El lenguaje de los representantes públicos

El pasado 24 de febrero el presidente de la DPT hizo unas declaraciones en el marco de unas jornadas de ATADI sobre Empleo y Discapacidad. Ramón Millán tuvo una intervención que levantó una ola de reacciones en las redes sociales y también a través de comunicados que distintos colectivos publicaron en prensa

El presidente envío una disculpa al día siguiente dirigida al entorno de las personas con discapacidad, diciendo que se habían sacado sus palabras de un contexto en el que habló de una forma “relajada y llana”. La verdad es que, efectivamente, el habló en esos términos de una forma “relajada y llana”, pero eso no es una excusa. Un modo campechano no excusa mantener el debido respeto que cualquier colectivo se merece. Hay cosas con las que no se puede bromear. No se trata de rasgarse las vestiduras por las palabras pronunciadas por una persona, pero es que en esa situación, Ramón Millán no era una persona cualquiera, era el presidente de una institución. Y en ese contexto, el cuidado debe ser exquisito. No se puede bromear con cualquier cosa. Un representante público no puede hablar de la integración laboral de las personas con discapacidad de una manera paternalista, no puede referirse al tema entre risas, ridiculizando a los trabajadores en general y a los trabajadores de la Diputación Provincial en Particular.

En realidad, lo más triste es que esa forma de expresarse “relajada y llana” evidencia lo que realmente piensa quien lo pronuncia. Es algo que dice, casi sin pensar, de forma natural. Es decir, eso es lo que piensa. Habla del colectivo de personas con discapacidad con paternalismo. Estamos en el siglo XXI, todas las personas tenemos derechos, y los derechos de las personas con discapacidad pasan por que nos se las mire con condescendencia.

También los derechos de los trabajadores, y por ende el papel de la representación sindical, deberían ser considerados algo natural en la mente de cualquier persona en el mundo actual. No estamos en la revolución industrial, donde no había horarios, ni salud laboral, ni protección social, ni sindicatos legalizados, y el propietario se comportaba con condescendencia. Tampoco estamos, o no deberíamos estar, en el modelo paternalista del Fuero del Trabajo. Aunque algunas medidas tomadas en los últimos años respecto a los derechos de los trabajadores y al derecho de huelga hayan retrocedido enormemente.

¿Y qué decir de los trabajadores de la DPT? En sus “bromas” menosprecia la labor de los trabajadores de la DPT.

En fin, en resumen, no cabe ninguna duda de que el presidente debería reflexionar. Las disculpas no solo las merecen los familiares y las personas con discapacidad. También las merecen los representantes sindicales y los trabajadores de la Diputación Provincial. Un cargo público en los actos institucionales es mejor que no se salga del guión. Las bromas, propias estas además de un humor más que discutible, es mejor dejarlas para el ámbito privado de su entorno.

Autor/Autora

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies