David Arribas: “La ciudad nos dejaba desnudos ante el tráfico y entonces nació la Ciclonudista”

David Arribas es un vecino de Zaragoza. Ha dedicado gran parte de su vida a involucrarse en el desarrollo y la justicia social de su entorno más cercano. Ha militado en el Colectivo Pedalea y participó en la fundación de la Asociación Vecinal de La Madalena y de REAS Aragón. Trabajó en Recicleta durante 17 años y, actualmente, forma parte de Nabata, la asesoría para la economía social de la cooperativa Grupo La Veloz.

David Arribas en un banco del barrio de la Madalena, en Zaragoza. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Ya estamos en La Ciclería y se extraña David cuando le pedimos que salga para hacerle unas fotos. ¿Tendré que desnudarme?, pregunta, y sonreímos. Noto lo bien que huele el cacao ecológico que me he pedido y se me hace la boca agua. Me acerco a la barra y la camarera, también, sonríe cuando le pido si puede bajar un poco el volumen de la música.

¿Por qué nació la Ciclonudista?

La Ciclonudista surge como una acción puntual y concreta para visibilizar que el Plan de Tráfico y Transportes que por entonces se estaba aprobando, en el 2001, no recogía ninguna actuación destacable con respecto al desarrollo del ciclismo urbano en la ciudad.

Algunas personas ya habíamos practicado de forma lúdica el ciclonudismo, más por cachondeo. Y se nos ocurre, no sé cómo, buscar una acción potente, que sea bastante visual, con aquello que habíamos hecho en alguna ocasión durante veranos anteriores.

Era la misma línea de acciones llamativas que venía desarrollando el Colectivo Pedalea, Ecologistas en Acción o Ecofontaneros, e incluso con el tema de la insumisión. Pensamos que tendría mucha repercusión el desnudo y la bicicleta, y el lema era fenomenal: “Desnudos ante el tráfico” porque la Administración, y la propia ciudad, todavía seguía dejando fuera a quienes ya utilizábamos la bicicleta como medio de transporte.

¿Cuáles eran vuestras demandas?

En primer lugar exigíamos respeto, porque era nuestro medio de transporte y arriesgábamos en ocasiones nuestras vidas, o sentíamos falta de respeto y dignidad. Y en segundo lugar que la ciudad diese pasos que favorecieran que cualquier persona que así lo decidiera pudiera utilizar ese medio de transporte.

Queríamos utilizar el cuerpo y la bicicleta unidos para demostrar que era nuestra carrocería, que no teníamos ninguna protección más. Íbamos a mostrarnos desnudos porque desnudos nos dejaba la ciudad. Y queríamos por supuesto una gran foto, algo que fuese contundente.

Y la conseguisteis, me parece.

Lo que no imaginamos fue la gigantesca repercusión que tuvo. Fue una acción movida en secreto, porque no sabíamos si la policía nos iba a reprimir. Nos inventamos un nombre satírico para convocar, la Coordinadora de Colectivos Ciclonudistas de Aragón. Principalmente nos preocupaba que no nos dejara salir, que no nos permitieran siquiera desnudarnos. Una vez desnudos ya nos importaba menos porque sabíamos que la policía iba a atreverse poco contra cuerpos desnudos.

Boca a boca conseguimos entre cuarenta y cuarenta y cinco personas. Era un número bastante importante para desplazarse por el centro de la ciudad cuando no había una experiencia anterior.  Había bastantes chicas por cierto, un 20 o 25 % que para la época no estaba mal.

Se hizo un recorrido muy corto porque se buscaba especialmente la foto, y tuvo una repercusión enorme porque salió en televisiones de medio mundo. Fue portada en El Periódico de Aragón, y en el Heraldo nos consta que hubo grandes discusiones sobre si era realmente una foto de portada o no por aquello de la castidad. A los dos años lo llegamos a ser.

Ciclonudista de Zaragoza (2003). Foto: ciclonudista.net
Ciclonudista de Zaragoza (2003). Foto: ciclonudista.net

Como experiencia personal también debió de ser tremendo.

A los días siguientes los que habíamos participado sentíamos la mirada de la gente, cuando íbamos con la bicicleta y nos señalaban, o risas cómplices. De hecho, la reacción del público fue fantástica. Hicimos el recorrido un jueves, calculo que serían las siete de la tarde, entonces se paralizó la calle. Pensamos que recibiríamos muchas muestras de desaprobación pero en general no. Fuimos desde plaza España hasta plaza Paraíso, que era entonces el mayor punto de aforo de coches de la ciudad, y regresamos hasta plaza España. A la ida hubo caras de estupefacción y a la vuelta aplausos y tumulto.

En aquellos tiempos la manera de mover la convocatoria sería muy diferente a hoy en día.

