Apostemos por la calidad y la salud de la ganadería sostenible

Decenas de personas en la caminata. Foto: Podemos

A veces en la vida nos tenemos que posicionar y defender aquello que consideramos justo.

Llevamos ya un tiempo soportando una campaña de desinformación que nos vende las maravillas de la ganadería industrial y que está dirigida por grandes empresas, en especial del sector porcino, con el beneplácito de personas que ocupan puestos de poder en política, sindicatos agroganaderos y algunos medios de comunicación entre otros.

Se afirma que este modelo de producción asienta población en el mundo rural, y lo paradójico es que, a pesar del incesante goteo de explotaciones ganaderas que se han instalado en nuestra región, la población no aumenta, más bien al contrario.

A las personas nos gusta vivir o hacer turismo en espacios cuidados, respetuosos con la biodiversidad y que nos proporcionen una buena calidad de vida. En esto nuestra provincia podría haber sido un referente si no la estuviéramos regalando a empresas contaminantes relacionadas con el sector cárnico que obtienen grandes beneficios gracias a las ventajas administrativas, a las subvenciones, al impago de la contaminación que provocan y al empleo precario (falsos autónomos, trabajadores sin contrato, externalización de gastos, bajos salarios...).

Las inversiones públicas que se dedican a este sector restan apoyos a otros modelos sostenibles y que sí mejoran el bienestar de la población tanto rural como urbana: la ganadería extensiva, la agricultura ecológica, la producción artesanal, las energías renovables, la oferta de servicios y otros.

Las cifras en muchas ocasiones son manipulables o interpretables, y lo que para mí puede ser una aberración, que se críen 8 millones de cerdos hacinados e hipermedicalizados en Aragón, otros pueden venderlo como un triunfo económico. Así que no voy a entrar en ello.

Quiero dejar para la reflexión si con este modelo de "desarrollo" estamos cuidando lo que nos sostiene: nuestra tierra, nuestra agua, nuestro aire y nuestra salud; o, simplemente, enriqueciendo a unos pocos.

Por nuestro presente y por el futuro de nuestros hijos e hijas, reflexionemos sobre lo que ponemos en la cesta de la compra. ¿Es necesario comer carne, lácteos y huevos de origen industrial todos los días?

Poco se puede hacer ante el poder irresponsable y la ambición desmedida, y aún así, algunas personas (cada día más), seguiremos defendiendo un territorio vivo; porque es nuestro derecho y también nuestro deber.

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