Aragón muere por el sur, un grito turolense contra el olvido

El domingo 6 de mayo todo Aragón tiene una cita en Zaragoza en defensa del territorio turolense que lucha por sobrevivir sin apenas infraestructuras y con el hartazgo de ver incumplidas decenas de promesas en inversiones

Zaragoza es el centro político de Aragón y como tal responsable de lo que sucede más allá de Paniza en un territorio, el turolense, que trata de sobrevivir pese a un auténtico despropósito en falta de inversiones.

La crisis económica de 2008 generó una vacío total de inversiones en los territorios del sur de Aragón y los datos desde entonces no pueden ser menos optimistas. Desde el 2008 Teruel ha perdido más de 10.000 habitantes. A razón de 3 habitantes por día en los últimos dos últimos años. Un desierto demográfico con una extensión equivalente a la suma de la Comunidad de Madrid y el territorio de Barcelona, pero con una cifra de habitantes que apenas alcanza las 135.000 personas empadronadas.

Aunque es innegable el envejecimiento de sus habitantes, Teruel no ha sido capaz de anclar familias y jóvenes al territorio, y ve como muchos de ellos lo abandonan en dirección a Valencia, Zaragoza o poblaciones más lejanas. Desde 1977 la edad media de la población turolense ha pasado de los 39 años a los 46.

Casi veinte años sin inversión en carreteras  

Pero claro, la falta de inversiones en infraestructuras no ayuda a la permanencia. La última gran inversión en el territorio fue la finalización de la Autovía Mudéjar, sin duda un eje vertebrador de territorio. Pero son otras muchas las vías prometidas que no han sido llevadas a cabo. Entre otras continúan en procesos burocráticos varios, pero sin inicio de obras la A-40, la autovía que uniría Cuenca con Teruel o la A-68 que ayudaría a vertebrar el Baixo Aragón.

Otras muchas obras de menor calado, entre ellas diversas variantes que desplazarían el tráfico del centro de los núcleos urbanos, han quedado en el olvido. De hecho, en lo que va de siglo, al margen de la Autovía Mudéjar, tan solo se han ejecutado 22 kilómetros de carreteras en tierras turolenses. Algo más de 8 kilómetros de la variante de Alcañiz, tras 20 años para su ejecución, y casi 14 kilómetros en la N-232 de Ráfales hasta el límite con Castellón, todavía sin finalizar pese a que las obras se licitaron en 1994.

 Un tren que nunca llega

Cuando uno toma el tren en cualquier punto de Aragón dirección Sagunto, sabe a la hora en que se monta pero no cuando llega. Es cierto que ha habido algunas mejoras con respecto al inicio de siglo, cuando la línea estuvo a punto de desaparecer por la falta de mantenimiento y los continuos descarrilamientos que provocaba, sin embargo, continúa siendo una de las principales reivindicaciones, éste que fue uno de los principales motivos de la aparición de la plataforma Teruel Existe.

Tras las protestas de esta plataforma llegaron las desorbitadas promesas de campaña electoral. José Luis Rodríguez Zapatero aseguró que el AVE Madrid-Valencia pasaría por Teruel, corría el año 2008 y el PSOE andaba desbocado. Tres años antes, había aprobado el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte 2005-2020 (PEIT), que incluía reformas en el Corredor Cantábrico-Mediterráneo “con el objetivo de una mejor vertebración del territorio”. Años más tarde, Mariano Rajoy se comprometió a seguir adelante con el PEIT, pero sin mucho énfasis vistos los resultados.

A día de hoy desde todo Teruel se sigue reclamando, no un AVE que es un tren que no vertebra territorio, sino un tren eficaz, de doble vía electrificada que sea una apuesta tanto para el tráfico de personas como de mercancías, uniendo dos puertos principales como son Bilbo y Valencia.

Un campo agónico y una industria escasa

Entre las muchas quejas que tiene este territorio está el trato desigual para la agricultura turolense, que se antoja esencial. Sin duda el sector primario sería de vital importancia para luchar contra la despoblación en los pequeños municipios turolenses.

La reforma de la PAC de 2013 dejó a Teruel en el estrato 3, lo que supone cobrar 103 euros por hectárea en secano, cuando el resto de Aragón está incluido en el estrato 6 y percibe 182 euros por hectárea. Lo mismo sucede con el regadío que en Teruel se paga a razón de 274,5 euros por hectárea, cuando la mayor parte de Zaragoza recibe 467 euros.

La industria no va mejor. La mayoría de los polígonos turolenses han quedado vacíos. Algunos nunca estuvieron llenos, ni siquiera medio llenos. Unas pocas industrias potentes sobreviven sustentando poblaciones que conviven entre el trabajo asalariado y el cultivo de la tierra: Cella, Monreal del Campo, La Puebla de Híjar o la ciudad de Teruel son algunos de los núcleos en los que una, o más grandes empresas tiran de la economía local.

En el Baixo Aragón la amenaza es más grande. El cierre de la térmica de Andorra, supondría la pérdida de 200 empleos directos y más de 400 indirectos, en cumplimiento del proceso de transición energética. Ante el ya anunciado cierre, desde las comarcas mineras se reclama al Gobierno de Aragón que la central siga consumiendo carbón aragonés, mientras se realizan las inversiones necesarias para crear empleos, al menos para el mismo número de personas que verán perdido su modo de sustento.

Servicios públicos deficientes

Otra de las lacras que afectan esencialmente al territorio turolense es la falta de calidad de los servicios públicos y la especial lentitud con la que se abordan nuevas infraestructuras.

Los hospitales de Alcanyiz y Teruel son sin duda dos de esas obras retrasadas por encima de los límites de la paciencia. La primera piedra del hospital alcañizano se colocó en 2017, pero hasta febrero de 2018 no se valló el terreno, y en este mes de abril se movieron las primeras tierras. Las obras para el nuevo hospital de Teruel, inmerso en diversos problemas, tienen el compromiso del Gobierno de Aragón de que serán iniciadas en 2019. Mientras, miles de turolenses tienen que trasladarse hasta Zaragoza a recibir tratamientos que en su territorio son inexistentes.

Una protesta hacia la visibilización

Traer hasta Zaragoza sus reivindicaciones tiene sin duda dos objetivos: señalar a las instituciones aragonesas, excesivamente centralizadas en la capital, y movilizar a todo Aragón hacia un impulso que vertebre el territorio y que no deje a Teruel como su patio trasero.

Para ello las instituciones aragonesas deben trabajar, y a su vez presionar al Gobierno central, para inclinar la balanza hacia la repoblación, la construcción y mejora de infraestructuras necesarias, la dotación de unos servicios públicos de calidad y la generación de empleo, si no quieren ver, como dice Teruel Existe en su convocatoria, como Aragón muere por el sur.

Teruel Existe 6M zgz

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