31 de julio, Día de la Mujer Africana

El 31 de julio, es reconocido en 14 países y en ocho movimientos de liberación nacional, de la Conferencia de Mujeres Africanas también surgió la Organización Panafricana de Mujeres, dónde se delimitaron objetivos como acceso a la educación, derechos sexuales y reproductivos, la reconstrucción de la paz en zonas de conflicto, la liberación del continente africano, el acceso a independencia económica, el reconocimiento de las mujeres como sujeto político clave, entre otros.

En el mes de julio existen dos fechas relevantes para la población africana y afrodescendiente en el mundo, especialmente para las mujeres. El día 25 de julio es el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente y su Diáspora, fijado desde el año 1992, cuando se reunieron más de 400 mujeres del Caribe y de Abya Yala en República Dominicana con el objetivo de enfrentar el racismo desde una perspectiva de género. Seis días más tarde, el 31 de julio, se celebra el Día Internacional de la Mujer Africana, creado en la Conferencia de Mujeres Africanas celebrada en Tanzania en 1962.

Este último, el 31 de julio, es reconocido en 14 países y en ocho movimientos de liberación nacional, de esa misma conferencia surgió la Organización Panafricana de Mujeres, en los que se delimitó objetivos como acceso a la educación, derechos sexuales y reproductivos, la reconstrucción de la paz en zonas de conflicto, la liberación del continente africano, el acceso a independencia económica, el reconocimiento de las mujeres como sujeto político clave, entre otros.

La existencia de ambos días permite poner en centro de conversación problemáticas que viven las mujeres africanas y afrodescendientes en la vida cotidiana. Especialmente en el Estado español, la celebración de estas fechas permite poder hablar de cuestiones particulares desde una perspectiva de género contextualizando la desigualdad estructural que como consecuencia del racismo viven. Pero una de las grandes barreras de poder materializar la visibilidad de las diferentes desigualdades que enfrentan las mujeres negras en el Estado español es la representatividad en datos.

Mujer Africana y Afrodescendiente, ¿existe representatividad de la población?

Se habla de población para indicar el número de habitantes que la componen. Cuando vemos informes demográficos o estudios de población, estos sirven para comprender la dimensión, estructura, procesos que determinan la formación, la conservación y la desaparición de las poblaciones. Esto permite poder desarrollar y crear planes para combatir como, por ejemplo, problemas de desigualdad.

En el Estado español, las cifras existentes para delimitar parte de la población que no entran en el canon hegemónico poblacional se hacen por nacionalidades, impidiendo poder retratar parte de la población que enfrenta desigualdades específicas como el racismo. En el caso de la población africana y afrodescendiente, no se puede distinguir desde una nacionalidad como por ejemplo la colombiana, quién es afrodescendiente o no, además que en el caso de hijos e hijas de migrantes que orígenes tienen (sin poder distinguir en datos un origen africano u otro).

En el caso de las mujeres negras, no poder ver el origen urbano o rural de quien ha migrado, su grupo étnico, etc, además de cosas más específicas como el grado de educación o estatus social dificulta poder abordar problemáticas de género y las consecuencias del racismo.

La inexistencia de representatividad de datos, para visibilizar demandas en la calle y situaciones de discriminación y vulneración de derechos cotidianos por consecuencia del racismo, es un muro en sí que dificulta visibilizar barreras sistemáticas, estructurales e institucionales en el Estado español. El hecho de no tener representación de datos, parafraseando al equipo de implementación del Decenio Internacional para los Afrodescendientes en el Estado español, es una barrera en sí. Sin la existencia de estos datos, no se puede delimitar la dinámica y cómo enfrentan las desigualdades. Somos conscientes que existe una desigualdad por racismo, pero que no existan datos materializados impide poder elaborar un plan para poder combatirlo. No explica la multidiversidad que existe entre mujeres africanas y afrodescendientes, ni sobre cómo se enfrenta a las misogynoir, o la feminización de la pobreza que sufren las mujeres negras.

Misogynoir y barrera en la educación

El término de misogynoir, fue acuñado por Moya Bailey en 2010 para resumir cómo el racismo y el sexismo se encuentran. Explica cómo se generan los estereotipos que pesan sobre las mujeres negras, representadas como más feas, deficientes, hipersexuales y poco saludables que sus contrapartes no negras. Por ejemplo, las niñas negras a menudo son vistas como mayores, más maduras y más avanzadas sexualmente que las niñas blancas, lo que hace que muchas personas descarten las acusaciones que involucran el abuso sexual de niñas y adolescentes negras.

Hablar de misogynoir permite poder hablar sobre cómo es la violencia obstétrica que enfrentan las mujeres negras que desde el racismo se las trata de manera diferente y se dice que tienen un umbral de dolor más alto, de ver como una amenaza cuando se expresa enfado, el estereotipo de mujeres negras fuertes, de no poder mostrar ninguna emoción, dolor o angustia.

Un ejemplo de misogynoir, es cuando a Serena Williams se le prohibió en el Roland Garros llevar un traje de gato porque se la percibía como demasiado sexual.

Estas dos fechas, 25 y 31 de julio. son muy importantes y necesarias para la comunidad. La inexistencia de datos exactos sobre el tipo de discriminación que vivimos las mujeres afrodescendientes en nuestro estado dificulta la visibilidad de la discriminación que sufre este colectivo.

En concreto en nuestro país, Aragón, la inexistencia exacta de datos impide visibilizar demandas concretas que escuchamos en las calles: desde la discriminación que se sufre en la educación y los primeros muros existentes para acceder a formación profesional cualificada o estudios superiores, el acceso e integración al mercado de trabajo, siendo la realidad de muchas mujeres de vivir la temporalidad laboral por la principal actividad económica principal, la industria alimentaria, haciendo vivir a muchas mujeres una inestabilidad económica, la dificultad en poder encontrar otros empleos por cómo se ha perfilado racialmente el perfil laboral de las mujeres negras en Aragón, relegándolas únicamente en el trabajo en el campo o en los almacenes de envasado.

La temporalidad del sector agroalimentario deja en la incertidumbre a miles de mujeres negras viviendo en Aragón, que por sus orígenes no tiene la misma igualdad de oportunidades.

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