De mares, fronteras, expolios, puertas y pulseras

Salvados los pocos kilómetros que distan de las costas turcas hasta las primeras islas griegas, aquellos que huyen se dan cuenta que poner el pie en tierra, no es más que una pequeña tabla de salvación, en un "mar de obstáculos"

Manifestación en solidaridad con los refugiados.

La actualidad en torno a la “crisis de los refugiados” no deja de sorprendernos. Ni una sola semana, ni un solo día, ni un solo instante. Europa, encerrada en sus propias vallas, apenas consigue despertar ante un drama humano que trasciende de lo económico, aunque en Bruselas, el euro sea quien manda.

Alrededor de 50 personas fallecían tratando de cruzar el Mar Egeo, en busca de un lugar que les preste asilo, como refugiados que son, ante unas guerras que han destrozado, quizá para siempre sus países. Unas guerras de las que Europa también es responsable. Una Europa, la económica, que trata de solventar el drama con políticas de disuasión, que llevaron incluso a la detención por parte del Estado griego de bomberos de PROEMAID, que prestan ayuda a quienes corren el riesgo de naufragar en el Egeo. Unos bomberos que fueron liberados gracias a la aportación voluntaria de cientos de personas. Poco, o nada, hizo el Estado español por ellos.

Pero salvados los pocos kilómetros que distan de las costas turcas hasta las primeras islas griegas, aquellos que huyen se dan cuenta que poner el pie en tierra, no es más que una pequeña tabla de salvación, en un mar de obstáculos en el que se convierte el resto de la ruta, tal como lo definió Médicos Sin Fronteras esta semana.

La frontera de Grecia con Macedonia era cerrada esta pasada semana. Con lo cual, el acceso a los ya pocos países que han tenido a bien permitir el paso de cientos de miles de personas en busca de asilo, como son Serbia, Croacia o Eslovenia, se ve truncado en la primera etapa continental. Idomeni se convertía en las últimas horas en la primera traba a sortear por miles de personas, obligadas a pernoctar a la intemperie con temperaturas bajo cero. Las fuertes restricciones en este primer paso fronterizo, no son solo achacables a Macedonia o a Grecia, sino también a países como Austria, que se han convertido en el guardián de la puerta de entrada a Europa central y del Norte, instigados por una política migratoria dictada desde la UE.

Así, la estrecha puerta abierta por Austria convierte a Eslovenia en la bolsa que retiene a los refugiados. Las autoridades de Liubliana hicieron saber que limitarían la entrada de migrantes en su territorio a 2.500 al día, en tanto que Croacia solicitaba que fueran 5.000 diarios, algo que obligó a las autoridades Eslovenas a solicitar el cierre temporal de la frontera con Grecia. Un baile de números que no son tal. Pues hablamos de personas.

Una cantidad enorme de personas que las autoridades europeas se limitan a tratar como un problema económico y como un factor de incremento temporal o permanente del gasto social. Así, algunos estados, encabezados por Dinamarca decidieron tramitar en sus parlamentos el expolio a quienes solicitan asilo dentro de sus fronteras. Tras ellos, Suiza o Alemania han anunciado que tramitarán medidas para embargar bienes a los ciudadanos que soliciten asilo, con el fin costear su manutención e integración. Este martes vota el parlamento danés.

Hayan sido o no expoliados por el estado anfitrión, algunos consideran que al refugiado hay que marcarlo. Señalarlo. Como hiciera la policía berlinesa en 1941 obligando a llevar una estrella amarilla en el pecho a todo aquel de ascendencia judía. Reino Unido, ha decidido en dos de sus ciudades “marcar” al refugiado en espera de asilo. Middlesbrough (Inglaterra) decidió pintar de rojo las puertas de las casas donde residen aquellas personas en espera de asilo, lo que provocó ataques xenófobos. Por su parte, quienes esperan asilo por parte del Reino Unido en Cardiff (Gales) fueron literalmente marcados con una pulsera roja. En ambos casos la idea parte de empresas privadas que gestionan la crisis de refugiados para el Ministerio de Interior Británico. Un país ejemplar para muchos que se ha convertido en ejemplo de trato inhumano.

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