Belén Benedé, Patricia Escartín y Luis Gimeno: “Si tienes un trabajo de mierda la solución no es una pastilla, probablemente sea ir a un sindicato y luchar por tus derechos laborales”

Carmen Belén Benedé Azagra es entusiasta, médica de familia y comunitaria en el Centro de Salud Canal Imperial en el barrio de Torrero en Zaragoza y una de las coordinadoras a nivel estatal del PACAP (Programa de Actividades Comunitarias en Atención Primaria) de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria. Patricia Escartín Lasierra, Pati, es médica de familia y comunitaria y coordina el grupo PACAP en Aragón. Luis Gimeno, Yimi, es médico de familia y comunitario en el Centro de Salud San Pablo en el barrio del Gancho en Zaragoza, y vecino de La Madalena.

Luis Gimeno, Patricia Escartín, Carmen Belén Benedé Azagra. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Carmen Belén Benedé Azagra es entusiasta, médica de familia y comunitaria en el Centro de Salud Canal Imperial en el barrio de Torrero en Zaragoza y una de las coordinadoras a nivel estatal del PACAP (Programa de Actividades Comunitarias en Atención Primaria) de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria.

Patricia Escartín Lasierra, Pati, es médica de familia y comunitaria y coordina el grupo PACAP en Aragón.

Luis Gimeno, Yimi, es médico de familia y comunitario en el Centro de Salud San Pablo en el barrio del Gancho en Zaragoza, y vecino de La Madalena.

Sobre las paredes blancas del bar La Columna, en el Gancho, se deshacen las nubecillas de humo de una varita de incienso, junto a un olor suave y agradable. La mesa que tenemos delante es una amalgama de fragmentos de paneles engomados. Hace un calor denso solo roto por alguna corriente de aire que viene desde la calle y huye por el patio abierto del fondo.

Félix-Arainfo. Alguna vez os he oído hablar de una región finlandesa, ¿por?

Luis. A veces ponemos el ejemplo de North Karelia, en el sur de Finlandia, una zona que tenía una altísima mortalidad por infartos y hace ya varias décadas se plantearon disminuirla. ¿Cómo lo hicieron? No aumentaron los médicos ni las UVIs móviles ni los hospitales sino que trabajaron a nivel comunitario sobre los tipos de alimentación, los estilos de vida y fue un gran éxito en la mejora de la salud de una comunidad.

Carmen Belén. Hay estudios sobre promoción de la salud y salud comunitaria en Europa y fuera de ella que demuestran que estas prácticas funcionan. Por ejemplo la recomendación de activos comunitarios.

Estos activos comunitarios o activos para la salud ¿son unos que no están en el paro y que hacen deporte?

Patricia. O un activo financiero... (risas).

C.B. Un activo para la salud es aquel factor o recurso que te dirige hacia la salud positiva, es decir, a intentar disfrutar de la vida te pase lo que te pase, con las capacidades que tú tienes, tanto individuales como familiares o colectivas. Y estos activos para la salud que potencian la capacidad de individuos, comunidades y poblaciones para mantener la salud y el bienestar ayudan a disminuir las desigualdades en salud, porque trabajan con una perspectiva de equidad. Este enfoque de activos para la salud no es nada nuevo, es algo de los 70, es como un revival...

L. Somos medicina-vintage (risas).

Contadnos algo más de esas desigualdades en salud.

L. Desde hace años sabemos que los principales determinantes de la salud son sociales. Lo que marca que un colectivo, un barrio o un país tenga buena o mala salud fundamentalmente son el entorno y las condiciones socioeconómicas con las que viven sus habitantes. Eso lo sabemos hace años, pero en el mundo occidental, sobre todo, se ha impuesto una visión biomédica y reduccionista de los problemas de salud. El problema es que el modelo químico o biomédico que se nos ha impuesto es una pequeña parte de la verdad. De hecho, la mejor manera de mejorar la salud de las personas y de los colectivos es mejorando sus condiciones sociales.

