Cierzo Rojo publica 'El Pájaro en la Jaula' de Jose Antonio Egido

Este libro supone una lectura imprescindible para poder entender el papel jugado por la burguesía nacional, y su evolución a lo largo de las décadas desde el inicio de la Revolución China tanto dentro como fuera de sus fronteras.

El pájaro en la jaula: La Burguesía en la República Popular de China de José Antonio Egido, primer libro publicado por Cierzo Rojo este año, es una lectura imprescindible para poder entender el papel jugado por la burguesía nacional, y su evolución a lo largo de las décadas desde el inicio de la Revolución China tanto dentro como fuera de sus fronteras. El autor expone un completo estudio de lectura sencilla y amena, como nos tiene acostumbrado el autor, sobre como la República Popular China se apoyó y se apoya en los capitalistas nacionales para el desarrollo industrial y económico del conjunto del país. Asimismo, se analiza la compleja labor llevada a cabo por el Estado Chino, con mayor o menor éxito a lo largo de los años, para sobreponer el interés general de la clase trabajadora al crecimiento de la burguesía sobreviviente del antiguo Régimen; todo ello ante la tentación dentro y fuera del Partido de la corrupción, el enriquecimiento económico y los intereses políticos.

Sin la aspiración de ser una guía maestra este libro, sin prejuicios occidentales ni eurocentristas, permite entender y conocer mejor a la República Popular China, nueva potencia política y económica mundial, en pos de poder establecer las conclusiones más acertadas posibles. El pájaro en la jaula: La Burguesía en la República Popular de China supone sin duda alguna, gracias a todos los datos e información expuesta y su abundante bibliografía, una bocanada de aire fresco para todas aquellas personas interesadas en la cuestión china.

Hablar y debatir sobre la República Popular China es encontrarse con apoyos y críticas de todo tipo e índole según el interlocutor, el foro donde tenga lugar y el tema que se esté tratando. No obstante, tiene la capacidad de no dejar a nadie indiferente.

Describir hoy en día a China es hablar de la primera potencia económica mundial, habiendo conseguido hasta hace no mucho lo impensable, arrebatarle su hegemonía a Estados Unidos en el tercer trimestre del 2014. Lo más destacable es que China se mantendrá como gran potencia economía mundial al menos hasta 2019 según los datos y previsiones oficiales sujetas a varias categorías económicas cuantitativas y cualitativas del “World Economic Outlook Database, October 2014” del Fondo Monetario Internacional (FMI)[1]. Debe destacarse que en el año 2000, EE.UU. disfrutaba de una economía casi tres veces más grande que la china según este mismo estudio.

Igualmente, la Economía China desbancó también en 2014 a Estados Unidos como primer destino de inversión extranjera directa en el mundo. Posición que venía disfrutando EEUU desde 2003. Según publicó The Wall Street Journal el 29 de enero de 2015 China atrajo 127.600 millones de dólares, por los 86.000 millones de dólares de inversión extranjera en Estados Unidos. Habiendo recibido en 2013 123.900 millones y 230.800 millones respectivamente.

De igual forma, China es uno de los principales focos inversores en el mundo. Desde principios del presente siglo China ha estado incrementando su papel como gran inversor, particularmente a través de deuda a largo plazo y siendo Estados Unidos su principal objetivo.

Valoraciones a través de cifras macroeconómicas y hechos económicos como los anteriormente citados muestran que el equilibrio político-económico mundial, tal como lo conocíamos, está cambiando. Quizás para muchos este hecho les sea sorprendente, sin embargo la República Popular China lleva años trabajando y preparándose para la llegada de este momento. El dinamismo económico chino y su política económica está preparada conscientemente para la superación de crisis cíclicas, coyunturales y sectoriales capitalistas.

Economistas y expertos internacionales fechan en 2002[2] como el punto de partida del nuevo ciclo económico chino. Internacionalmente se ha valorado positivamente, a ojos de Occidente, su transición desde una economía planificada a una economía socialista de mercado, desde una sociedad rural a una urbana, y desde la autarquía a la Globalización; siendo los sectores inmobiliario y el automovilístico sus motores de desarrollo económico más destacados hasta el momento. Asimismo, la República Popular China ha sabido combinar eficientemente el dinamismo de las exportaciones con su consumo interno; permitiéndole hacer frente a la Crisis iniciada en 2007, desplazando parte de sus exportaciones hacia su mercado interno. Igualmente la Economía China ha consentido y financiado la deuda occidental, atenuando su impacto negativo y sosteniendo de esta forma al Capitalismo Occidental gracias a su influencia en la Economía Mundial. Sin embargo, se es consciente de que una crisis sectorial o industrial china que provoque una recesión interna y falta de financiación desencadenará épocas difíciles en las economías capitalistas occidentales.

Lo que es una realidad es que de forma directa e indirecta el Gobierno Chino ha permitido que se mantenga y se salve el Capitalismo Mundial; no obstante, este ha quedado en su base política-económica muy dañado.

