Son las nueve y media de la mañana, y como todos los días -desde hace más de dos meses- vemos llegar a las aulas de la UNED de Samianigo a un nutrido grupo de muchachos subsaharianos que acuden a las clases de castellano que más de veinte voluntarios y voluntarias les imparten. Casi hemos normalizado ya esta situación. Sin embargo, convendría hacer un ejercicio de reflexión de cómo hemos llegado hasta aquí y qué acciones futuras convendría acometer. Pero nos vamos a centrar, en primer lugar, en los chicos. Los vimos llegar a finales del año pasado, paseando por las …
