“El futuro de Novoróssia lo decidirá el poder popular”

Nos entrevistamos con uno de los brigadistas internacionales que viajaron al Donbass en la Segunda Caravana Antifascista.

Foto: Brigada Ruben Ruiz Ibarruri.

Más de cien brigadistas participaron de esta Segunda Caravana Antifascista cuyos objetivos no eran otros que mostrar la solidaridad internacional con los habitantes de las repúblicas del Donbass, acosadas desde hace un año por el ejército ucraniano y mercenarios internacionales.

Brigadistas llegadas desde Euskal Herria, Catalunya, Aragón, Asturies, Galiza, Castilla, Rusia, Alemania, Suiza, Perú, Turquía, Grecia, Polonia, Suecia, Italia, Bulgaria, Inglaterra e Irlanda, han llevado ayuda humanitaria y medicinas a una zona que soporta la guerra todavía pese al silencio de los medios de Europa occidental.

Al hablar con Rafa, uno de los brigadistas, lo primero que nos interesa es como ha sentido ese escenario de guerra. Lo más impactante para él es como han sido recibidos. “Nos hemos sentido cuidados  y muy queridos”. Un cariño mostrado por una población que ve un halo de esperanza que viene desde el mismo lugar desde donde se lanzan infamias contra ellos. “Una mezcla de emociones, en la que ves un escenario de guerra… no sé si llamarle guerra. Es más una ocupación, una imposición”.

Los brigadistas tenían como punto de encuentro Rostov On Don, una ciudad rusa en la desembocadura del río Don en el Mar Azov. “Lo primero que te sorprende cuando vas a llegar a la frontera con la República de Lugansk, es que el ejército ucraniano ha bombardeado territorio ruso. Se ven barricadas y huellas de batallas antes de llegar al control ruso de la frontera”. Algo que contrasta con los argumentos que tratan de criminalizar el modo de actuar de Rusia en este conflicto.

Tras atravesar la bombardeada frontera, ya en la república de Lugansk, un convoy de milicias escolta los dos autobuses de brigadistas hasta la ciudad de Alchevsk. No deben encender el móvil. Todas atienden las instrucciones de seguridad. Entran en una zona de guerra. Un conflicto que ya ha dejado más de 6.000 muertos.

En la actualidad el frente está controlado, y pese a que se siguen escuchando e incluso viendo bombardeos, las posiciones de los milicianos del Donbass parecen estar afianzadas. “El ejército de Ucrania no tiene casi soldados. Han bajado la edad de reclutamiento a los 15 años. En realidad lo que queda combatiendo son batallones nazis, como el batallón Azov, batallón Aidar, Dniper… casi todos alimentados por Pravy Sektor”.

Una afirmación que contrasta con la equidistancia que tratan de mantener ciertos sectores de la izquierda en Europa Occidental, que en ocasiones dan por válidas las informaciones que acusan a la población del Donbass de terroristas y separatistas prorrusos, colocándolos al mismo nivel que el intervencionismo de la Unión Europea y de Estados Unidos en la zona. “Nosotros hemos estado allí, y lo que hemos visto es una lucha contra el imperialismo y contra el fascismo”, afirma Rafa.

Los brigadistas han permanecido en una zona bajo el control del llamado batallón “Fantasma”, a las órdenes del Comandante Mozgovoy. Un batallón compuesto en su mayoría por Cosacos del río Don. “Los Cosacos del Don son esencialmente comunistas y pro-soviéticos. De hecho los carteles que cuelgan dicen literalmente ‘Luchamos, estamos luchando y lucharemos contra el fascismo’”. Algo que algunos pueden calificar de propaganda pro-soviética lanzada interesadamente desde Rusia. Pero lo que se llama propaganda desde occidente parece un sentimiento generalizado, ilustrado por los cientos de estatuas de Marx, Lenin y Stalin, que decoran las ciudades de Lugansk desde la época soviética, y que los propios ciudadanos cuidan, y en ocasiones, como en el caso de los cosacos, incluso veneran.

Rafa asegura que viajó allí, aparte de para llevar ayuda humanitaria, con la intención de conocer de primera mano. “La sensación que tengo es de que no va a haber una oligarquía que domine ese territorio. En palabras de uno de los cosacos que conocimos el futuro es ‘vencer o morir’. Por mucho que diga la oligarquía de uno u otro lado, el futuro de Novoróssia lo decidirá el poder popular”. Así de contundente se muestra el brigadista tras conocer de primera mano las inquietudes de los milicianos de Lugansk.

Si la república de Crimea era un bastión geoestratégico y la de Donetsk un auténtico granero, la de Lugansk produce carbón. Mucho carbón. “La propaganda va a intentar desprestigiar al comandante Aleksey Mozgovoy”, quien, según nos comenta Rafa, goza de un amplio apoyo popular, y contra el que ya se ha atentado en tres ocasiones. “La oligarquía de Lugansk quiere seguir disponiendo del carbón. Mozgovoy pretendía dar salida inmediata al carbón, sin el control de la oligarquía, ahora huida, que antes del gobierno Maidan disponía de las minas. Es esta misma oligarquía la que ahora quiere volver. Sin embargo, saben que necesitan de Mozgovoy para proteger la república pero lo consideran un peligro para sus intereses. Una situación paradójica.”