P. Realmente una desigualdad social se define como injusta y evitable. Entonces, si hablamos de una diferencia en salud que es injusta y evitable, con los activos trabajamos sobre esas injusticias e intentamos revertirlas, evitar estas diferencias en salud entre unas personas y otras.

L. Siempre ponemos cifras como que una mujer se haga mamografías de prevención cada dos años entre los 50 y los 70 años, que es lo que marca el estándar en Europa, eso le va a hacer ganar de media entre 15 y 30 días de vida. Sin embargo, la diferencia de esperanza de vida de un barrio de clase social pobre y un barrio de clase social rica en Madrid o Barcelona es de 8 años. Es decir, las condiciones sociales son cien veces más importantes. Y cuanto más amplio es el abanico de desigualdad social en un territorio, peores son sus niveles de salud. Hay incluso sociedades con menor desigualdad social que tienen mejores estándares de salud que sociedades con más nivel económico pero con mayor desigualdad social. Por eso todas las políticas que se dirigen a disminuir la desigualdad social van a mejorar la salud mucho más que otras políticas.

Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

¿Se puede sufrir la desigualdad en salud y al mismo tiempo luchar contra ella? ¿En vuestras consultas recetáis, por ejemplo, la afiliación a un sindicato como medicina contra la depresión?

P. Ese lema de “tú no es que tengas ansiedad, es que tienes un trabajo de mierda” creo que ha entrado en un debate más amplio en los últimos años. Si tú tienes un trabajo de mierda la solución no va a estar en un ansiolítico, en una pastilla, sino probablemente en ir a un sindicato y luchar por tus derechos laborales. Que igual no se acaba solucionando por ninguna de las dos vías. O igual son necesarias ambas, porque si yo estoy en una situación en la que tengo una crisis de ansiedad que no me permite centrarme en lo que tengo que hacer, seguramente sí que necesite una medicación de forma puntual para reducir esos niveles de ansiedad.

Vamos a intentar no medicalizar el malestar social sino dar algunas pautas o aconsejar otras cosas que parece que salen de nuestras competencias como sanitarias pero que también las tenemos que hacer ver. Cuando estamos cuidando la salud de las personas tenemos que hablar no solo de las cosas que podemos hacer nosotras, cargándonos con todo el peso de la salud de las personas, tenemos que hacer ver también a la gente todo el abanico de posibilidades que tienen para cuidar de su salud, a nivel poblacional y a nivel social. Dentro de la sociedad hay muchas cosas que puedes hacer para mejorar tu salud, distintas a tomar una pastilla o a pedir una nueva prueba complementaria.

C.B. Cuando hablamos de salud, estamos hablando de algo absolutamente político. Cuando hablamos de salud comunitaria, o de mejorar el bienestar de una zona, estamos hablando de priorizar con esas personas que están viviendo allí el diagnóstico de cuáles son los problemas y capacidades que tienen para generar acciones concretas, participadas, que disminuyan la inequidad y mejoren el bienestar. Y eso es absolutamente político.

Pues resulta chocante pensar en la figura del médico, que sigue teniendo un aire de cierta autoridad, poniéndose en un rol emancipador.

P. Nosotras lo hablamos alguna vez, que tenemos un trabajo muy privilegiado a la hora de conocer la realidad muy de cerca de muchas personas muy diversas, de todas las edades, orígenes y clases sociales. Entonces si tienes esa visión comunitaria te das cuenta de que no tienes que colonizar los trabajos que ya se están haciendo desde otros ámbitos sino intentar ampliar el marco para hacer un trabajo común con los servicios educativos, los servicios sociales, el comercio...

C.B. Es priorizar un trabajo intersectorial, porque no somos más que nadie en ningún entorno. Tener en mente que hay un trabajador o trabajadora social con la que te puedes coordinar, que existen asociaciones vecinales por ejemplo, y que te puedes coordinar con otros actores que están en tu mismo entorno y que lo conocen muchísimo mejor que tú.

