De qué hablamos cuando hablamos de Birdman

Pasada la resaca de la fiebre del cine, ya sin premios a la vista y con todo el pescado vendido, es hora de hacer un análisis en profundidad de la gran triunfadora de los premios de Hollywood ‘Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)’.

Michael Keaton, de forma magistral, da vida a Riggan Thomson, en Birdman.
Michael Keaton, de forma magistral, da vida a Riggan Thomson, en Birdman.
Michael Keaton, de forma magistral, da vida a Riggan Thomson, en Birdman.

Pasada la resaca de la fiebre del cine, ya sin premios a la vista y con todo el pescado vendido, es hora de hacer un análisis en profundidad de la gran triunfadora de los premios de Hollywood ‘Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)’.

¿Pero qué simboliza el Oscar? Y justamente de ‘símbolos’ va esta historia. De cosas que representan otras cosas más grandes y profundas. Eso es cine, eso es buen guión, y eso es lo que genera empatía.

Querer gustar, ser reconocido por la elite y la crítica. Ser visto por los ojos aprobatorios del otro. Son los problemas que todos tenemos, pero desde una profesión maligna, la del artista. Algunos no se sintieron identificados con las neuras de los personajes y, sin embargo, creo que los sueños rotos y el peso del pasado a todos nos tocan de forma, más o menos, perturbadora.

La historia, en un plano secuencia, se sucede en el backstage que funciona como símbolo del laberinto que es la vida, y la búsqueda de ese algo que nos motiva y nos hace seguir andando –aunque a veces parezca que estemos perdidos en un mundo con pinceladas surrealistas–. Michael Keaton, de forma magistral, da vida a Riggan Thomson. Un actor, grande en el pasado, que hoy busca reafirmarse, y para ello da un salto de fe-suicida. Riggan intenta dejar atrás la sombra de ser un actor mediocre y un objeto del marketing cuando intenta llevar al teatro la obra de Carver Raymond ‘De qué hablamos cuando hablamos de amor’.

Birdman es un makebelive de la ficción realista–incluso inmersa en lo imposible– que combina de forma perfecta para decir mucho más de lo que se cuenta. Es una verdad con puntos psicóticos, en los que no hay certeza sobre lo que vemos que nos sumerge en las entrañas del mundo del entretenimiento. Keaton, antes Batman de Tim Burton, con una carrera activa y un reconocimiento estelar, al igual que el protagonista de la historia, es un personaje que inicia ya detonado en búsqueda de reinventarse. Pasar de ser un icono en el pasadoa ser catalogado como actor de verdad, director y profesional de las tablas. Es como cuando Lady Gaga se pone a cantar Jazz, ¡Que el mundo sepa que no solo soy versátil, que se me reconozca por lo que soy!

No es solo una panda de inseguros lo que vemos en esas bambalinas, sino una intención de alimentar el ego de forma desmedida. El pobre Riggan está en constante tensión y ansiedad por una vida rota por sus decisiones pasadas.

“…Estoy roto. No duermo…ya sabes, en absoluto. Y esta obra empieza a parecer una versión en miniatura y deformada de mí mismo que me sigue a todas partes y me golpea en las pelotas con un martillo chiquitito. Perdón, ¿cuál era la pregunta?”

Actores de lo real

Si se reconoce a Keaton en Riggan –pese a que Iñárritu haya aclarado en varias ocasiones que no es un personaje basado en él—. Es en el propio director mexicano donde también vemos parte de lo que se cuenta. Alejandro hace también un ejercicio de valentía al arriesgarse a dirigir una comedia. No es su género, de hecho su estilismo tan coral, plagado de cortes obligados por las diversas historias, a la vez, pero en otro escenario representan todo lo contrario a Birdman. Iñarritu se lanza al vacíopara reafirmarse “¡Mirad! Soy versátil y soy muy bueno”. Y sí, lo es. La carga del pasado de ser un director dramático y de guiones corales sale volando como un hombre pájaro ante este resultado justamente galardonado.

El divertidísimo personaje de Mike, interpretado por el difícil Edward Norton es un pervertido, demente y ególatra pedante que quiere hacer suya la obra de Riggan. Norton tiene una fama en Hollywood nada halagüeña respecto a ser un vanidoso y es que acabó tarifando con varios directores en el pasado (reescribiendo el guión de ‘Hulk’ o montando ‘American History X’).

El plano secuencia

“Estaba aterrado, pero pensé que si después de tantos años no hacía algo que me aterrara, significaría que estaba muerto”, declaró Iñárritu en Venecia. "La fragmentación del espacio y el tiempo son la base del cine. Aquí no ha habido oportunidad para esconder ni manipular nada. Lo que ves, es verdad", agregó.

Una secuencia entre telones con un trabajo magistral de montaje invisible (premiado en los Critic’s choice) y sin nominar en Hollywood. Una edición de sonido magistral, llevándote de un sitio y metiéndote en primera persona y ser la propia mano del también mejicano Emmanuel Lubezki y su foquista, un hechicero que merecía un Oscar él solito.

El final

Y si aún no vieron la película, mejor sería dejar de leer aquí. Es interesante debatir un poco el cierre de esta historia: el tercer acto en el que se vuelve simbólica toda la aventura de Riggan y se lanza con un final ambiguo: ¿Me estrello o vuelo? Y es el espectador o espectadora la que decide, que habrá quienes creamos que el lanzarse como director de esa obra maldita haya sido un suicidio para él, o bien para algunos espectadores haya sido un despliegue de alas, en este caso, el punto de vista optimista lo da la hija que lo ve volar, al igual que los críticos de la obra de Riggan y de los académicos de Hollywood para Alejandro, quien se llevó su reconocimiento en forma de Oscar, sin dejar de aprovechar la oportunidad para reivindicar las dificultades por las que está pasando su México natal.

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