Diario de un padre antifascista. Día 3: el recurso

Las familias de los menores vieron la firma de Carlos Lasala como el juez que desestimaba el recurso de los menores. Todavía estamos esperando las explicaciones. Supongo que no nos la merecemos. Nuestros apellidos no son compuestos ni tienen en el pasado nexos con la dictadura fascista del general Franco.

Prólogo

Algunos experimentan conmigo, en un laboratorio, el límite de mi confianza en el estado de derecho. ¿Qué queda tras la desafección?

Había pasado del estado sólido al gaseoso. De la confianza en la justicia –el sólido, que se caracteriza por la rigidez y regularidad de sus estructuras– a la decepción –el gaseoso, sin forma ni volumen fijo. La sublimación se hizo mediante un proceso fantasioso de la verdad, conculcando la presunción de inocencia y añadiendo un año más de pena a mi hijo tras el recurso del TSJA (Tribunal Superior de Justicia de Aragón). Ahora os contaré el proceso del recurso. La imagen, más allá de ser un elemento en una probeta, es como si alguien te está dando una paliza y llamas a la policía para que te ayuden pero cuando llegan se unen a los agresores y cuando pides explicaciones a la justicia el juez te condena por defenderte. Ahí es cuando te das cuenta que todos pertenecen a un mismo bando y que tú no tienes amparo.

Día tres: el recurso

El juez de la audiencia provincial de Zaragoza, Carlos Lasala, nos había hecho entender que nuestros hijos cometieron un delito el día que decidieron ir a manifestarse.

Las madres y padres empezamos la campaña ante el recurso, apoyados por esa gente maravillosa que existen en coordinadoras antifascistas de toda España, en este caso, la de Zaragoza. Gracias a ellas, pudimos asumir algo que hasta ahora nos era extraño: la justicia no estaba dispuesta a impartir una sentencia justa. Organizamos todo tipo de actos, manifestaciones, firmas con destacados miembros de la cultura aragonesa y española, e incluso algunos de los medios que nunca nos habían preguntado, se acercaron a hablar con nosotras.

El grupo de PODEMOS e IU en las Cortes de Aragón, nos permitió exponer nuestro caso en la comisión de Derechos Humanos porque la sentencia constataba un principio de indefensión basada en la validez de cargo que le otorgó el juez a la presunción de veracidad de la policía. Algo que no está acorde con algunas sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) contra la justicia española en estos mismos términos. Expusimos nuestro caso y, más allá de las imposturas cara la galería, encontramos empatía. Ni los más conservadores comprendían que se les sentenciara a penas máximas sólo contando con el testimonio policial -y hablo de miembros del PP- y nos animaban ante la posible resolución del TSJA.

También nos encontramos con los vocales de Vox. David Arranz se dedicó a provocarnos en la sede de las Cortes. Arranz, en su calidad de mugre pegada en los zapatos, interrumpía nuestras intervenciones irrespetuosamente. La equidistancia ante estos tipejos, taparse la nariz delante de la basura, es parte del problema. Te convierte en la pata necesaria para que estos nazis que antes se organizaban en torno a una bomber y salían a cazar homosexuales, ahora puedan optar a tomar decisiones en un ayuntamiento, en una diputación o en un futuro gobierno de España. Contra eso se manifestó mi hijo. Insisto ad infinitum, el único hecho probado por el que fue sentenciado, y algo que reconoció él mismo: “Acudí a una manifestación”.

¿Un ciudadano español puede ir a la cárcel por manifestarse? Es posible. No sería el primero. Al menos, en su entorno, ahora estamos más despiertos ante estos atropellos. Espero que estos Diarios de un padre antifascista que publico, despierten, agiten, nos pongan frente al problema, y sirvan para algo. Porque el problema, amigas, es el miedo y el silencio frente a su violencia indecente. El problema es querer esconder la desazón que nos provoca sentirnos indefensos contra los poderes públicos cuando éstos ejercen la represión contra la ciudadanía. El problema es pensar que esto no le puede tocar a cualquiera. Y sí, le tocó a cualquiera. Bueno, no. A mi hijo. La mejor persona del mundo.