Entonces la comunicación era muy distinta a la de ahora, y eso que fue hace relativamente poco. Nosotros para moverlo de forma secreta elaboramos una nota de prensa y llevamos el dossier, las alegaciones y un escrito de presentación en persona a cada uno de los medios. Llamábamos a un redactor que nos atendiera y primero le contábamos lo que nosotros pretendíamos que era discutir el plan de transportes y las medidas que en aquel momento proponíamos. Y mostraban verdadero desinterés acerca de lo que les estábamos contando. No era hasta el final que les decíamos que para apoyar todo esto y para que tuviera una trascendencia pública íbamos a hacer esta acción. Entonces sí les llamaba la atención. Se aseguraban muy mucho de que la fueras a hacer. Nosotros ya sabíamos que a la gente no le interesaría tanto el objetivo concreto final como la foto pero sabíamos también que la foto decía mucho de nuestros objetivos. A veces un cuerpo desnudo por sí mismo igual no cuenta nada pero aquí solamente el cuerpo desnudo, la bicicleta y el eslogan ya iban a contar mucho de lo que nosotros pretendíamos.

Y de esa primera convocatoria ¿Cómo pasa a volverse una acción que se realiza todos los años?

En primer lugar no había ninguna intención, pero nos damos cuenta de que hay muchas personas que nos dicen a posteriori que querían haber participado. Una vez que la gente no ha sentido ningún reparo en desnudarse y que la acción ha sido aceptada por la ciudad hay muchas personas que quieren participar. Entonces decidimos hacerla otra vez, también de forma secreta, y en esta ocasión seríamos unas ochenta personas las que participamos desnudas.

Entre medias sí que hay un hito que recordamos y reconocemos, en este caso a Pedro Jato del Partido Popular que tomó buena nota no solo de aquel evento sino de toda la trayectoria del movimiento ciclista en esta ciudad, y en septiembre del mismo año 2001 se convocó por primera vez la Mesa de la Bicicleta. Nos contaban entonces que se nos reían mucho cuando planteábamos restringir el tráfico, cosa que ahora quince años después es una obviedad. Pero se decide volver a convocar la Ciclonudista porque ese órgano no lleva la suficiente fuerza como para que se note un cambio visible, y entonces seguimos desnudos ante el tráfico.

En el 2003 fue la tercera convocatoria. Cuando acabó la segunda ya pensamos en plantearle un pulso a la Administración, al Gobierno de la Ciudad y a la propia Delegación del Gobierno. Se decide hacer una convocatoria pública que posibilitase que hubiera una participación mucho mayor. A la vez nos damos cuenta de que había habido, casualidades de la vida, una convocatoria de un carácter bastante similar en Vancouver que se llamaba World Naked Bike Ride (WNBR), ya se está utilizando más el Internet en aquella época, y entablamos relación con ellos, y lanzamos desde aquí una convocatoria mundial.

Que algo excepcional se volviese regular en el tiempo, vaya combinación.

Había quien decía que cierta repetición podía hacer que la gente no comprendiera el mensaje o que incluso hiciéramos ver la bicicleta como anomalía al presentarnos de una forma no natural. Pero la convocatoria se mantiene por bastantes razones, porque todavía tiene un eco profundo, y cada vez se añaden más ciudades, siendo un evento que surge desde aquí. El tope de se alcanzó en 2005, creo que fueron unas 350 personas desnudas en la ciudad de Zaragoza.

Por un lado corres el riesgo de caricaturizar, de excepcionalizar el uso de la bicicleta, pero por otro lado tienes una imagen y un altavoz en el que vas lanzando unos contenidos. Hubo un giro en lo que nosotros trasmitíamos, al principio estábamos muy centrados en la bicicleta pero luego fue un altavoz incluso contra el propio desarrollismo. La segunda vez cambiamos el lema y fue “Desnudos antes el tráfico. Justicia en las calles”. Ya dejábamos de pedir y veníamos a exigir que el reparto del vial no se podía hacer por la industria del motor, por determinados intereses o por mentalidades atrasadas. Tenía que haber justicia en las calles, no solamente para los ciclistas, también para los peatones, los niños, los ancianos..., estábamos exigiendo un cambio global, concebimos la bicicleta como instrumento de transformación social y urbanística.

La Ciclonudista nunca dejó de tener una parte reivindicativa pero también otra lúdica y festiva ¿no?

En ningún momento deja de tener ni una intención política clara ni una parte de disfrute personal, de experiencia personal muy potente. Hay algo de celebración, festivo.

Al principio era todo un reto, ir al centro de tu ciudad, ponerte en bolas y tirarte un rato frente a las cámaras. Hubo mucha gente que no se atrevió, nos pusimos máscaras, por si nos reconocían en el curro, pero a mitad del recorrido nos las quitamos. Incluso le dimos una vuelta a nivel personal y discursivo porque en ese momento nos damos cuenta de que nos acabamos de despojar de los miedos de todo lo relacionado con nuestro cuerpo, de toda esa cultura católica que viene persiguiendo nuestros cuerpos. Nos quitamos eso de en medio desnudándonos con nuestros compañeros, delante de un montón de gente y en el centro de la ciudad. Y nos damos cuenta de que no tenemos ningún pudor, con una naturalidad tremenda. Cuando le llaman naturismo es porque te sientes de una forma muy natural. Es más, en la tercera convocatoria, se ponen en contacto con nosotros colectivos naturistas porque están interesados en esta propuesta y acogemos su discurso que nos parece razonable.

