
Una imagen en blanco y negro, una multitud de hombres delgados, algunos con boina, mirando hacia el horizonte, esperando. Alguno de ellos puede ser tu abuelo o tu bisabuelo. La imagen es del cinco de mayo de 1934 en la plaza Tenerías de Zaragoza, los que esperan son los obreros en lucha, en huelga, que consiguieron paralizar la ciudad durante 36 días. Posan al lado de los autobuses donde partirán sus hijos hacia Barcelona donde compañeras y compañeros los acogerán para que puedan continuar la lucha sin tener que doblar la rodilla por no poder alimentarlos.
En estas fechas cercanas a una nueva Huelga General esta imagen es evocadora, rompe con todas las razones que pretenden dar los medios de comunicación cavernarios, rompe con los piquetes patronales. Nos cuenta la historia de nuestros abuelos, aquellos que de verdad lucharon, aquellos que querían un presente mejor y un futuro digno, con oportunidades para desarrollarse como personas y no como esclavos, para sus hijos, sus nietos, para ti. La historia de cómo la voluntad, la cooperación y la conciencia puede hacer doblar la rodilla al poderoso. Por ello, debe ser recordada.
El comienzo de esta Huelga estuvo en la convocatoria de una huelga de 48 de duración como protesta contra las sanciones impuestas por el Gobernador a los conductores de autobuses, afiliados la CNT, a los que se les retiró el carnet de conducción y por lo tanto el ejercicio de su profesión y una multa de doscientas pesetas a cada uno de los miembros directivos de la Sociedad de Tranviarios afiliados a la UGT.
Las sanciones tenían su origen en la represión sufrida por miembros de UGT y CNT tras la explosión de una bomba de las que las organizaciones obreras dicen no tienen nada que ver. Miembros de ambos sindicatos son detenidos y apaleados violentamente, la CNT convocó una huelga de 12 horas como protesta por la actuación del gobernador civil y del comisario y jefe de la guardia de seguridad. Este paro fue prolongado 24 horas más por haberse detenido al Comité de huelga quien no puede dar la orden de vuelta al trabajo.
Así pues como se ha comentado, ambas organizaciones, el 4 de abril de 1934 convocan una huelga general de 48 horas de duración. La ciudad estuvo paralizada, excepto los bancos y el comercio donde los dueños pretendían abrir aunque buena parte de sus empleados secundaron la huelga, no hubo tranvías en Zaragoza hasta las 11 de la mañana conducidos por Guardias de Asalto y algunos esquiroles que poco a poco también abandonaron la actividad, y protegidos por la guardia civil.
Esas 48 horas de huelga se desarrollaron en relativa calma pero la actitud del Gobernador Civil y de la Patronal no dio otra alternativa, claudicar o luchar. El gobernador en un principio se había comprometido a la readmisión de los trabajadores de autobuses y tranvías y el paro fue levantado. Pero el sr. Ordiales, el gobernador, se echó atrás y los trabajadores de autobuses y tranvías se encontraban en la calle. Los trabajadores del comercio también habían sido despedidos por haber secundado una huelga que la patronal decía había sido ilegal y para volver a trabajar debían presentar por escrito una solicitud de readmisión, los trabajadores decidieron no firmar nada y abandonar el puesto de trabajo. La misma situación se encontraron algunos trabajadores del metal y de la piel. Ante esta actitud muchos trabajadores de Zaragoza abandonaron de nuevo sus puestos de trabajo sin esperar órdenes de los sindicatos.
UGT lanzó por las calles unas hojas informativas donde señalaba el intento de la patronal de destruir los sindicatos y lanzaba el aviso “advertimos a la clase patronal que ellos nos han colocado en la calle y en ese terreno estamos dispuestos a afrontar las consecuencias que de esta torpe actitud se derive, todo menos que nuestra actitud de trabajadores honrados y conscientes sea vilmente atropellada.”