L. Hay dos visiones, por un lado todo lo que es la visión dentro de la consulta, de un paciente concreto. Casi todos los problemas de salud, y las cosas positivas de salud, son multifactoriales. Por supuesto que la genética influye, y la alimentación, pero hay otros factores. Tenemos que ayudar a los pacientes a descubrir qué factores tienen de positivos y de negativos. Y luego la otra visión que también es muy importante, es en lo global. A los médicos y médicas se nos reconoce “una calidad de expertos y expertas”. Entonces podemos ayudar a la sociedad a poner en la agenda política ciertas cuestiones. Un ejemplo que ahora se acepta es que para disminuir la mortalidad por cáncer de pulmón lo que se ha hecho no es poner más oncólogos sino una ley anti-tabaco, disminuir la contaminación en el entorno laboral y trabajar sobre políticas que no tenían nada que ver con hospitales.

C.B. Yo creo se ha perdido un poco la percepción del entorno por un sistema gerencialista que ha hipertrofiado la parte asistencial y por una fe desmedida en la tecnología cuando a veces para solucionar los problemas que tiene la gente no es cuestión de tecnología sino de tiempo y de escucha. Estamos todos fascinados por lo que es un reflejo de las políticas neoliberales individualistas en las que han puesto el foco y según las cuales solo la gente es responsable de su salud. Sí que es verdad que los estilos de vida son muy importantes pero son más importantes si tienes la oportunidad de elegirlos y los puedes elegir en función de tus condicionantes. Con lo cual el trabajo para mejorar el bienestar es intentar que la gente pueda hacer elecciones sanas. La gente no tiene diabetes porque quiere, hay mucha gente que va a tener diabetes porque tiene sobrepeso, porque no tiene trabajo, porque no se puede alimentar bien, porque no puede hacer ejercicio físico.

Carmen Belén Benedé Azagra. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Carmen Belén Benedé Azagra. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Y vuestras compañeras, ¿asumen mínimamente lo que decís o sois un poco bichos raros?

P. En la actualidad tenemos una posición un poco positiva al respecto, y es que los profesionales en general tenemos ganas de hacer otras cosas. Pero hay un matiz y es que, a las profesionales de la salud, el privilegio que tenemos nos posiciona en un marco de poder, y quitarte ese poder da miedo. El trabajar con las comunidades, en horizontal con las personas, da mucho miedo. Desempoderarte pero no para dar poder a los otros, restarte poder para que el resto vea el poder que tienen, eso es complicado.

C.B. Es que no tenemos habilidades.

P. No nos han enseñado. Tenemos muy pocas habilidades de comunicación, para trabajar en grupo, para gestionar el conflicto..., y son todo herramientas que necesitas para trabajar con la comunidad. Y hay una sobrecarga de trabajo, de cosas que hacemos que realmente no tienen mucha evidencia y que igual deberíamos dejar de hacer para poder empezar a hacer estas cosas.

C.B. Atención Primaria como tal, que es donde trabajamos nosotras, tiene una cartera de servicios. Es decir, servicios que se ofrecen a la población que están aprobados con un marco legislativo concreto estatal y autonómico, y entre los que hay uno que se llama Atención Comunitaria. Está muy claro en la normativa pero fallamos en la práctica. ¿Alguien entendería que operar una hernia, que está en la cartera de servicios de los hospitales, se hiciera fuera de horario, por la noche, a oscuras y sin metodología? Nadie lo entendería, pues es lo que ha pasado en este país en la Atención Comunitaria.

En la tesis doctoral que hice sobre de la situación de Aragón se recogía que más del 60% de los centros de salud de Atención Primaria tenía algún tipo de actividad comunitaria con su población o se coordinaba de forma intersectorial, pero tenían muy escaso apoyo institucional, metodología, o no evaluaban lo que hacían. Es decir, había muchos bichos raros en los centros de salud, pero nadie los veía o apoyaba y, claro, hacían lo que podían. Esto es lo que ahora está cambiando en Aragón y hay mucha esperanza. Hay mucha gente haciendo cosas desde hace muchos años con mucho valor, y con ganas de trabajar de forma diferente y de formarse.

