Arantza Gracia: “Las personas que mayoritariamente se dedican a la actividad política no ejercen tareas de cuidado”

Arantza Gracia es educadora artística y activista política. Temporalmente, se encuentra en excedencia para dedicarse al ejercicio de la actividad municipal como concejala de Educación e Inclusión del Ayuntamiento de Zaragoza.

Arantza Gracia. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Mientras espero sentado en una de las mesas de La Ciclería, una niña de pocos meses se detiene, me mira fijamente y continúa gateando por el suelo. Qué bien huele el café mientras doy vueltas a la taza. Entra Arantza y me parece precioso el color morado de su larga chaqueta.

Como concejala de igualdad, ¿qué diagnóstico haces sobre ese aspecto en Zaragoza?

Zaragoza no es una ciudad especialmente conflictiva en estos temas, no se sale de la media. Nos sometemos a los mismos conflictos a los que se somete cualquier persona que no pertenece al sexo/género dominante BBVAH: blanco, burgués, varón, adulto, heterosexual. Uno de los riesgos mayores a los que podemos estar sometidas como ciudad es la normalización de esos problemas, que se vivan como algo normal.

Y ante esto, ¿qué está haciendo el Ayuntamiento de Zaragoza?

Una de las cosas que hemos hecho es poner las políticas de igualdad a la altura de otras políticas municipales, que se tenga en cuenta que no es algo subsidiario de Servicios Sociales, que va mucho más allá de las políticas de atención directa a mujeres supervivientes a la violencia machista. Trabajar por mejorar las condiciones de vida de las mujeres, pero también del colectivo LGTBIQ que hasta ahora no había tenido cabida dentro de las políticas municipales.

Un trabajo más invisible es la transversalización de la mirada de género en todas las políticas municipales. Yo creo que es lo más importante, porque es lo que hace que todas las políticas del Ayuntamiento tengan en cuenta a la mujer y, por lo tanto, reduzcan los espacios de exclusión. Pero también es lo más difícil. Porque la gente en principio ni siquiera es consciente de que en sus acciones político-técnicas cotidianas está sufriendo o realizando esa discriminación. Me refiero a los funcionarios y funcionarias y a políticos y políticas.

Poco a poco se van introduciendo debates incluso dentro de la plantilla municipal. Como el tema del lenguaje de género, que es un acto muy simbólico y, si ha generado tanto conflicto, igual es que hemos tocado algo importante. Otras cosas son la introducción de la perspectiva de género en el análisis de los presupuestos o en el diagnóstico del Plan de Movilidad Urbana Sostenible.

Esto seguro que requiere un nivel de coordinación muy alto entre las diferentes concejalías. ¿Cómo lo estáis haciendo?

Aunque queda un poco mal decirlo, cuando llegamos preguntamos cómo lo habían hecho para la Expo en la que habían trabajado de forma coordinada todos los servicios. Siguiendo ese ejemplo se creó una Comisión delegada de Igualdad dependiendo de Alcaldía a la que rinden cuentas todos los coordinadores y coordinadoras de área, que son la figura político-técnica que está debajo del concejal o concejala. Y hay una oficina técnica de tranversalización de género con tres agentes de igualdad que se están encargando de dinamizar estas tareas.

En la vida cotidiana de la gente de la ciudad, ¿en qué se están traduciendo estas políticas?

Por ejemplo, cuando tú entras a una instalación municipal te vas a encontrar con un cartel que dice que es un espacio en el que se trabaja contra el machismo. Son mensajes simbólicos que sirven para visibilizar un conflicto que está ahí y que la gente, muchas veces, no quiere ver.

O en el modelo de urbanismo. Se trata de un modelo de barrio, de proximidad, donde tienes tu red, tus apoyos y donde está accesible todo lo que necesitas para tu vida cotidiana. Ese modelo de ciudad urbanístico es también un modelo de ciudad social. No estamos haciendo grandes inversiones en infraestructura, estamos trabajando en esos pequeños cambios en la vida de nuestros barrios que nos faciliten la vida a todos y todas.

Estas medidas también necesitarán una coordinación con otras instituciones, ¿en eso se está avanzando?

Hemos tenido muchísima suerte, las cosas como son, con la actual directora gerente del Instituto Aragonés de la Mujer, que es del PSOE. Por lo que me toca trabajar con ella, yo creo que Natalia Salvo es una feminista con la que coincidimos en muchísimos puntos, y eso facilita mucho el trabajo de coordinación. Lo que ocurre es que la ley nos marca mucho hasta qué punto nos podemos coordinar. Pero tenemos la suerte de que Natalia entiende como nosotras la violencia machista más allá del concepto legal de violencia de género, y hemos establecido un protocolo de colaboración interinstitucional para atender a las mujeres. También nos coordinamos con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, algo que no se había hecho nunca en este Ayuntamiento.

