Cámaras y móviles contra el aislamiento

DIAGONAL | Xato Díaz | La XI edición del Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara) ofreció distintos talleres a la población saharaui. Mohamed Tayeb es un palestino residente en Madrid que conoce bien la situación de los refugiados, pues él mismo fue refugiado en Siria. Forma parte del colectivo Zaytoun Gang, y su proyecto es crear un videojuego, Zaytoun, el pequeño refugiado, que narre las historias de los desplazados y refugiados de distintos lugares en conflicto del planeta. “En el taller diseñamos, entre niños y jóvenes saharauis, varios personajes que serán los protagonistas del videojuego, en un capítulo que …

Foto: Carlos Cazurro (FiSahara)
Una mujer saharaui durante el taller Las cineastas del desierto. Foto: Carlos Cazurro (FiSahara)
Una mujer saharaui durante el taller Las cineastas del desierto. Foto: Carlos Cazurro (FiSahara)

DIAGONAL | Xato Díaz | La XI edición del Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara) ofreció distintos talleres a la población saharaui.

Mohamed Tayeb es un palestino residente en Madrid que conoce bien la situación de los refugiados, pues él mismo fue refugiado en Siria. Forma parte del colectivo Zaytoun Gang, y su proyecto es crear un videojuego, Zaytoun, el pequeño refugiado, que narre las historias de los desplazados y refugiados de distintos lugares en conflicto del planeta. “En el taller diseñamos, entre niños y jóvenes saharauis, varios personajes que serán los protagonistas del videojuego, en un capítulo que se llamará El campamento de resistencia”, comenta Tayeb. “Dibujamos y pensamos en escenas con historias de sus vidas. Me gustó una historia que contó un niño sobre cuando su padre volvió a los territorios ocupados. Le pregunté cómo fue el viaje de su padre y me dijo que en el muro hay huecos donde no hay minas… ésta fue una historia clave en el guión”, añade.

Tayeb ha participado en uno de los cuatro talleres que han rodeado la XI edición del Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara) en el campamento de población refugiada de Dajla, en la región argelina de Tinduf. El más extenso ha sido el titulado Activismo audiovisual y derechos humanos, que acogió a alumnos y ex alumnos de la Escuela de Cine Abidin Kaid Saleh, escuela construida a raíz del FiSahara y que el año pasado graduó a la primera generación de cineastas saharauis, pero también a activistas por los derechos humanos llegados desde los territorios ocupados por Marruecos.

Testigos internacionales

El primer módulo de este taller lo impartió Nahla Mohaker, cineasta sudanesa, especialista en la metodología Witness (testigo, en inglés), que pretende “empoderar a las poblaciones víctimas de abusos para que sean capaces de denunciar sus situaciones a través del audiovisual”. Las activistas egipcias Salma Shamel y Salma Said, del colectivo Mosireen, uno de los más beligerantes en la reclamación de libertades durante la revolución de 2011 con epicentro en la plaza de Tahrir de El Cairo, cogieron las riendas del taller. A ellas se sumó el marroquí Youness Belghazi, cineasta y activista del Movimiento 20 de Febrero. Los tres enseñaron técnicas para la grabación en situaciones de riesgo y cómo usar las redes sociales para difundir sus vídeos. “Esto es muy útil para los activistas de territorios ocupados, ya que en la mayoría de las ocasiones, debido a que Marruecos no permite la entrada de observadores internacionales allí, sólo conocemos lo que pasa mediante los vídeos de los saharauis”, argumentó Yunuen Montero, coordinadora de los talleres del festival.

El último módulo versó sobre guión cinematográfico y dirección de actores no profesionales, y fue impartido por el norteamericano David Riker, guionista de Dirty Wars, tercer premio de esta edición del FiSahara, y por el macedonio Mitko Panov, profesor de cine en la Universidad de Nueva York. “Pue­do decir honestamente que nunca había tenido un grupo de estudiantes tan excepcional, porque tienen hambre de aprender, porque tienen la necesidad imperiosa de contar su historia, porque en ese campamento de refugiados hay más vida que en las ciudades del norte”, expuso Riker. “Creo que el cine es la mejor herramienta que pueden desarrollar para su lucha, la lucha contra el aislamiento internacional”, añadió.

Ojalá la última edición

Junto a los talleres, las proyecciones de filmes, conciertos musicales, mesas redondas y debates han compuesto la programación de actividades de este año. “Queremos dotarles de herramientas para que puedan expresar sus reclamaciones”, explicó María Carrión, directora ejecutiva del festival. En primer lugar hay una reclamación política: la celebración de un referéndum que permita el derecho a la autodeterminación por el cual el pueblo saharaui decida sobre la independencia del Sáhara Occidental con respecto a Marruecos. Pero también reclamaciones más específicas, como por ejemplo, el respeto de los derechos humanos de la población saharaui en el Sáhara ocupado.

Los otros dos talleres que se impartieron en el FiSahara fueron Las cineastas del desierto y Gran Angular. El primero de ellos enseñó a mujeres saharauis a utilizar los teléfonos móviles para la creación de cortometrajes y vídeo-cartas “para poner en contacto a saharauis de los campamentos argelinos con sus familiares de los territorios ocupados, pero también a saharauis con las familias del Estado español que acogen a los niños en verano, para que mantengan la relación en el tiempo. Ahora haremos un seguimiento on line con las mujeres, para que pongan en práctica lo aprendido”, explicó Javier Allegue, conductor del taller. Por su parte, la asociación canaria Gran Angular, como ya ha hecho en pasadas ediciones del festival, grabó un cortometraje con niños saharauis que se proyectará en la próxima edición del FiSahara. Si la hubiera, porque tal y como afirma el eslogan del festival, “es un festival que insiste en desaparecer”. Que pretende dejar de celebrarse en un campamento de población refugiada, para trasladarse a una tierra en libertad.

Homenaje a Mandela y palmarés

El XI FiSahara tuvo dos pilares principales: un homenaje a Nelson Mandela y actividades enfocadas a la juventud saharaui. Una delegación surafricana participó en el festival, encabezada por Andrew Mlangleni, activista antiapartheid y compañero de celda de Mandela, y por el músico Jonas Gwangwa, que ofreció junto a la la saharaui Mariem Hassan un concierto en la jornada de clausura. En cuanto a la programación cinematográfica, el primer premio, la camella blanca fue para Legna: habla el verso saharaui, de Juan Ignacio Robles, Bahia Mahmud y Juan Carlos Gimeno. “Un relato de poesía audiovisual sobre la cultura saharaui”. El segundo premio fue para Invictus, de Clint Eastwood, sobre Nelson Mandela, y el tercero fue para el documental Dirty Wars.

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