L. El resumen que haría sobre el ámbito sanitario, equivalente a otros ámbitos sociales, es que en los últimos 40 años ha habido una victoria, parcial pero victoria, del pensamiento neoliberal que ha hecho que todo lo que sea enfoque individual prevalezca frente a lo colectivo, el cortoplacismo frente al largo plazo, las soluciones sencillas frente al pensamiento crítico, lo monocausal por lo multicausal. Pero siempre hay afortunadamente semillas de resistencia, que a veces florecen más y a veces florecen menos. En este ámbito hubo un pequeño florecimiento a finales de los 70 y principios de los 80, como en otros muchos ámbitos, y rápidamente se ahogó porque las prioridades políticas fueron otras. Y ahora es verdad que se vive una pequeña primavera y no sabemos cuánto durará porque los cambios sociales son imprevisibles. Por eso en Aragón, y reconozco que es algo positivo por parte de la Consejería, estamos abogando por una formación mantenida y generalizada que puede sentar bases para que en los próximos años estos avances sean más difíciles de revertir.

¿Cuál tiene que ser el papel del Gobierno de Aragón en este tema?

L. Un intento que al menos va en la correcta dirección es el Plan de Salud de Aragón que hemos estado elaborando durante dos años y que, al final, ha sido aprobado por el propio Gobierno de Aragón. Hemos tenido grupos de trabajo de gente de todos los departamentos, de ayuntamientos, de organizaciones sociales, de la Universidad de Zaragoza, porque todas las políticas públicas pueden favorecer o empeorar la salud de las personas. Se ha hablado de desigualdad social, de fiscalidad, de educación, de precariedad de vivienda, de pobreza energética, no solo de lo clásico que era la salud y los servicios sociales. Por ejemplo, cuando un ayuntamiento como el de Zaragoza hace una apuesta por la movilidad sostenible está mejorando la salud de zaragozanos y zaragozanas.

C.B. Aragón es pionero en muchísimas cosas y a veces ni siquiera las conocemos, como el Sistema de Asesoramiento y Recursos en Educación para la Salud de Salud Pública, el SARES; la Red Aragonesa de Proyectos de Promoción de la Salud, la RAPPS; o la Red de Escuelas Promotoras de Salud de Aragón, la RAEPS; o los Consejos de Salud entre otras. En estos momentos una oportunidad es la Estrategia de Atención Comunitaria en Aragón del Departamento de Sanidad para desarrollar la orientación comunitaria del sistema sanitario, y mejorar lo que en investigación veíamos que faltaba. Desde hace dos años hay un extenso número de profesionales a muchos niveles que se han comprometido con ella, como otras instituciones, otros grupos o población, sin los que no habría sido posible. Desde el convencimiento de que una institución que escucha avanza, y que es necesaria la creación de capacidad profesional a todos los niveles, el trabajo conjunto es esencial y la suma de las buenas prácticas para conseguir una adecuada orientación comunitaria. Yo creo que el reto ahora es tener un buen Plan como dice Luis, que nos integre a todos, sanitarios, no sanitarios y población, y ver cómo nos coordinamos porque hay mucha gente haciendo cosas en lo micro, hay cosas muy buenas en lo meso, y necesitamos directivos y políticos con orientación comunitaria. Y como sistema sanitario, responder a lo que realmente necesita la gente para tener bienestar coordinándonos de forma intersectorial.

P. Hay que visibilizar, pero para no perder a personas por el camino yo creo que es muy importante recoger las narrativas de cosas que se han ido haciendo y que no han ido tan bien como nos hubiese gustado. Y visibilizar cosas de tipo más informal que se están haciendo y en las que ni siquiera tenemos que entrar. Que si hay un grupo de mujeres que en su barrio bajan a tejer los domingos, hacerles ver que eso es bueno para su salud por el simple hecho de socializar, de hacer una actividad en común, sin ninguna necesidad de que eso esté estructurado en un proyecto evaluado según no sé qué parámetros. Simplemente es dejar de poner barreras a todo lo que se hace y mejora la salud de las personas.

