Análisis sociológico y politológico del triunfo electoral de Teruel Existe

Ser turolense es una condición política y vivir en Teruel es una militancia. La politología nunca dejó claro qué significa el término ‘militante’ ni qué cosa es una ‘condición política’ pero a menudo los conceptos se dinamizan por sí mismos y se dejan definir por las tendencias y por las personas. Vivir en Teruel es una militancia política por cuanto implica gastos económicos, personales y de tiempo marcadamente superiores a los que uno tendría que afrontar si le hubiera tocado nacer en otro punto de la geografía aragonesa o española. El coste de oportunidad es todo aquello a lo que …

Foto: Eduardo García Granado

Ser turolense es una condición política y vivir en Teruel es una militancia. La politología nunca dejó claro qué significa el término ‘militante’ ni qué cosa es una ‘condición política’ pero a menudo los conceptos se dinamizan por sí mismos y se dejan definir por las tendencias y por las personas. Vivir en Teruel es una militancia política por cuanto implica gastos económicos, personales y de tiempo marcadamente superiores a los que uno tendría que afrontar si le hubiera tocado nacer en otro punto de la geografía aragonesa o española. El coste de oportunidad es todo aquello a lo que uno renuncia cuando decide no vivir en otro lugar. Y uno decide afrontar ese coste de oportunidad por motivos éticos, ideológicos, sentimentales o familiares. Este coste de oportunidad es lo que lo convierte en militancia política.

Les corresponde ahora a la politología y a la sociología, que han tenido abandonada a la provincia de Teruel durante décadas, ofrecer ahora un intento de aproximación a los motivos por los que Teruel Existe fue primera fuerza en las elecciones generales del 10 de noviembre. También toca un análisis sobre qué cosa es el ‘provincialismo turolense’ y por qué no se encuadra en el aragonesismo clásico ni muchísimo menos en el españolismo new age.

Datos en frío: De las elecciones de abril a las de noviembre sólo dejaron de votar 5.000 turolenses, el 4% del censo, lo que no supone un descenso especialmente importante para el análisis teniendo en cuenta que en el global del Estado ese descenso fue del 6%. Únicamente un partido estatal creció de una elección a otra: Vox, que ganó 1.000 votos. Ni Chunta Aragonesista ni el PAR se presentaron en alguna de las dos citas y Puyalón de Cuchas perdió más de la mitad de sus votos desde abril (de 65 a 25), lo que no es un dato irrelevante a la hora de encuadrar a Teruel Existe en el eje aragonesismo-españolismo. 

Como es imposible determinar de dónde salió ese 4% de abstención comparando abril con noviembre, aplicaremos un algoritmo idéntico a los 4 partidos estatales que perdieron votos para aproximar cuántos de los votos que no consiguieron mantener de abril a noviembre fueron a otros partidos y no a la abstención. De los votos del PSOE se fueron a otras candidaturas 6.600, del PP 950, de Ciudadanos 11.500 y de UP 4.200. Un total de 22.000 votantes de esos cuatro partidos estatales (habiendo excluido los votos en blanco y los votos nulos) fueron a otros partidos y no a la abstención. Teruel Existe obtuvo casi 20.000 que le sirvieron para ser primera fuerza.

Por supuesto asumiendo que estos cálculos son meras deliberaciones y que el margen de error es alto, una conclusión parece clara: ni los ex votantes del PP ni los de Vox constituyen siquiera una pata de apoyo de los votos a Teruel Existe, al que si hubiera que colocar en el eje izquierda-derecha tomando como referencia el perfil sociológico de sus votantes habría que posicionar en el centro-izquierda. Teruel Existe encajaría pues con el sentido común de época aragonés en términos gramscianos. Me explico: si estudiamos las encuestas sociológicas de los últimos quince años en España y en Aragón que preguntaban a los encuestados ‘Siendo 0 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, ¿cómo se definiría a sí mismo/a ideológicamente?’ la respuesta más ampliamente extendida estaba entre el 3 y el 5: centro-izquierda. Asumiendo las limitaciones explicativas que el eje izquierda-derecha tiene en nuestras sociedades líquidas y posmodernas, no es despreciable el eje progresista-conservador en el que la mayoría de encuestas indican una tendencia similar. 

Cuando se plantea que Teruel Existe es un movimiento eminentemente progresista no se está hablando únicamente del perfil de sus votantes sino de la obviedad de que defender a Teruel por sobre los intereses del centralismo del Estado Español es progresista en sí mismo. Además, las manifestaciones lideradas por Teruel Existe eran progresistas en su contenido ideológico, militante y personal. Y así se percibe a Teruel Existe dentro de la provincia. Desde la amplitud de un proyecto transversal a más no poder, sí, pero también desde un progresismo intrínseco. 

En cualquier caso, el éxito de Teruel Existe se puede explicar atendiendo a Antonio Gramsci y a Ernesto Laclau: en términos de Antonio Gramsci, Teruel Existe ‘es’ sentido común -progresista- de época. En términos de Ernesto Laclau, triunfa porque emerge una demanda particular -¡Teruel Existe!- que adquiere condición de totalidad y es capaz de conectar una serie de demandas particulares -defensa de la tierra, comunicaciones, corrupción, partidos tradicionales, centralismo, etc.- en torno a la impugnación de un sistema de poder -el centralista-. La demanda ‘Teruel Existe’ no ha perdido su particularidad pero sí ha adquirido universalidad, creándose a su alrededor un nuevo clima político turolense. Siguiendo con Laclau, cabría ahora esperar si, una vez estas demandas particulares han sido articuladas, el sistema de poder existente consiente integrarlas en su modelo de existencia o las excluye dando pie a un ‘momento populista’.

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