Donbass, la guerra sigue

El tres de junio reventaron de nuevo las tensiones el este de Ucrania a lo largo de toda la linea del frente. A costa de muchas bajas las milicias recuperaron escuálidas franjas de terreno, las perdidas de Kiev se estiman aún mayores. No hubo presencia masiva de blindados, reflejo de los acuerdos de Misk y de una guerra cada vez más dependiente de la mesa de decisiones internacional. Desde entonces el frente permanece estable, pero activo.

Foto: Eloy Fontán.

Desde mediados de mayo el ejercito ucraniano vuelve a bombardear con regularidad poblaciones rebeldes, como Gorlovka y Pervomaisk, con el consecuente goteo de muertos entre la población civil y la degradación de las condiciones de vida: en Staromijailovska llevan un año sin electricidad.

En los territorios bajo control ucraniano "Kiev hace todo lo posible por poner a la gente en su contra" manifiesta un habitante de Mariupol, "hubo una celebración oficial del «aniversario del día de la independencia de (de Mariupol) la República Popular de Donetsk ¡nunca había oído tantos insultos!".

En Mariupol la fiesta del 9, día de la Victoria sobre la Alemania nazi, de mayo de 2014 terminó en una masacre, cuando la Guardia Nacional ucraniana atacó la comisaría donde se refugiaban los policías, que se negaron a disolver el desfile del Día de la Victoria. Kiev explicó que los disturbios de ese día se debieron a un intento de toma de la comisaría por parte de 1500 milicianos prorusos.

Hoy en día la ciudad sigue controlada por el batallón Azov, de abierta ideología fascista y propiedad de Kolomoisky. En mayo los de Azov, presumiblemente borrachos, destruyeron un barco de reconocimiento de la Marina ucraniana, lo que fue achacado por la oficialidad a "una mina de fabricación casera que vino flotando desde Novoazovsk".

En otras ciudades que son ahora frente, como Krasnogorovka,  las tropas ucranianas mantienen como rehenes a los habitantes de edificios estratégicos, puestos de vigilancia, cuarteles... ubicados en edificios de viviendas, a modo de escudo humano e incluso Amnistía Internacional denuncia el secuestro de personas afines a las milicias y el cobro de suculentos rescates.

A las dificultades financieras de Kiev se suman la apertura de un segundo frente en Pridnestrovia y la sucesión de acontecimientos que podrían darle un vuelco mediático al conflicto, como el nombramiento de Saakashvili gobernador de Odesa, el desembarco de EE.UU en Kiev, la manifestación del orgullo gay con final violento o la creciente ayuda militar recibida de Canada, donde el lobby ucraniano logró expulsar a la solista simpatizante del Donbass Valentina Lisitsa de la Orquesta Sinfónica de Toronto.

Mientras tanto, las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk se debaten entre dos opciones: el regreso a Ucrania con una buena dosis de autonomía o la materialización del proyecto de Novorossia. La primera opción es inapropiada para la mayoría de la población e inaceptable para quienes sirven en las milicias, quienes adivinan la represión que se levantaría sobre ellos. La segunda se presenta como un proyecto popular y revolucionario, pero requiere el ensanchamiento del territorio liberado. Las luchas intestinas entre distintas familias económicas que pujan por una u otra opción marcan de manera nefasta la vida política, centrada en la unificación de un ejército purgado de potenciales disidentes.

Entre los bandazos en buena dirección cabe destacar la integración de universidades en el sistema ruso, el arresto en Rusia de presuntos malversadores de la ayuda material enviada al Donbass, la nacionalización de empresas en Donetsk. A pie de calle cabe lamentar la restauración del sucio sistema del dinero, que combina restaurantes caros con mendigos. El súmmum del absurdo capitalismo-corrupción es que en lugar de equipamiento los milicianos pueden recibir dinero para comprar equipamiento que se venden en los mercados y fue seguramente sustraído de algún camión envido por voluntarios rusos. Lejos del “todo para el frente, todo para la victoria” del año 43.

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