Colombia y Venezuela reanudan sus relaciones diplomáticas

La entrega de las respectivas cartas credenciales, los pasados días 30 y 31 de agosto, por parte de los nuevos embajadores escenifica la apertura de una nueva etapa entre ambas naciones

Armando Benedetti de Colombia y Nicolás Maduro de Venezuela dándose la mano muy felices
Armando Benedetti y Nicolás Maduro. Foto: @AABenedetti.

La victoria del Pacto Histórico y del binomio Gustavo Petro – Francia Márquez en las recientes elecciones presidenciales colombianas auguraba cambios significativos en el devenir del proceso de integración latinoamericano. En este sentido, cabe destacar la celeridad para restablecer los lazos fraternos con la nación venezolana. Se trata de uno de los primeros movimientos efectuados en el ámbito de las relaciones exteriores, lo que le dota de mayor fuerza simbólica. Las relaciones diplomáticas entre ambos Estados se encontraban totalmente suspendidas desde hace más de tres años, cuando el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó romper cualquier tipo de contacto tras el reconocimiento por parte del gobierno de Iván Duque de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.

Previamente, en el año 2015, el gobierno venezolano cerró los principales cruces fronterizos con el país vecino, en una operación para tratar de acabar con el mercado negro, contrabando o "bachaqueo".

Desde aquel entonces se han venido sucediendo toda una serie de altercados y desencuentros internacionales, desde la fallida operación para el envío de supuesta ayuda humanitaria a Venezuela, hasta la tentativa de los gobiernos de Estados Unidos y de Colombia de adentrarse en territorio venezolano mediante la llamada "operación Gedeón" en mayo de 2020.

Una cuestión pragmática entre Colombia y Venezuela

La decisión por parte de ambos gobiernos de estrechar los vínculos de amistad, si bien responde a cálculos políticos, tiene también una finalidad puramente pragmática. Siguiendo a Juan Carlos Tanus, director nacional de la Asociación de Colombianos y Colombianas en Venezuela, entre 4,5 y 5,5 millones de compatriotas "tienen arraigo en territorio venezolano", esto es, han vivido o viven actualmente en dicho país. Por otro lado, cerca de un millón habrían regresado a su país en los últimos años.

La referida decisión de romper las relaciones ocasionó numerosos inconvenientes en el día a día de la población migrante. Se ha de señalar, por ejemplo, la imposibilidad de retornar al país de origen al carecer de documentos de tránsito vigentes, como cédulas – carnets de identidad – o pasaportes.

La falta de opciones a la hora de realizar cualquier tipo de trámite burocrático en consulados o embajadas entorpeció de manera considerable la existencia de la ciudadanía colombo-venezolana a uno y otro lado de la frontera. Con el restablecimiento del diálogo se alivia la situación de un importante número de población que depende de ambos Estados para desarrollar su trabajo o su propia vida.

Dos pesos pesados

La elección de los nuevos Embajadores en Bogotá y Caracas no tiene nada de inocente. Desde los palacios de Nariño y de Miraflores se ha optado por figuras destacadas y con un peso importante en las respectivas políticas nacionales. En primer lugar, el gobierno de Colombia ha designado a Armando Benedetti, senador y jefe de campaña de Gustavo Petro.

Si bien su adscripción política ha ido variando en las últimas décadas, se le considera uno de los principales artífices de la victoria de Petro en las primarias internas, primero, y en las elecciones presidenciales, después.

Por su parte, el gobierno venezolano ha promocionado al cargo al diplomático y ex Canciller – el equivalente al Ministro de Asuntos Exteriores – durante 2021 y 2022, Félix Plasencia. Se trata de una figura especialmente beligerante con el anterior gobierno de Iván Duque, si bien el actual cambio de gobierno plantea un escenario sensiblemente distinto.

Plasencia destacó que fundamentará su labor en un "trabajo de paz, de encuentro, de amor entre ambos pueblos, países hermanos, vecinos, históricamente cercanos, unidos y empeñados en una ruta de esfuerzo latinoamericano".

Hacia la integración del continente

Los cambios tectónicos que se están produciendo en América Latina comienzan a arrojar resultados concretos, acaso de forma incipiente. A mediados del pasado mes de agosto tuvo lugar en Argentina un seminario organizado por la presidencia pro témpore en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el Banco de Desarrollo de América Latina-CAF. En él, se exploró el modo de utilizar la CELAC como un instrumento de "empoderamiento" para dar respuesta a los problemas y desafíos compartidos.

En el foro se exigió igualmente el fin de los bloqueos contra los países de Cuba y Venezuela, situación considerada como "imperdonable" por el máximo mandatario de Argentina, Alberto Fernández. Por su parte, el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero intervino para alentar la llegada del "gran momento fundacional de la unión política latinoamericana, cuyo horizonte último debe ser una Constitución para Latinoamérica".

Recientemente, además, tuvo lugar la XXII Cumbre Presidencial Andina, que reagrupo a los líderes del Ejecutivo de los países miembros de la Comunidad Andina: Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. En ella se propuso la incorporación de Argentina al bloque, así como el regreso de Chile y Venezuela en tanto naciones pertenecientes a esta realidad histórica.

Del mismo modo se apostó por un mayor acercamiento al Mercosur. Precisamente esta última organización acapara todas las miradas en materia de relaciones exteriores, ya que la Unión Europea (UE) la sitúa como eje prioritario de las futuras negociaciones con el continente americano para contrarrestar el avance de China a nivel económico.

Por último, se ha de destacar la doble cita electoral que tendrá lugar entre septiembre y octubre. Este domingo, 4 de septiembre, se realizará el Plebiscito Constitucional en Chile para aprobar o rechazar la nueva Constitución del país andino. A día de hoy, con todos los sondeos pronosticando la victoria del rechazo resulta aventurado dibujar el escenario a corto plazo.

En cualquier caso, un posible revés electoral obligará a la Convención Constitucional a repensar el texto en busca de mayor consenso entre la población, pudiendo alentar a su vez un mayor grado de polarización en una sociedad ampliamente dividida.

La segunda fecha se corresponde con las elecciones generales de Brasil del 4 de octubre, en la que se decide entre modelos antagonistas: el autoritario y reaccionario de Jair Bolsonaro, y la vuelta al gobierno del Partido de los Trabajadores bajo la égida de Lula da Silva.

Los resultados finales decidirán si América Latina apuesta de manera decidida por la senda de la integración territorial o, por el contrario, continúa perpetuando la división entre sus pueblos.

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