Después del 20D: El vómito electoral

Artículo publicado por el Colectivo L´Astral, de la República Independiente de Torrero, en su publicación Astralika

Llegó el día señalado. El 20D. Y la hora de la verdad. Llegó “la fiesta de la democracia”. (¡Que suenen las fanfarrias! ¡Loor a la democracia!). Pasando por más de un colegio electoral y viendo a la gente “ejercer su derecho al voto” uno no puede por menos que preguntarse qué significa tal cosa para cada una ciudadanas y de los ciudadanos ¿Es en realidad un derecho que se está ejerciendo o es un eufemismo del poder de decisión real de la ciudadanía en la gestión de la sociedad? ¿Es acaso un eufemismo de “vote lo que quiera que las decisiones las tomamos nosotros después. Firmado la gran banca, las multinacionales y todo lo que usted no se puede imaginar”? Y es que cuando votamos se pueden elegir unas siglas por muchos motivos: por asociarlas a unas ideas generales sobre algunos aspectos que nos importan en nuestra vida; por una imagen de un líder que me agrada más que otro; por tradición familiar; por llevar la contraria al cuñado; por la novedad; porque se quiere votar pero no se sabe a quién y a última hora se elige una papeleta sin saber bien porqué (¡venga a este mismo…!); para que no salga el que gobierna; para que sigan los mismos, que lo han hecho bien… El circo funciona y se vota, pero no se permite votar sin intermediarios. Yo me pregunto cuándo se empezará a democratizar la democracia y los ciudadanos puedan estar bien formados e informados (no precisamente por los medios privados de comunicación) para tomar decisiones sobre temas de importancia que afectan a la organización de la sociedad en todos sus ámbitos: económico, social, de trabajo, cultural, educativo, de salud, de medio ambiente, de reparto de la riqueza, de propiedad de los medios de producción en cuestiones claves para la vida de las personas (salud, alimentación, agua, transporte, comunicaciones, vivienda, etc.). Ahora, serios periodistas, tertulianos rigurosos, contertulios de medio pelo, charlatanes, “chupa cámaras” y demás cigüeñas sin campanario estarán especulando unos cuantos días, acaso semanas, sobre quién puede formar gobierno, las tensiones internas en los partidos sobre posibles coaliciones, los intereses de formar gobierno, las estrategias para desgastar al rival o rivales…

Se habla del circo, pero no de la situación de los seres que en él viven y trabajan. Las noticias, al igual que la niebla que nos rodea en invierno en nuestro valle del Ebro, se cuelan entre nosotros, haciendo que las cosas, los hechos, las realidades aparezcan y desaparezcan a los ojos de la gente. Es una especie de magia navideña, teñida de trasfondo de película de terror y sazonada de cierta desmemoria: ¿existen los refugiados sirios o se han ahogado o muerto de frío todos? ¿Los griegos existen y son felices o han sido devorados por la esfinge neoliberal? ¿Ya no hay niños en España
que pasen hambre? ¿Hubo alguna Infanta de España metida en asuntos judiciales? ¿España es ya la Arcadia feliz? Joder que sí… si hasta a los emigrantes les toca la lotería. 400.000 euros a un senegalés, para que luego digan...

Algo de análisis en la resaca postelectoral

España es un país con una alta moral cristiana donde el perdón de los pecados se hace realidad. ¿Pero qué tiene que pasar en España para que un partido lleno de altos cargos, diputados, ex ministros, etc., pringados de corrupción hasta las cejas y de financiación irregular, deje de ganar las elecciones?

En España no solo se practica en la democracia excluyente en medios de comunicación privados sino que hay ciudadanos de distinta categoría como consecuencia del sistema de circunscripciones provinciales: según en qué lugar de España votes tu voto vale más o menos. España como en otras tantas cosas es un país a la cola respecto a la diferencia de peso de los votos entre los ciudadanos. La ley D’Hondt es un insulto y una injusticia.

Si un diputado ha de costar más de 400.000 votos mientras que otros cuestan entre 50.000 y 65.000, tal vez haya que replantearse otras cosas: por ejemplo ponderar el pago a hacienda en función del peso del voto de cada uno. Entonces sí que habría voto útil y se buscaría al caballo perdedor…

También podríamos pensar en “echarnos al monte pero ni tenemos edad ni está el tiempo para bromas. Esperemos que nadie se olvide ahora de la necesidad de cambiar la ley electoral. Que cambiar la ley electoral es necesario pero es algo que está atado y bien atado. Saque usted una mayoría de 3/5 y empezaremos a hablar. ¡Ah¡ ¿Qué no tiene 3/5? ¡Pues oiga, sea mayoría¡ Y si llega a serlo ya no le interesará cambiarla.

Hay quienes dicen que se han perdido un millón de votos. Algo se pierde cuando el poseedor de algo no sabe que es lo que ha hecho ni dónde está. En este caso me da la impresión de que quienes han optado por UP/IU sí que saben dónde está su voto. Al parecer nadie de los votantes por esa opción ha manifestado perder nada. Otra cosa es que ese casi millón de votos podría haber tenido más éxito yendo unidos con otras formaciones y viceversa, que los votos obtenidos por Podemos podrían haber tenido más éxito yendo unidos con otras formaciones (o al menos eso parece aunque muchos en la órbita de Podemos piensan que se hubieran perdido votos).

Hay quienes no han votado por no haber unidad a la izquierda del PSOE. O de los de la izquierda con los de abajo ¿Sería esto un nuevo espacio político: “los del bajo izquierda”?

Hay quienes lo quieren todo y así lo manifiestan cuando dicen abiertamente que si Garzón está desaprovechado, que si IU está anticuada, que si IU debería desaparecer. A veces no hay peor cuña que la de la propia madera. Las bolsas, las empresas del calificación, las grandes corporaciones y multinacionales, los neoliberales europeos, la patronal española como no estaban en el censo no recuerdan que tonterías postelectorales las justas. De nuevo la economía del miedo. De nuevo aparece el “vote lo que quiera que la política la decido yo, las decisiones las tomo yo”.

Que en algunas formaciones el panorama no ha sido precisamente rosa como su emblema y no sabemos cómo será para su líder: “navajita plateá, ya la tengo prepará”. Que en este país los fantasmas existen y se les tiene miedo. El de la marea verde parece estar vivito y coleando y da a algunos verdadero pavor. Y claro, que se quitan nombres de las calles del franquismo, pues ¡hala¡ en base a no sé qué se ordena por la policía tras recibir órdenes, quitar el día de las elecciones la pancarta verde de su fachada en la que se reivindica escuela pública de calidad. Y eso que el Instituto de la ciudad de Zaragoza donde ocurrió se llama “Tiempos Modernos”.

Pues menos mal. Los de ciudadanos nos dejaron bien claro la noche electoral que ellos son españoles cantando eso de “yo soy español, español, español…” No hace falta que lo recuerden ya se sabe: en España hay muchos españoles. Recojo y expreso con mis palabras la reflexión de un gran periodista, Jesús Maraña: “antes de las elecciones se decía y veía conveniente romper el bipartidismo y que surgieran nuevas fuerzas; ahora dos días después de una situación de ruptura del bipartidismo surgen las críticas y el miedo a la nueva situación. ¿En qué quedamos?”

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