Ayuda humanitaria, conciertos y contacto social

Reparto de medicinas, de juguetes, reconstrucción de parques infantiles y otras actividades, han sido compaginadas con el conocimiento de la situación actual de Lugansk. “Cada uno de nosotros hemos facturado un mínimo de veinte kilos  de los que más de la mayoría eran medicinas y parafarmacia”. Casi tres toneladas de ayuda para unas repúblicas que desde occidente son calificadas de terroristas.

La caravana estaba integrada también por el grupo musical Banda Bassotti, que darían un total de cinco conciertos en los nueve días. Algo que también es una ayuda. Decenas de niños saltaban y bailaban en primera fila de estos conciertos. “Hacía mucho tiempo que no veíamos a nuestros hijos pasarlo tan bien”, fue el comentario que les hizo una madre emocionada en uno de los conciertos.

Banda Bassotti ha impulsado dos caravanas antifascistas al Donbass. En un comunicado emitido esta semana aseguran que su “corazón, además de estar repartido entre un montón de lugares del mundo, desde hace un tiempo se encuentra en Donbass”. Los Bassotti no solo han tocado en Lugansk, sino que han trabajado codo con codo con el resto de brigadistas. Además, en dicho comunicado han tenido un recuerdo para “esos falsos ‘amigos’ que han intentado de cualquier forma, obstaculizar y degradar nuestro proyecto, que han intentado dividir a la Caravana antes, durante y después de su realización”.

El resto de los brigadistas se han sentido parte de un proyecto que en ningún momento ha sido amparado o eclipsado por los Bassotti. Albergados en Alchevsk en el cuartel de la Unidad 404 de la Brigada Prizrak, han podido visitar también Stakhanov, territorio cosaco, donde han podido mantener contacto con la población y han podido observar un sentimiento generalizado contra un imperialismo que consideran impulsado desde la Unión Europea.

Este sentimiento está tremendamente generalizado, nos comenta Rafa, algo que le sorprende. “No es algo excepcional, el imperialismo es así. Crea un enemigo, generan conflictos étnicos, alimentándolos, como ocurrió en la antigua Yugoslavia, con un objetivo final, ya sea geoestratégico o económico”.

Recuerda Rafa también que tras su visita a Stakhanov, recibieron la noticia que tres de los cosacos que les habían escoltado en la jornada anterior, habían muerto en el frente. Aunque nada más llegar a su alojamiento en la ciudad, se habían encontrado una sala con decenas de fotos de fallecidos, no sintieron lo mismo que saber de la muerte de alguien con quien has hablado, con quien has vivido algún momento. “Te quedas de piedra”.

No puedo evitar hablar de la sombra de la ultraderecha en ambos bandos con Rafa, sé que a él también le interesa, y aunque ellos han estado bajo la custodia de este “Batallón fantasma”, con una clara posición antifascista, no ha dudado en interesarse por el tema.

En Lugansk es cierto que estuvieron combatiendo gente de la ultraderecha francesa bajo la bandera de Unión Continental, una organización nacida en Belgrado en 2014. “En Donetsk la oligarquía ha podido impulsar la creación de milicias que no son antifascistas. Chetniks y paneslavos, luchaban por los intereses de Novorrósia, aunque parece que han perdido protagonismo. En Lugansk, también hubo ultraderechistas franceses, liderados Víctor Lenta, y por orden del comandante Mozgovoy, fueron juzgados y extraditados. Actualmente, lo que se vive en la república de Lugansk es anfifascismo, y ese es el discurso único”.

Resignado, me comenta que “la guerra no va a terminar y aunque en Novoróssia ya han reconocido las repúblicas, el frente sigue activo, y avanza y retrocede. Novoróssia no tiene un territorio concreto todavía”. Me asegura que allí ya se intuye cercana la amenaza de una futura tercera ofensiva del ejército ucraniano.

Terminamos una larga entrevista hablando de las sensaciones en un entorno bélico. De cómo las lejanas bombas les asustaban a ellos, recién llegados, mientras los habitantes de Alchevsk continuaban con sus rutinas. De un pueblo que sufre pero tiene fuerzas para agradecerte el gesto. Debatimos el porqué de una guerra. “En Novoróssia no entienden el nacionalismo ucraniano de Kiev, porque Ucrania es un territorio que adquiere sus dimensiones actuales en el siglo XX”, impulsadas como una forma de organización soviética. No es la patria, ni la imposición de la misma, ni si quiera es el Donbass. “La lógica del imperialismo es esta: ¿Es éste territorio competitivo? ¿Puede ser peligroso para mis intereses? Y a partir de aquí, comienza la guerra”.

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