Estoy un poco asustado. Hace ya dos días que llegué aquí. Vivo en una caja de cristal. No estoy con mis hermanos. Comienzo a creer que no veré más a mi madre. Sí, soy el perro que comprarás a plazos. Sí, siento y sufro. Sí, puedes llamarme Pipo. Esta historia triste se repite a diario y parece que en épocas de vacaciones y compras la vida de un animal sigue siendo una opción cuando se trata de premiar buenos resultados en el colegio o de agradar a alguien con un regalo tierno. Sin embargo, estos regalos tiernos crecen, comen, manchan, …