Dulce, comprometido, culto, alto y muy delgado, con unas manos que cuando te abrazan cabes dentro y notas el calor de su cuerpo, su inocencia. El estado trabaja para arrebatármelo y transformarlo en una sombra tras unas rejas. Por lo tanto, como ciudadano les denuncio. Como padre, permítanme odiarles con furiosa rabia.

Todo lo que conseguimos movilizar en la campaña no tuvo el peso suficiente. El TSJA desestimó el peritaje que hicimos sobre un vídeo. Un peritaje realizado por dos conocidos cineastas aragoneses, que certificaba que en las grabaciones de seguridad ofrecidas por la universidad no aparecían ninguno, repito, ninguno de los seis jóvenes detenidos. Los jueces del Superior de Aragón rechazaron la prueba y el peritaje –sin mirarlo– argumentando que aunque pudiera ser así –no lo miraron- eso no demostraría que los acusados, presuntos culpables, pudieran estar fuera del foco –entonces, no eran presuntos culpables, ¿me equivoco si entiendo de ese argumento que mi hijo era ya un presunto inocente?

Este argumento es un insulto a la inteligencia y serviría para sentenciar a más de 7.000 millones de habitantes del planeta tierra que podrían estar, en ese momento, fuera de ese foco. Es un argumento tendencioso, en un organismo cuyo deber es velar por todo lo contrario, juzgan un recurso. En mi opinión, inadmitiendo la prueba demuestran que hay una mafia sujeta a algunos apellidos dentro de los estamentos judiciales españoles.

Observen este pequeño detalle. ¿Qué les parecería que el recurso de las multas de los dos menores cayera en manos del mismo juez que por el mismo delito ya ha sentenciado a los cuatro mayores? ¿Bien, regular, raro, cosa nostra? Las familias de los menores vieron la firma de Carlos Lasala como el juez que desestimaba el recurso de los menores. Todavía estamos esperando las explicaciones. Supongo que no nos la merecemos. Nuestros apellidos no son compuestos ni tienen en el pasado nexos con la dictadura fascista del general Franco. El mundo patas arriba. Descender del fascismo es bueno.

No me extiendo más. El TSJA, después de una campaña donde nos dejamos el alma, no sólo no les absolvió, sino que les sentenció a un año más. Siete años. Asumieron un cargo del que fueron exculpados en primera instancia, sin ningún aporte nuevo de pruebas. Mi hijo ha pasado una etapa muy complicada. El batacazo, el palo en las costillas. Una paliza en un callejón oscuro. Esa es nuestra experiencia ante los estamentos judiciales. Yo busqué lugares con poca luz por si podía pasar desapercibido. La justicia estaba siendo extremadamente cruel. Mi hijo empezó a preguntarse si realmente era culpable de algo. Nos tomó tiempo hacerle ver que no. Que la inocencia no era lo que ellos estaban juzgando. Aunque parezca increíble, y a las pruebas me remito, la conclusión es que usaban toda su maquinaria para meterle preso, más allá de toda duda razonable.

Y lo denuncio aquí. Ahora. Y seguiré haciéndolo más allá de la resolución del Supremo. Espero que estéis ahí para futuras familias, que las habrá. Es un modus operandi y un modus vivendi. La justicia española está poniéndose al servicio de los grandes propietarios, una vez más. Habrá que trabajar para desterrarlos para que no pongan sus manos mugrientas sobre nuestros hijos. Tenemos mucho trabajo por hacer. Si nos organizamos igual le damos la vuelta a esto. Igual alguno de estos intocables acaba con una demanda por prevaricación y dentro del Consejo del Poder Judicial hay quién dictamina dentro de unos criterios salubres para la justicia. Igual, cuando otro joven se sienta culpable sin serlo, podamos rescatarle de sus pensamientos más oscuros. Sigamos adelante.


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