David Arribas y Félix A. Rivas durante la entrevista. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
David Arribas y Félix A. Rivas durante la entrevista. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

¿Teníais en cuenta a quienes os miraban? ¿Cómo recibíais la manera en que os miraba la gente?

Luego también varió, pero al principio lo que buscamos era precisamente evitar ese tipo de circunstancias violentas, porque nos sucedió en la tercera convocatoria que nos desnudamos en plaza España y era un poco violento, era un momento muy estático. Entonces volvimos a hacer convocatorias públicas pero la cita era en un lugar un poco apartado a resguardo.

Para evitar esas miradas la idea era sobre todo el movimiento y el grupo. Cuando tú vas en movimiento y en grupo ese tipo de miradas no se producen. Ves las caras de la gente hacia dónde están dirigidas, ves las sonrisas, pero la mayoría de la gente no tiene oportunidad de distinguir al individuo dentro del grupo y aún más si está en movimiento. No resultaba intimidatorio.

Y dentro del propio grupo lo mismo, pierdes la perspectiva de tu propia desnudez casi por completo, y eso es lo que es liberador. Porque al final además de ser una propuesta de agitación política era también una propuesta de agitación personal, e invitábamos a la gente a que la viviera y la disfrutara. En mi experiencia personal, yo a mi madre no le dije que iba a hacer aquello, y ya era bastante mayor. Y me echó una bronca porque le hubiera gustado ir a verla, y por supuesto al año siguiente no estaba solo mi madre, estaba toda mi familia.

¿Y cómo acabó?

Conforme avanzan las ediciones, la propuesta sufre un estancamiento a nivel de ciudad pero se sigue realizando con relativa buena salud. Cambia de organizadores, a veces se organiza a última hora. Tiene también una inercia mundial que trasciende a nuestra ciudad y por la que Zaragoza pierde gran parte del protagonismo.

Además le sucede como al propio movimiento ciclista de la ciudad, que se transforma porque ya no hay tanta reivindicación y hay más construcción, porque la ciudad ha dado un espacio para la bicicleta. Se han generado espacios, empresas, propuestas, incluso gente que viene del movimiento ciclista está ahora mismo en el Área de Movilidad del equipo de Gobierno de esta ciudad. Ahora ya no tenemos un Plan de Tráfico y Transportes sino un Plan de Movilidad Sostenible, ya se crearon unos organismos en los que la bicicleta y quien la defiende tiene un espacio donde poder comunicar, los viales se están rehaciendo, el tranvía...

En los últimos años se vinculó con la Semana Cultural de la Madalena, que también ha vivido unos años muy al alza, y la última edición que se celebra es la del año 2015. Deja de hacerse porque ya no hay nadie dispuesto a organizarla, no hay nadie que la convoque.

Y a ti, ¿de dónde te viene la afición por las dos cosas, por desnudarte y por la bici?

Siempre cuento la rabieta que cogí porque ni mi hermano mellizo ni yo teníamos bici. Pillé tal rabieta cuando tenía siete años que acabaron consiguiéndome una bicicleta solo para mí. Mi hermano se quedó sin ella porque no había para todos, y he de decir que no la compartía mucho, la verdad. No sé, ahí había algo que me llamó hacia la bicicleta. Creo que la utilizo para desplazarme por la ciudad desde que tengo trece años, cuando prácticamente nadie la utilizaba, y tampoco tenía ninguna vinculación con nada, me resultaba cómodo. Hacía kilómetros también a nivel deportivo, y con bici de montaña. Y hay un momento, cuando entro a trabajar en Recicleta en el 98, que me meto de lleno en el mundo del ciclismo urbano porque ya tenía amistad con mucha gente vinculada al Colectivo Pedalea.

¿Y lo de desnudarte?

Lo de desnudarme, es verdad. Es algo que tiene que ver con la provocación y el cachondeo. Posiblemente fue por casualidad que nos juntamos con gente que hacíamos el tonto en alguna ocasión provocando con nuestra propia desnudez. Creo que la primera vez fue yendo a un festival PIR en Aragüés del Puerto, fuimos en bici con alforjas por la Mancomunidad de los Valles, por carreteras prácticamente sin tráfico. Íbamos unos pocos, bebimos algo, y en un momento dado decidimos ponernos desnudos y circular. Y aparte de ser liberador fue muy divertido, cuando pasamos por los pueblos la gente se escojonaba bastante. Es más, llegamos al festival desnudos de noche y fue muy llamativo. Entonces lo hicimos más veces.

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