Aragón ante el espejo deformado del capitalismo, un 23 de abril para reflexionar

Un mes antes del Estado de Alarma, Schindler despedía en Zaragoza a 119 trabajadores de su fábrica en la capital aragonesa, un preacuerdo que garantizaba unas indemnizaciones por despido por encima de la ley. Los sindicatos avalaban que la producción de ascensores se trasladase a Eslovaquia. Una parte de la plantilla será recolocada en otros centros, y punto y final a 74 años de historia en la producción de ascensores, desde la antigua Giesa hasta la absorción por parte de la multinacional suiza a finales de los noventa. Por esas fechas, Ibercaja -creada como caja de ahorros en 1873-, bancarizada …

Un mes antes del Estado de Alarma, Schindler despedía en Zaragoza a 119 trabajadores de su fábrica en la capital aragonesa, un preacuerdo que garantizaba unas indemnizaciones por despido por encima de la ley. Los sindicatos avalaban que la producción de ascensores se trasladase a Eslovaquia. Una parte de la plantilla será recolocada en otros centros, y punto y final a 74 años de historia en la producción de ascensores, desde la antigua Giesa hasta la absorción por parte de la multinacional suiza a finales de los noventa.

Por esas fechas, Ibercaja -creada como caja de ahorros en 1873-, bancarizada a raíz de la crisis de 2008 y que te cobra comisiones por cualquier gestión que haces, planteaba un ERE que iba a afectar a 550 empleados. Eso sí, acumulaba 700 millones de beneficio neto para sus directivos y accionistas mayoritarios, desde 2013. Reducir plantilla, cerrar oficina y empeorar servicios, como práctica habitual. Y como todo son vasos comunicantes, el Grupo Aramón, del que participa Ibercaja, daba la “patada” a sus trabajadores eventuales, con la excusa de la pandemia. Está claro que no sólo depredan el patrimonio natural.

Mientras se iba extendiendo el Covid-19 por el Estado español, las trabajadoras de FCC resistían con una huelga indefinida que se alargaría hasta el 20 de marzo. Casi dos meses luchando, para firmar un nuevo convenio, introducir cláusulas sociales en los nuevos pliegos y que no se divida la plantilla. El gobierno municipal de Azcón cede ante los Jardiner@s en Lucha, el mayordomo se retira a su cueva, ya afilará los cuchillos en otro momento. Carlos Slim no puede ser traicionado por la derecha.  De igual forma, el “motor de Aragón”, Opel-PSA, planteaba un ERE para casi 500 trabajadores en su planta de Figueruelas; un acuerdo ya negociado con los sindicatos, y que seguro que precariza aún más la situación en esta fábrica.

Antes de esta tormenta vírica, los datos de riqueza global ya se habían recuperado en Aragón, aunque hablamos de macroeconomía, ya que se han destruido 40.000 empleos desde 2007. La pérdida de poder adquisitivo de casi la mitad de la población es otro dato palpable. Los ricos se han hecho más ricos y todos conocemos a alguna persona cercana que lleva muchísimo tiempo en el paro, por edad o género. Una guadaña de más de una década.

Ascensores, bancos, limpieza pública, coches. Todo muy variado. Y recordamos que el 10 de marzo el sector primario volvía a levantar la voz. Dos mil tractores inundaban el centro de Zaragoza, asqueados por la reforma de la PAC, los precios bajos y las masivas importaciones de producción. Hace unos días circulaba un curioso meme, en el que un teleoperador con el rostro de Karl Marx, respondía tranquilamente a la llamada de un cliente: “su problema se debe al Sistema Capitalista, tiene alguna otra pregunta con la que pueda ayudarle”. Así de sencillo.

Desde SOA llevamos años denunciando todo esto. Dos décadas, que se dice pronto. Las que tiene el sindicato, fundado en 1999. Y no nos gusta aquello de “ya os lo dije”, pero no queda otra. El problema es el capitalismo. Y de hecho, los últimos proyectos que se firmaban en Aragón, avalan el rol que desde la globalización y las instituciones políticas que nos tutelan, han elegido para nosotras. ¿Qué significa Amazon Web Services? Pues puro espectáculo digital, para llenar dossieres y ruedas de prensa. Las oportunidades de la economía digital, que tributa donde le da la gana y que va a consumir energía a cascoporro. Ideal para un país vaciado como el nuestro. Eso sí, no les pidas que hagan mascarillas o cualquier producto que pueda ser imprescindible en un futuro. Macroeconomía en estado puro. ¿Existe futuro con proyectos como éste? Sí, un porvenir neofeudal, riqueza para unos pocos elegidos, el resto, la mayoría, a sobrevivir. El mismo ultradesarrollismo que entuba el Jalón por Mularroya o pretende recrecer el pantano de Yesa. Eso sí, luego a hacerse la rica foto electoral de estamos con el medio rural. No se engañen, nos gobiernan oligopolios, y no hablamos del cuatripartito del Pignatelli.

A estas alturas del artículo ya se habrán dado cuenta de que la pandemia del Covid-19 no es el verdadero problema. Y no trivializo con el sufrimiento de la gente, ni mucho menos. El problema es el sistema social y económico. Hemos repasado conflictos y emergencias de todo tipo. Por eso, nuestra alternativa va en dirección contraria, antes del virus y después. Se desmanteló el estado del bienestar -ahí queda el estrés y la falta de medios en nuestra sanidad pública- al igual que nuestros sectores productivos -¿quién hace las mascarillas?-. Se recentralizaron las decisiones. Se militarizó la vía pública -¡no estamos en guerra!-. Se dejó la educación en manos de las pantallas, ahondando la brecha de los que tienen menos recursos. Se bloquearon los servicios sociales. Se vieron las desgarradoras carencias de las residencias de mayores Y se llenaron nuestros espacios de publicidad barata, aplausos y movidas emocionales. La peor de nuestras pesadillas.

Todo esto no es palabrería. Ya se habrán enterado como se las gasta la patronal del telemárketing. Majorel SP Solutions (la antigua Qualytel) se hizo la remolona con el tema de la salud de sus trabajadores y tardaron en reaccionar ante las medidas derivadas del estado de alarma. Bajo la excusa de ser un servicio esencial, continuaron hacinando a sus mil doscientos empleados, tal y como denunciamos desde SOA. Capitalismo en estado puro. Unos cuantos a teletrabajar y el resto a exponer su salud con tal de cerrar una venta o una gestión. Teleoperadores trabajando sin un convenio cerrado, el último caducó en 2019, y con las venas abiertas tras las modificaciones sustanciales impuestas por esta multinacional en las pasadas navidades. Con despidos forzosos, precarización de condiciones y un futuro negro para muchas personas y familias.

Por eso, poco tenemos que celebrar este año para el Día Nacional de Aragón. El tsunami del Covid-19 no es una distopía en plan Mad Max. En Aragón es una realidad que nos puede dejar en un erial, una tumba que se empezó a cavar con las contrarreformas sociales y laborales de la anterior crisis, que se está aderezando con una emergencia climática a la que no ponemos solución, y que sin herramientas soberanas es complicado revertir. El pueblo salva al pueblo. Eso sí, el pueblo organizado y consciente. A nivel sindical, desde la humildad, intentamos como SOA trabajar con coherencia y rasmia. El 23 de abril toca reflexionar.

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