Luis Gimeno. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Luis Gimeno. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Y las propias profesionales sois sujetos de salud también. ¿Por eso en algunos congresos lleváis una chapa que pone...?

C.B. “Tanta comunitaria me va a matar”.

P. Es un rollo muy somarda. Es como que te va a matar pero te va a matar de gusto.

C.B. Yo creo que el modelo bio-psico-social que tiene muy en cuenta el contexto individual, familiar o comunitario de la gente que atendemos te gasta más tiempo en la consulta, y si además tienes que ver a cuarenta pacientes... ¡retraso y estrés seguro! (risas).

L. Serían las dos cosas.

P. A día de hoy nosotros somos muy entusiastas y pensamos que esto nos acabará descargando de trabajo. Pero hasta entonces todo proceso comunitario incrementa tu tarea, y todo el mundo que trabaja en cosas colectivas sabe perfectamente que todavía no lo hacemos tan bien. Hasta que llegas a este punto hay siempre una sobrecarga.

C.B. Uno de los retos que se tienen en el desarrollo de la atención primaria es la disminución del voluntarismo profesional. Si tenemos que coordinarnos con la escuela habrá que gestionarlo para tener tiempo o para compensar horarios. Si hay una serie de intervenciones que vemos que funcionan hay que potenciarlas, lo que pasa es que necesitan otro tipo de tecnología y la principal es la escucha y ésta precisa tiempo. Ese es el reto que tienen que tener los sistemas sanitarios, no podemos hacer procesos de liderazgo compartido o de entrevistas motivacionales si tenemos cinco minutos por paciente. No se puede seguir apostando por esto sin presupuesto y sin organización, sin cuidar a los profesionales. Si me quieres, dímelo en los presupuestos. El apoyo institucional es esencial.

L. Somos espacios que tienen de negativo que la militancia puede a veces atentar a nuestros cuidados, eso es real, pero tienen de positivo que nos gusta tomarnos la vida con humor y con risas.

P. Yo creo que se ha hecho un trabajo muy potente de crear masa crítica. Tengo la sensación de que en Aragón se están tejiendo redes, que hay una masa social que empieza a mirar las cosas de otra forma. Creo que eso tiene que ver con cómo utilizamos las redes sociales, cómo nos relacionamos en los espacios de encuentro, que hay buen rollo, demostrando que puedes trabajar en temas de salud no desde la perspectiva de que “esto es un horror” sino de una forma más alegre, desde la promoción de la salud. Y yo estoy instalada en la queja muchos días, pero la parte comunitaria me ha salvado un poco de no quemarme en los últimos años.

Para acabar pero volviendo al principio del todo, ¿de dónde os nace a cada una esta pasión por la salud comunitaria?

P. En mí tiene que ver con trasladar a mi profesión lo que estaba haciendo en mi vida, todas las cosas que en mi vida realmente me hacen sentir bien que es estar con otra gente, crear procesos colectivos, trabajar por el bien común. Es el proceso natural de que mi parte profesional quiero que sea consecuente con mi parte más íntima. Que a veces lo consigo y a veces no.

C.B. A mí me pasa un poco igual. A los 17 años estaba en el mundo de la solidaridad y conocí a un grupo de gente como Luis que tenían unos años más que yo. Después, hay un momento que me doy cuenta que lo que más me gusta de nuestra profesión es su parte comunitaria. Yo me formé en Valdefierro, fui al primer Consejo de Salud de mi vida obligada, tal cual, y empecé a pasear el barrio porque mi tutor decía que había que dar una vuelta por el barrio todos los días para ver lo que hace la gente. A mí me gustaba la gente, lo social, lo político, y fui viendo la forma de plasmar esto en mi profesión.

L. Yo soy un moñas (risas). Pero en el fondo se trata de amor, el del “Debes amar” de Silvio Rodríguez por decirlo de alguna manera. Amor con contradicciones, con todas las miserias personales que tenemos todas, pero se trata de amor y de cuidar la vida.

P. Y hay una cuestión de saber que estás haciendo algo importante. Y eso hay que reconocerlo y asumir que te da mucha satisfacción.

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