¿Contra Franco vivíamos mejor?

Y al parecer también lo hacemos contra las derechas, ya estén en el Gobierno de turno o sean la principal fuerza de oposición, de algún modo los hemos convertido en el eje de nuestros discursos en un espectacular desprecio a la máxima #Nolesdescasito, como si las redes sociales fuesen un espacio aparte de la realidad y no un reflejo sesgado y opaco de la misma, como si la demostración de que sin nuestra ayuda sus discursos no se propagan tan rápido no fuese suficiente y algo dentro de nosotras nos obligase a seguir afirmando por lo bajini “Eppur si muove” Pero …

Foto de Pilar Vaquero que ha escrito artículos sobre lo común, Cuba, el mercado, los escena y Zaragoza vientos flores reglas memoria

Y al parecer también lo hacemos contra las derechas, ya estén en el Gobierno de turno o sean la principal fuerza de oposición, de algún modo los hemos convertido en el eje de nuestros discursos en un espectacular desprecio a la máxima #Nolesdescasito, como si las redes sociales fuesen un espacio aparte de la realidad y no un reflejo sesgado y opaco de la misma, como si la demostración de que sin nuestra ayuda sus discursos no se propagan tan rápido no fuese suficiente y algo dentro de nosotras nos obligase a seguir afirmando por lo bajini “Eppur si muove”

Pero ningún proyecto de transformación puede tener un futuro real si no altera el ritmo y vuelve a centrarse en lo real, en la construcción de un futuro más justo en el que se puedan desarrollar vidas que merezcan ser vividas y para eso no vale con prometer una imposible vuelta al pasado.

No es fácil atreverse a dibujar un futuro teñido de utopía en el marco en el que debe desarrollarse, la crisis climática hace ya tiempo que dejó de ser un tema de discusión académica y por mucho que lambanes y peperos se abracen al chuletón o la nieve, todas somos conscientes de que la #EmergenciaClimática es real y no sirve de nada cambiar pantanos por paneles solares si la consecuencia sigue siendo la sobreexplotación en beneficio de los mismos de siempre.

Tampoco pinta sencillo incorporar las luchas que poco a poco se van abriendo paso como la de los colectivos racializados o las personas trans, pero el futuro que queremos construir solo será posible si nos acoge a todos, a todas y a todes, no porque sea cool, sino porque la realidad no puede seguir construyéndose sobre una minoría que impone sus creencias y su abuso sobre el resto, y las desigualdades atraviesan todos los cuerpos.

Que el modelo de trabajo como lo conocemos tienda a la desaparición como las materias primas que lo hicieron posible, o la soberanía real de los grupos financieros, cada día más opacos, sobre unos sistemas democráticos cada día más débiles debería impulsarnos hacia procesos de democracia directa y modelos económicos que pongan el acento en la vida y su cuidado, implementando nuevas figuras como las rentas garantizadas, la limitación de salarios o la construcción de modelos laborales diferentes que permitan el desarrollo personal más allá de la lucha cotidiana por la supervivencia.

No podemos cambiar el mundo de un día para otro, ni convencer a las personas de tener la llave mágica que todo lo soluciona, no podemos caer en la tentación de buscar liderazgos fuertes y mesiánicos, pero sí podemos hacer lo posible en nuestros entornos más cercanos, demostrar que hay otro modo de hacer las cosas, otro modo de ser y estar en la política, también en la institucional, no como objetivo en sí mismo sino como palanca para poner en marcha iniciativas diferentes, para plantar y cuidar semillas de cambio local que muestren posibilidades de transformación global.

Encarar a las derechas es necesario, no permitirles ocupar el espacio común, imprescindible, pero si no somos capaces de oponer una idea de futuro diferente, si no apostamos por una nueva forma de convivencia y desarrollo, nos perderemos en sus gritos, en sus mentiras y en su odio, cada uno desde el lugar que ocupa debe hacer algo más que confrontar o resistir, es tiempo de avanzar, no contra, sino a favor.

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