Y en otras cosas más concretas. Ahora tenemos sobre la mesa determinar cómo atendemos a las personas trans que son mayores de edad pero todavía no son independientes económicamente. ¿Qué pasa cuando estas personas se encuentran con que sus familias les dan la espalda? Estamos trabajando para colaborar ofreciéndoles una respuesta.

Y a la hora de diseñar e implementar todas estas políticas públicas ¿hasta qué punto las personas a las que van dirigidas tienen oportunidad de participar en ellas?

Hemos intentado que se impliquen al máximo posible. En el Plan de Igualdad han participado muchísimas mujeres, tanto organizadas como no, y hombres también porque evidentemente esto no lo cambiamos solas. Ahora estamos poniendo en marcha el Consejo Sectorial de Igualdad, que será un espacio de participación permanente donde se hará el seguimiento de este Plan de Igualdad.

Dentro de las limitaciones de la institución, lo estamos intentando. La campaña de “Yo regalo igualdad” se ha hecho de mano de la Coordinadora de Organizaciones Feministas. Las actividades que hicimos para el 28 de junio se han hecho con la Plataforma 28J.

Arantza y Félix durante la entrevista. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Arantza y Félix durante la entrevista. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Además de género y orientación sexual ¿desde tu concejalía se contemplan otros ejes de desigualdad?

Intervenimos en los que podemos. Tanto el Plan Joven como el Plan de Igualdad lo hemos trabajado de la mano de los colectivos de personas con discapacidad. Una persona puede tener muchos motivos de exclusión o de inclusión, y necesitamos tener en cuenta la interseccionalidad. También ambos planes los hemos trabajado con colectivos de personas migrantes a través de grupos específicos de debate vinculados sobre todo a la Casa de las Culturas.

¿Qué otros retos tenéis por delante?

Nos quedan pendientes un montón de cosas porque nosotras éramos muy ambiciosas en este tema. Ahora por ejemplo estamos viendo de qué forma la normativa municipal tiene algunas líneas discriminatorias, para eliminarlas todas. Eso es un trabajo ingente que estamos haciendo con esa coordinación ínter-servicios. Cada quien revisa su normativa con la ayuda de la Oficina Técnica. Y luego queremos poner el foco en algunas como en la de publicidad. A raíz del bus del Hazte Oír, comprobamos que no hay nada en normativa municipal que nos impida que un bus homófobo circule por nuestras calles. Eso es algo en lo que tenemos que intervenir. El problema de este trabajo va a ser que los partidos de la oposición no siempre van a estar de acuerdo con nuestras propuestas.

Por parte del resto de los grupos del ayuntamiento ¿hay diferencias en cuanto a su sensibilidad hacia estos temas?

Aquí afecta mucho la persona, no tanto el grupo político. Hay grupos..., y pongo nombres concretos, por ejemplo Ciudadanos, con el que políticamente no podíamos ser más diferentes y en cambio con ellas la negociación es mucho más sencilla que con otros. Es un grave escollo. Y el escollo con mayúsculas en el Ayuntamiento es la falta de recursos, de personas que sean capaces de sacar esto adelante. Lo que hay en el fondo de la política que se ha llevado hasta ahora tanto por parte del Estado como de los gobiernos anteriores es un intento de vaciar los ayuntamientos para que todo lo hagan empresas externas y el ayuntamiento sea un mero gestor de contratos. Eso limita porque se gasta mucho más dinero contratando algo fuera. Y la vocación. En este caso, yo he tenido muchísima suerte con el Servicio de Igualdad donde se lo creen todas muchísimo, son todas unas súper feministas. De hecho muchas veces son ellas mismas las que plantean cosas que creen que es importante sacar adelante. Y eso es un lujazo del que nos están intentando privar desde el Estado y desde los presupuestos de DGA, que son quienes marcan también la limitación de gasto.

Incidiendo en los asuntos internos del Ayuntamiento, ¿cómo es la vida cotidiana de una concejala del Ayuntamiento de Zaragoza?

Intensa, cuando menos intensa. Son muchas horas en las que tienes que estar al cien por cien. No hay tregua. Es mucha presión la que tenemos. Se te exige disponibilidad absoluta.

Pues resulta curioso que un ayuntamiento que debería cuidar a su ciudadanía no lo haga respecto a las propias personas que lo gobiernan. Me vienen a la cabeza esos plenos que duran horas y horas.

Son infames. En un inicio intentamos cambiarlos. Los plenos antes eran un solo día y podían durar hasta las 9 o las 10 de la noche. Entonces decidimos separarlos en dos plenos, uno más administrativo y otro más de mociones políticas, de forma que fueran más cortos. Pero, paradójicamente, esto se ha convertido en dos días intensivos. Creo que no lo hemos conseguido porque no es una cosa solo de las y los nueve concejales de Zaragoza en Común sino de los 31.

