De sus industrias a nuestros ríos

Estos días hemos leído en la prensa que un estudio europeo coordinado por la Universidad de Zaragoza demuestra que los ríos del Valle del Ebro (como el Flumen, el Alcanadre, el Cinca) contienen restos de antibióticos en sus aguas. Los restos, según el citado estudio, provienen de las explotaciones ganaderas de porcino y avícolas en una proporción directa; cuantas más explotaciones, más cantidad de antibiótico. El Coordinador del estudio insiste en que ahora no hay motivo de alarma porque las concentraciones de, nada más y nada menos, seis tipos diferentes de antibióticos son bajas y se van a estudiar sistemas …

Foto: la Plataforma Loporzano SIN Ganadería Intensiva

Estos días hemos leído en la prensa que un estudio europeo coordinado por la Universidad de Zaragoza demuestra que los ríos del Valle del Ebro (como el Flumen, el Alcanadre, el Cinca) contienen restos de antibióticos en sus aguas. Los restos, según el citado estudio, provienen de las explotaciones ganaderas de porcino y avícolas en una proporción directa; cuantas más explotaciones, más cantidad de antibiótico. El Coordinador del estudio insiste en que ahora no hay motivo de alarma porque las concentraciones de, nada más y nada menos, seis tipos diferentes de antibióticos son bajas y se van a estudiar sistemas tecnológicos para reducir la presencia de estos fármacos en nuestros ríos.

Podemos quedarnos con esta información ("hemos creado un problema y estamos buscando soluciones"), si no nos preocupa el abuso de antibióticos por la industria ganadera debido al hacinamiento de los animales ni las resistencias bacterianas que este abuso conlleva.

Podríamos preguntar quién paga los estudios; quién paga las posibles "soluciones tecnológicas" y la limpieza, y, seguramente, la respuesta estará muy lejos del principio de "quien contamina paga". Incluso podríamos ir un poco más allá en la reflexión y preguntarnos ¿cómo pueden llegar desde las explotaciones hasta nuestros ríos restos de antibióticos? La respuesta a esta pregunta sí que puede producir alarma; porque si hay tanto control en este modelo de industria como nos quieren hacer creer, si las normativas son tan rígidas y se cumplen, cómo puede ser que tengamos los acuíferos y el agua contaminada por nitratos, los ríos con restos de antibióticos, el aire contaminado con amoniaco y otros gases, y la tierra seca pero saturada de vertidos.

Los intereses de la industria son claros, obtener el mayor beneficio en el menor tiempo posible, sin preocuparles las consecuencias. Y, lamentablemente, parece ser que hasta la fecha al Gobierno de Aragón tampoco le importa empobrecer nuestra región. Solo una duda ¿por qué?

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