China como poderoso actor en la geopolítica internacional está gestando el momento en que comenzará a dictar las reglas en un nuevo orden mundial y no únicamente acatarlas.

La República Popular China no está jugando y ha venido para quedarse, su moneda tiene un papel protagonista como divisa comercial y de reserva de referencia, con vistas a desplazar al Euro y al Dólar Norteamericano en un medio plazo. Occidente año tras año ha ido convirtiéndose más dependiente en la financiación China para sacar adelante sus presupuestos; el tejido empresarial chino ha ido expandiendo sus redes consiguiendo un dominio económico, tecnológico e innovativo superior en varios casos a los tradicionales dominadores occidentales

No obstante, la otra cara de la moneda es que a nivel de producción, exportaciones, importaciones, inversiones, ganancias y réditos, reservas monetarias internacionales ocasiona la pregunta ¿Quién depende más de quién, el Capitalismo de China, o China del Capitalismo?

Todos estos logros, pero también contradicciones, no habrían sido posibles sin el rol jugado por los capitalistas patriotas chinos desde el inicio de la Revolución China. Esta clase permitió desde los años 50 el desarrollo económico y social de la población china y del Estado mismo, admitiéndose su necesidad de esta parte del antiguo régimen y el uso de su estructura para el crecimiento y progreso social ante el punto de tal infradesarrollo tecnológico e industrial del cual partía China.

El PCCh desde el inicio de su Revolución ha tenido la ardua tarea de lidiar con el control de la burguesía patriota y su desarrollo político-económico para subordinarlo a la dirección y el interés del Partido. Pero no queda duda que se ha permito que la burguesía se haya mantenido y desarrollado, lidiando irremediablemente con multitud de confrontaciones e interés contrapuestos de todo tipo a lo largo de los años.

Estas décadas han sido un cúmulo de logros, errores y fracasos de todo tipo; pero, ¿hasta qué punto la República Popular China ha acertado en su desarrollo económico? Es innegable que han conseguido un punto de desarrollo impensable hace apenas dos décadas ocupando un puesto prioritario geo-estratégico internacional; sin embargo, el cúmulo de paradojas de todo tipo son igualmente incontestable. China se ha dotado de una amplia y gran red de infraestructuras, pero especialmente en el lado oriental del país donde se concentra la mayoría de empresas, fábricas y talleres cuya producción es principalmente orientada a la exportación. El nivel de renta, especialmente en la zona litoral, ha ido incrementándose en los últimos años pero como fórmula para incrementar el consumo interno y mantener el nivel productivo ante la baja del consumo de sus tradicionales clientes occidentales.

El número de millonarios no ha hecho más que crecer en las últimas décadas. El desarrollo e implementación de las políticas económicas, sociales, e industriales chinas giran en torno al logro de obtener la competitividad, eficacia y eficiencia suficiente para competir en los mismos términos que EEUU o la UE, para lo que promueve el crecimiento y riqueza de una supuesta clase capitalista patriota. Esta potente burguesía china ha tenido casos muy mediáticos con adquisiciones económicamente hasta entonces prohibitivas como la compra del Edificio España, uno de los rascacielos más emblemáticos de Madrid, por parte de Wang Jianli (considerado el hombre más rico de China) al Banco Santander por 265 millones de euros. Asimismo, este mismo empresario compró en enero de 2015 el 20% del Atlético de Madrid por 45 millones de euros.

¿Es tolerable que en una sociedad que aspira al Socialismo tolere y apoye este grado de beneficio y lucro insano teniendo en cuenta el hecho de que no hay millonarios ni grandes riquezas sin explotación medioambiental, desigualdades sociales, y uso y abuso de la Clase Trabajadora?

¿Se puede seguir considerando a China un Estado Socialista? Es una respuesta que cada persona debe responderse a sí misma. No obstante, y ante las evidencias, no hay duda de que a día de hoy China es igualmente dependiente del Capitalismo como lo es el Capitalismo con la República Popular China.

[1] Hay otros informes y estudios de otras organizaciones, fundaciones e institutos internacionales que siguen manteniendo a Estados Unidos como primera Economía mundial. Estas discrepancias se basan en la parametrización e importancia otorgada a cada una de las variables empleadas a la hora de realizar los informes y sus conclusiones. Igualmente importantes son los distintos intereses político-económicos que influyen en la libre interpretación de los resultados.

No obstante, en todos ellos muestran un incremento sostenido de la Economía China (en referencia a índices como el P.I.B., reservas de divisas y oro, empleo, niveles de consumo e inversión, inflación, tipo de cambio, etc.) a lo largo de los últimos años y que esta situación se prolongará a lo largo de la presente década.

[2] La República Popular China es estado miembro de la OMC desde el año 2001, aceptando y asumiendo sus exigencias organizativas y legislativas a la hora de poder competir en los mercados internacionales de compra/venta de bienes y servicios.

EL PAJARO EN LA JAULA cierzo rojo2

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