Pero entiendo que los otros 22 también sufren esa presión máxima. Aunque solo sea por interés propio ¿no les interesaría rebajarla a un nivel más razonable?

Hay casos puntuales en el que tienen y quieren conciliar, que sí que se quejan, pero luego al final todo el mundo asumimos que esto es lo que hay, no se cuestiona que pueda ser de otra manera.

Arantza Gracia. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Arantza Gracia. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Y este tema queda aún más en evidencia con las personas que, siendo concejalas, sois madres o padres. Además, entre tus compañeras están Elena Giner y Alberto Cubero que lo han sido y Pablo Híjar y tú lo vais a ser muy pronto.

Es un tema bastante complejo de abordar. Por un lado estamos enmarcados en el Estatuto de los Trabajadores y tenemos los cuatro meses más la lactancia. Pero nuestro problema no es tanto eso. En las votaciones hay un acuerdo no explícito en el Ayuntamiento por el que si una persona falta por un motivo justificado, se equilibran las votaciones. También es verdad que no hay ningún equilibrio que dependa de un solo voto en el Ayuntamiento.

El problema es quién hace mi parte del trabajo cuando yo no estoy porque tengo que coger una baja de maternidad o por el motivo que sea. Es una ley estatal que dice que estamos nombradas nominalmente para nuestro puesto de trabajo y, por lo tanto, no podemos ser sustituidas por nadie. Hay una delegación de firma que es lo que hacemos cuando nos vamos de vacaciones, para que no dejen de funcionar las cosas, pero eso no es más que una parte ínfima de nuestro trabajo. El trabajo de representación, de toma de decisiones, de seguimiento de proyectos, de marcar directrices políticas, si no estás tú se reparte entre las personas que tenemos de asesoras, que por eso tienen que ser personas de confianza al cien por cien, y otro compañero o compañera concejal que además de su trabajo asume el tuyo.

A lo mejor el hecho de que este debate no se haya afrontado podría tener que ver con que todavía siga llamando la atención llevar un bebé a un pleno o que asista una concejala embarazada.

Ese debate no está contemplado porque no hay suficientes feministas en las instituciones. A mí el que te lleves tu bebé al pleno me parece una hostia, con perdón, porque conciliar no es que te puedas llevar a tu hijo al puesto de trabajo sino que puedas hacer tu trabajo y que puedas estar con tu hijo, cada uno en su espacio y cada uno con el tiempo y la cabeza que necesitas. El que esté embarazada a mí no me limita en mi trabajo. El problema es que se me exige estar al cien por cien del tiempo. El problema es que las personas que mayoritariamente se siguen dedicando a la actividad política responden a un perfil muy concreto de persona que no ejerce estas tareas de cuidado y que, dese luego, no ve necesario que estas tareas se visibilicen y se pongan sobre la mesa. Y no me refiero solamente a las mujeres que vayan a ser madres, esos hijos crecen y también necesitan un padre o una madre que esté con ellos fuera de esos horarios laborales. O tienes unos padres que ver, o unas amigas con quien te apetece estar y a quien también tienes que cuidar.

¿Desde tu concejalía o desde el Ayuntamiento se está trabajando en torno a este concepto de los cuidados?

De hecho, dentro del Plan de Igualdad hay un eje específico para trabajar su visibilidad y la corresponsabilidad, que en realidad es la base de la desigualdad en los cuidados. Si no hay una corresponsabilidad en el tema de los cuidados, mal vamos a acceder a condiciones igualitarias porque la carga de cuidados recae sobre quien recae. Todo eso lo tratamos de poner sobre la mesa pero es una cuestión muy abstracta. Desde el Ayuntamiento trabajamos por ejemplo la flexibilidad laboral dentro del funcionariado, que se puede mover los horarios para ajustárselos.

Además de concejala de Inclusión también lo eres de Educación, ¿desde ese campo también es posible combatir la desigualdad?

Tenemos en marcha una serie de actividades educativas para centros escolares y ahí se está introduciendo esa mirada. Pero sobre todo lo que intentamos es que los servicios se coordinen entre sí, porque al final Educación en el Ayuntamiento también coordina actividades que pueden proponer otros servicios como el Centro Municipal de Promoción de la Salud.

Muchas veces no se trata tanto de que tú hagas como que dejes hacer, porque hay mucha gente que tiene un montón de ideas súper buenas y que hasta ahora estaban limitadas. En Juventud igual, las Casas de Juventud hacían un proyecto de temas de género que se llama Ygualarte y sólo ha sido dejar hacer y el proyecto se ha extendido a todas las Casas de Juventud. En Centros Cívicos ha salido un grupo de trabajo de programadoras para hacer programación con perspectiva de género. Los Centros de Mayores han estado haciendo formación en violencia de género para personas mayores.

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