El año 2020 se nos escapó de alguna manera. También se le escapó a Biela y Tierra que tras su exitosa presentación en 2019 tuvieron que aparcar las bicicletas y demostrarnos, en un alarde de resiliencia en plena pandemia, unos Relatos de Pastoreo que tuvieron menos cantidad de información, pero la misma calidad.
Ahora que salimos del shock de la pandemia Biela y Tierra hinchan neumáticos, engrasan la cadena y nos presentan su segunda ruta en bicicleta. Una ruta que, tanto por su recorrido a través de la provincia de Teruel, como por la idiosincrasia misma de estas cuatro mujeres, supone una apuesta, un reto y un recorrido – en la carretera y mediático – más necesarios que nunca.
Algunos valores de Biela Tierra siguen siendo igual de importantes que en el momento en que nacieron. Son mujeres haciendo cosas y haciéndolas de una forma magnífica. Hasta el punto de que, en su primera ruta, consiguieron el reconocimiento institucional por partida doble: Premio de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales y Premio Alimentos de España en la categoría de comunicación.
En un momento en el que el lenguaje reaccionario se ha colado en las instituciones y que el odio al feminismo se ha instalado en las bancadas de los parlamentos, es más importante que nunca reivindicar el ecofeminismo y hacerlo de forma sosegada ante los gritos de la carcunda derecha política y mediática.
Hacer un recorrido así y, además, hacerlo en bicicleta, ocupando el sacrosanto territorio del coche, entiendo que irrita casi a las mismas personas a quienes irrita que lo hagan mujeres sin el apoyo de hombres. Hoy que ya hemos atravesado el pico del petróleo y que en el descenso de la curva vemos cómo los derivados de los combustibles fósiles alcanzan precios históricos, precisamente hoy es trascendental reivindicar la bicicleta como medio de transporte.
Por último, y con respecto a esos valores de partida de Biela y Tierra, la agroecología, enfrentada a la cultura industrial que ha imperado tanto en la ganadería como en la agricultura en los últimos años, es una apuesta obligatoria de cara a reducir emisiones, a restringir el uso de plaguicidas, fomentar el uso de semillas tradicionales y, sobre todo, y como de vital importancia, incentivar el consumo de cercanía y las economías circulares.
Teruel, un territorio como reto
La ruta de este 2021 recorrerá cerca de 1.000 km para visitar algo menos de 50 iniciativas del mundo rural turolense que ya son soluciones reales que se enfrentan a los problemas que afrontamos todas las personas globalmente.
Sin embargo, Teruel tiene una idiosincrasia propia que hace que algunas de estas iniciativas tengan que realizar una labor titánica. Pocas más de 134.000 personas habitan una provincia con una superficie de 14.804 Km2. Aproximadamente 9 habitantes por km2, con zonas que no alcanzan los 2 habitantes por km2.
Para luchar contra esta despoblación hay obligaciones que son meramente institucionales. Dotar de servicios a este territorio, en lugar de sustituir trenes por taxis, es una obligación institucional turolense, por supuesto, aragonesa por compromiso y española por solidaridad. Ante la escasa dotación de servicios las instituciones han dejado poco más espacio que el derecho a la queja. Pero las y los turolenses siguen reclamándolos con energía. También con sus labores diarias.
Mostrar que en un territorio tan bello como vaciado hay iniciativas que sobreviven, cultivando de forma ecológica, practicando la ganadería extensiva, procesando alimentos de calidad o desarrollando productos culturales, es necesario de cara a abrir una ventana a otra forma de vida que nos aleje de las ciudades.
En estos días en que los y las turolenses ven con asombro, y con temor, cómo en lugar de cultivos surgen decenas de parques eólicos que tratan de estirar un poquito más la agonía del crecimiento económico continuo, mostrar que existen iniciativas alternativas es casi una obligación.
Visibilizar estas alternativas ayuda a proteger nuestro territorio de las agresiones externas y de la despoblación, además de demostrar que la alimentación, alejada de la agroindustria, es ya un motor de cambio que puede mantener un entorno rural vivo y económicamente viable.
Por todo ello, Biela y Tierra más que nunca.
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