La empresa, en situación de concurso y asidua en los tribunales, viene rechazando desde hace veinte años los requerimientos del Ayuntamiento para garantizar la conservación de sus edificios, obligación que tampoco atiende el propio Concejo. El casco histórico de Uesca presenta más de una veintena de cicatrices urbanísticas que revelan desidia, incapacidad y abandono.