Durante varios días las reuniones se fueron sucediendo, los sindicatos pedían la vuelta al trabajo sin represalias, la patronal no daba su brazo a torcer de alguna manera espoleados por saberse con el apoyo del gobernador. El alcalde de la ciudad se reunió buscando una normalización de la situación pero la patronal se mantuvo firme en su postura, lo que no doblegó a los trabajadores y a sus familias que siguieron en lucha. Hacia el día 11 de abril comenzaron las detenciones de los miembros del Comité de huelga como Nicanor Anechina, Medardo Orcaste y Manuel Fernandez, días antes las sedes de los sindicatos habían sido clausuradas y se trabajaba en pisos clandestinos como el que tenía la CNT en la calle Sobrarbe. El mismo día comienza a circular la noticia de que la ciudad comenzaría a tener problemas de abastecimiento porque hay detenidos más de 400 vagones en la estación de ferrocarril. Estas noticias hará que la gente se agolpe en los comercios a primeras horas de la mañana. La Patronal quiso descargar las mercancías ellos mismo, aunque fuera tiroteando a los trabajadores que se lo quisieran impedir, como en Caminreal.
Los piquetes siguieron actuando y la huelga continuaba de manera heroica, muchas veces con un papel muy activo de las mujeres en primera fila del conflicto. Así como pasaban los días el escenario se recrudeció hubo detenciones , incendios, bombas de baja intensidad contra objetos y lugares, amenazas y alguna bofetada a esquiroles, detenciones, hambre y persecución.
Pronto la titánica lucha de la clase trabajadora de Zaragoza contará con la admiración y muestras de apoyo de todo el Estado. En Tauste el 1º de mayo los vecinos saldrán en manifestación dando gritos “subversivos”, la Guardia Civil hizo uso de sus “mausers” deteniendo a 24 vecinos e hiriendo por disparo a otro.
El sábado 5 de mayo llegaron procedentes de Barcelona siete autobuses movilizados por el periódico “Solidaridad Obrera” con Eusebio Carbó y García Oliver al frente. En ellos se trasladarían a Barcelona, a Manresa y a Terrasa hijos de huelguistas acogidos en casas de trabajadores y trabajadoras. Partieron el domingo día 6 entre vivas a “Solidaridad Obrera” y a la FAI y con el disgusto de los hombres de orden de la ciudad, que consideraban que en Zaragoza había mecanismos para alimentarlos sin tener que irse fuera. El día 7 había un tren para llevar a hijos de huelguistas a Madrid, pero las fuerzas del orden impidieron su salida produciéndose incidentes. La prohibición había llegado desde el ministro de Gobernación. Sin embargo, al día siguiente y ya con autorización, el tren partió con 150 niños. Estas imágenes de los hijos de los huelguistas acogidos por familias trabajadoras de otras ciudades basadas en la solidaridad y el apoyo mutuo impactaron fuertemente en los sectores más progresistas, pero también lo hará sobre los más conservadores escandalizados por la medida.
La solidaridad con los trabajadores zaragozanos no cesó y por ejemplo el día después del fin de la huelga llegaba a Zaragoza, provenientes de Valencia, siete camiones llenos de comestibles para los huelguistas.
El conflicto terminó el 10 de mayo de 1934, tras muchos intentos de reunión donde los obreros querían un compromiso patronal de que todos serían reingresados en sus puestos de trabajo sin sufrir represalia. Hasta que finalmente se llegó a ese acuerdo, el Gobernador se comprometió a “meter en la cárcel” a cualquier patrón que no lo cumpliera. Las centrales sindicales de Zaragoza consideraban a los trabajadores de esta ciudad como los elegidos por parte de la burguesía española “para el ensayo monstruoso de sus satánicos apetitos” acompañada de lo que consideraban la complicidad de la prensa, sin embargo encontraron una gran resistencia. Cierra el informe realizado por el Comité de huelga de los 36 días con las siguientes palabras que pueden servir también para cierre de este artículo que recuerda esos días en los que nuestros abuelos y abuelas lucharon, también por ti.
“Toca en estos momentos, en estas circunstancias críticas para el proletariado y con el fin de defender nuestro futuro social, organizarnos más fuertemente que nunca. El ocaso vislumbrado de un sistema social en franca decadencia, es víspera segura de un día, de una nueva aurora de esperanzas encomiables… Quieren meternos en una noche tenebrosa de represión cruel, fraticida. De nuestra unidad depende iluminarla con resplandores y luces de libertad ciudadana para hacerla corta o impedir que llegue. La nueva lucha nos llama a todos a como a un solo hombre. Nos deseamos salud para vencer”.
Y tú ¿de verdad no harás huelga?