El Brillo en las candidaturas de la Revolución

Hace escasas semanas mi amiga María José Gutiérrez vino a visitarnos desde el Estado español invitada por la UBV de San Cristóbal para explicar en una conferencia su "Teoría del Brillo". Dicha teoría no es más que un aglutinamiento de diferentes reflexiones teorizadas anteriormente por gente como Lacán o Carl Marx y explicada desde un análisis comparativo entre la egocéntrica filosofía occidental (a partir de Parménides) con las filosofías orientales o la cosmovisión indígena. En lo que a este artículo respecta, nos quedaremos de dicha teoría con la parte que toma de Marx en cuanto al fetichismo de los objetos. …

María José impartiendo la charla en la sede de la UBV en San Cristóbal. Foto: David Jarne
María José impartiendo la charla en la sede de la UBV en San Cristóbal. Foto: Intichurin Iskaywari

Hace escasas semanas mi amiga María José Gutiérrez vino a visitarnos desde el Estado español invitada por la UBV de San Cristóbal para explicar en una conferencia su "Teoría del Brillo". Dicha teoría no es más que un aglutinamiento de diferentes reflexiones teorizadas anteriormente por gente como Lacán o Carl Marx y explicada desde un análisis comparativo entre la egocéntrica filosofía occidental (a partir de Parménides) con las filosofías orientales o la cosmovisión indígena.

En lo que a este artículo respecta, nos quedaremos de dicha teoría con la parte que toma de Marx en cuanto al fetichismo de los objetos. La teoría apunta, en su reflexión sobre el relativo éxito de un producto electoral prácticamente vacío encarnado por Capriles, a la importancia del brillo y de la promesa de felicidad asociada a un personaje que más parece sacado de la última telenovela de moda que a un político o gestor eficiente y contrastado.

Pues bien, pareciera ser que el Gran Polo Patriótico (o al menos así lo visualiza el PSUV y el propio Nicolás Maduro) ha asumido esa estrategia electoral analizada por la Teoría del Brillo cuando nos encontramos con el anuncio de candidatos a alcaldías como Winston Vallenilla, el Potro Álvarez o Miguel Ángel Pérez Pirela acompañados de tantos otros de mundos tan alejados de la gestión política como las grandes ligas de beisbol. A lo largo de mi reflexión sobre el porqué de esta estrategia (reflexión inevitable para cualquiera con un mínimo de inquietud política en la República Bolivariana de Venezuela), he transitado diversos caminos y, sorprendentemente con la ayuda de otro artista que goza de mi entera admiración: Amílcar Briceño en un comentario a una publicación mía en una red social, he comprendido el gran acierto que conlleva esta estrategia.

Evidentemente la primera ventaja que uno le ve es esa cantidad de personas que votarán a su artista favorito como muestra de apoyo, independientemente de la ideología, pero una ventaja electoralista no me parece un argumento suficiente y, en un primer momento pensé que habría mucha gente que tras grandes esfuerzos en política y demostración de capacidades se dejarían abrazar por la frustración y comenzarían a restar apoyo. Sin embargo una reflexión de tal calibre necesita de un mayor análisis, y es lo que pretendo compartir con este artículo de opinión.

Por un lado, tenemos la "argumentación oficial" explicada a través del propio Nicolás Maduro en el último "Diálogo Bolivariano" (que para quien nos lee desde el exterior podríamos simplificarle como la nueva versión de Aló Presidente). En dicho programa Nicolás presentaba a los estelares candidatos argumentando su éxito en sus propios campos, su compromiso con la revolución, su amor demostrado por el pueblo y su juventud. Esa es una de las principales claves: están lanzando candidatos muy jóvenes.

Por otro lado, tratándose de candidatos sin experiencia en gestión, resultará más fácil evitar que se produzcan escándalos de corrupción y probablemente la mejor solución para continuar implantando esa nueva ética política en la que el gobierno tiene invertidos la mayoría de sus esfuerzos. De nada servirá cazar a los corruptos si no se acompaña la estrategia de viento fresco en los cargos, sin tanto contacto y además desconocedores de quién a su alrededor puede estar tentándole con la corrupción o poniéndole una trampa para desenmascararlo.

Y en último lugar, pero no menos importante, el objetivo final de la Revolución Bolivariana fijado por el propio Hugo Chávez es la construcción del Estado Comunal. Centrándonos en ese aspecto nos debemos despreocupar completamente de quién esté al cargo de las entidades institucionales porque lo que está en juego y lo que debe desarrollarse en los próximos años es el sustrato: que la importancia de la democracia recaiga verdaderamente sobre el poder popular organizado y ahí se debe invertir todo el verdadero esfuerzo y toda nuestra atención. El juego electoral es necesario pero no lo más importante, y copiar la estrategia del enemigo puede resultar un verdadero éxito. Sin quitar ningún mérito a los aspirantes, el entrar a la cancha con el mismo esquema de juego (la teoría del brillo) puede ser la sorpresa que decante el marcador esta vez, al igual que la derecha en las anteriores presidenciales subió tras copiar la patriótica estrategia bolivariana apropiándose de sus símbolos y de gran parte del discurso.

Además a la derecha le ha pillado completamente en fuera de juego, con los eternos candidatos de las élites y con el brillo muy desgastado.

Para más información sobre la teoría del brillo, puedes revisar estos audios elaborados por Corresponsales del Pueblo.

[Intichurin Iskaywari, es colaborador de AraInfo y corresponsal en Venezuela]

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