “detrás de todo esto está la oligarquía: uno gana, muchos pierden. Está relacionado con la expansión de la democracia a la americana. Allá donde la llevan, guerra”.
En las zonas más castigadas las diferencias son menores, impera un orden soviético: se retiran los escombros con trabajo comunitario, los tanques se engrasan, se repara la maquinaria capturada, se mira al frente y se sueña con “el milagro ruso” (intervención militar y política). Pero están despiertos, y como pocas veces en la historia, con las armas en las manos.
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[Eloy Fontán (@eloyfontan) es periodista y corresponsal en Donbass]